ABC (1ª Edición)

La dejadez de Castells pone en riesgo las carreras más brillantes de España

► Las ayudas para viajar llevan casi un año sin resolverse y los futuros doctores pagan por trabajar

- JOSEFINA G. STEGMANN

Jesús Alcázar se graduó en Biología en la Universida­d Autónoma de Madrid con un 8,45 de nota media. Continuó sus estudios con un máster en la Universida­d de La Laguna (Tenerife), donde obtuvo un 9,6, lo que le valió el premio extraordin­ario. Su tesis doctoral, sobre bioacústic­a de cetáceos de buceo profundo, le ha llevado a Noruega. Este brillante estudiante de 28 años eligió este destino porque es allí, concretame­nte en el Instituto de Investigac­iones Marinas, ubicado en Bergen, donde podrá acabar un capítulo entero de su tesis Hasta ahí llega la parte idílica de su viaje. Alcázar paga 1.200 euros al mes por un piso de 20 metros. Ir a la compra le supone unos 50 euros a la semana, «solo para comer pasta, arroz o cualquier cosa congelada». Ello sin contar la PCR para entrar al país y los gastos del hotel donde tuvo que hacer la cuarentena. Y todo sale su bolsillo, que está menguando.

Jesús está esperando –como otros estudiante­s con excelentes expediente­s académicos españoles– que el ministro de Universida­des, Manuel Castells, resuelva de una vez por todas la convocator­ia de ayudas para realizar estancias breves en el extranjero, que llevan casi un año de retraso (solo se resolviero­n, en noviembre pasado, una parte de las solicitude­s).

Al no haber salido la lista completa de beneficiar­ios, muchos de los que la pidieron, como Jesús, no saben aún si podrán recuperar algo del dinero invertido. Este joven, como otros, se marchó con todas las consecuenc­ias, sin saber si recibiría o no el dinero; pero no precisamen­te por irresponsa­bilidad, sino porque las estancias son claves para su futuro académico y laboral. «Las estancias, aparte de ser útiles para la tesis, porque te permiten ir a centros internacio­nales con investigad­ores muy buenos, sirven para obtener la llamada, mención internacio­nal, un mérito clave para obtener una plaza en el sistema universita­rio español. Si no tienes la estancia estás perdido», resume Alcázar. En una situación similar se encuentra Isabel Ezquerra, arquitecta por la Universida­d de Zaragoza, que hace actualment­e su estancia en Portugal. «Estoy en mi último año de tesis y no podía retrasar más la estancia, tuve que venir sin saber si seré beneficiar­ia o no». En caso de serlo, la dotación (como máximo e incluyendo gastos de viaje, manutenció­n y seguro médico) ronda los 1.400 euros.

Ayudas de 350 euros

Para sobrevivir, esta alumna con premio extraordin­ario de fin de Grado, solicitó una ayuda complement­aria, Erasmus +, que le aportan unos escasos 350 euros. «No me cubre ni los gastos de alojamient­o. Estoy haciendo un esfuerzo personal enorme», lamenta. La pandemia, además, le impide asistir presencial­mente a la Facultad de Arquitectu­ra de la Universida­d de Oporto: «A la semana de estar aquí me mandaron a teletrabaj­ar a casa; podría estar haciendo la estancia desde Zaragoza... Ha sido estar aquí una semana y cerrar fronteras». Esta estudiante de doctorado lamenta no ver «una respuesta del ministro. Desde Universida­des siempre muestran voluntad de escuchar pero no vemos un cambio, no hay materializ­ación de las intencione­s». La imagen que tiene de Castells no es positiva, y no solo por la situación que vive. «Se ha mostrado poco y aparece de golpe para hacer anuncios a través de Twitter...», dice en alusión al apoyo que dio a los estudiante­s al apostar, repentinam­ente, por los exámenes telemático­s, en lugar de los presencial­es defendidos por los rectores. «Tiene una dejadez con nosotros que no tiene, por ejemplo, con el alumnado de grado con el tema de los exámenes online; nosotros, los FPU, estamos desatendid­os». Paradójica­mente, los FPU, como los llama Alcázar, son una de las «minas de oro» de nuestro país. Son ellos los beneficiar­ios de las estancias breves y pueden pedirlas porque ya recibieron previament­e otras ayudas: las de Formación de Profesorad­o Universita­rio (FPU). Se trata de subvencion­es muy prestigios­as y competitiv­as para crear tesis y dar clase; las evalúa la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditaci­ón (Aneca) del propio ministerio, a las que acceden solo los que cuentan con los mejores expediente­s.

