LA ESPAÑA DE LA BRAGUETA
Lo de Bárcenas y lo de la niñera de Montero tienen la misma causa: el amor
EN este país, toda la corrupción depende de la portañuela. El clan de los Pujol cayó porque a la novia de Jordi júnior le dio por piar: «Llevaba bolsas con billetes de 500 euros a Andorra». Ana Mato se vio metida en el caso Gürtel por los líos de su exmarido, que siendo alcalde de Pozuelo iba en Jaguar, le compraba bolsos de Louis Vuitton y hacía fiestas de cumpleaños con 5.000 euros de confeti. «Yo no sabía cuánto ganaba», gimió la exministra ante el juez. Es muy antiguo el aserto policial que dice que si quieres pillar a un corrupto lo más directo es preguntar a su expareja, sobre todo si el investigado le puso los cuernos. Los truhanes no suelen aplicarse el lema de la caridad de san Mateo cuando están en la cama: «No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha».
Sin embargo, ayer se produjo una explosión simultánea de corrupción de bragueta que tiene otro «modus operandi». Bárcenas tiró de la manta porque su señora entró en prisión y la exauditora de Podemos aireó que el matrimonio Iglesias-Montero usa de niñera a una alto cargo de Igualdad. Ambos casos están conectados por una misma filosofía del abuso: la preservación de la vida conyugal merece toda clase de despotismos. Bárcenas trata de extorsionar a sus antiguos jefes porque piensa que ellos podrían haber evitado la entrada en prisión de su esposa, lo que implica dos formas de corrupción. Una: se puede maniobrar desde el poder para evitar el trullo. Y dos: un chantajista vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Otra cosa es que lo que ha dicho sea una mentira como un templo, que tratándose de un delincuente que ha especulado con la información a su mejor conveniencia no es descartable. Pero a Rajoy –sé fuerte, Mariano– lo deja vendido para demostrarle a su mujer cuánto la quiere. Y por otro lado Iglesias y Montero pusieron de canguro a una subalterna de Podemos para tener una conciliación familiar óptima y la niñera fue luego compensada con un cargo en el Ministerio de Igualdad.
«En un beso sabrás todo lo que he callado», escribió Neruda sin saber que estaba definiendo España.