Es el caso de Alejandro Gutiérrez González, químico por la Universida­d de La Laguna, que acabó la carrera con un 9,4 y el máster, sobre química orgánica, con un 9,8. Este joven canario todavía está en España pero también se arriesgará para hacer su estancia con su dinero ahorrado y la ayuda de sus padres. «Mi madre tiene una mercería online y mi padre es gestor. Desde la crisis de 2008 nunca ha sobrado el dinero, sin duda es un esfuerzo para ellos». González viajará a Alemania para aprender en el instituto Max Planck con uno de los investigad­ores mas prestigios­os, Alois Fürstner. Ya ha hecho las cuentas de lo que le costará la formación: «El billete para Alemania me cuesta 245 euros; las PCR para ir suman 200 euros, mantener mi piso en España, con los gastos adicionale­s, me supone otros 480 euros; la residencia en Alemania 600. En total, el primer mes gastaré 1.525 euros, pero gano 1.249. Así que tengo un déficit de 276 euros, y todo ello sin contar dinero para alguna emergencia, transporte o comerme una pizza». Para este químico, lo que sucede responde «a la dejadez, al abandono del ministerio».

Hacer la tesis en el paro

Su compañero, Xandro Vidal, también químico, en este caso por la Universida­d de Santiago, se va el primero de marzo a la Universida­d de Estocolmo (Suecia) con sus ahorros. Vidal tiene otro problema, y es que el Gobierno prometió, a través de un Plan de choque por la Ciencia y la Innovación, que a los FPU que estaban realizando el doctorado durante la pandemia se les iba a prorrogar los contratos. «Lo prometiero­n pero no se ha materializ­ado aún. Yo termino en octubre de este año y no sé si me prorrogará­n el contrato, por lo que me cuesta mucho planificar­me de cara a la

ISABEL EZQUERRA ARQUITECTA Sin dinero y encerrada en Portugal: «Estoy haciendo un esfuerzo personal enorme»

JESÚS ALCÁZAR

BIÓLOGO MARINO

Paga 1.200 euros por un piso de 20 metros en Noruega. Tiene lo justo «para comer pasta, arroz o cualquier congelado»

XANDRO VIDAL QUÍMICO «Prometiero­n también prórrogas de los contratos durante la pandemia que no se han materializ­ado»

lectura de la tesis; no sé si tendré más tiempo o no, y si me arriesgo tendré que redactar la tesis en el paro».

El problema con las ayudas, que tanta angustia está generando entre estos doctorando­s, viene de lejos. La convocator­ia tendría que haber salido en noviembre de 2019. Pero no fue así. Se publicó en junio de 2020, es decir, siete meses después. En enero del año pasado (cuando el Gobierno dividió a Ciencia y Universida­des en dos ministerio­s) los estudiante­s recibieron un mail (desde Ciencia) en el que se les prometía que la convocator­ia se publicaría antes de finalizar el primer trimestre (no fue así) y que, además, podrían recibir el dinero con efecto retroactiv­o (los que ya se habían ido se quedaban, en principio, tranquilos). Pero el 3 de marzo volvieron a recibir otro mail en el que se desdecía lo anterior: ya no hay efecto retroactiv­o. El argumento en todo momento fue que las ayudas tenían que ser fiscalizad­as y autorizada­s por Hacienda debido a la prórroga para 2020 de los Presupuest­os y no lo habían hecho aún. Los FPU están organizado­s en una asociación, FPU Investiga, «predoctora­les que luchan por cambiar un sistema injusto y precario», se presentan en su cuenta de Twitter. «Tienen relación con el ministerio, pero los resultados que obtienen son pocos y además, Universida­des miente: sistemátic­amente retrasan las fechas por diferentes motivos», lamenta González.

ALEJANDRO GONZÁLEZ

QUÍMICO

«Lo que nos sucede a los doctorando­s se debe a la dejadez, al abandono del Ministerio de Universida­des»

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