IGNORANTES DEL GÉNERO
Los colegios públicos se suman a la moda del «tod@s», ¿aprobarán a los niños que lo usen en el examen?
EL feminismo léxico impuesto por las izquierdas va camino de convertir a quien no tenga cuidado en un auténtico ignorante de género. Hace unos meses una gran amiga me contaba entre incrédula e indignada la siguiente conversación con sus hijos, de 8 y 9 años. «Chicos, vamos a quedar con los primos». «¿Y adónde van a ir las primas? ¿por qué no vienen?».
Tan acostumbados están los niños a escuchar el «todos y todas» que ignoran el uso genérico del masculino para referirse a todos los integrantes de un grupo, sin distinción de sexos. Gran parte de los colegios públicos se han puesto a la cabeza del uso del «compañeros y compañeras» sin darse cuenta de que no están haciendo a sus alumnos más sabios sino más ignorantes en la lengua castellana. Como hemos defendido muchas veces en estas páginas, la igualdad no se consigue con un cambio estético y artificial del vocabulario sino con medidas decididas que otorguen a las mujeres las mismas posibilidades que a los hombres.
El drama, con todo, no queda ahí. Como la fórmula del «alumnos y alumnas» es muy larga y muy poco práctica cuando se utiliza por sistema, muchas escuelas públicas están adoptando la nueva versión 2.0 de los ideólogos de género: «alumn@s». De momento, para las comunicaciones colocadas en los pasillos o enviadas a los padres pero la incultura va ganando terreno. La Real Academia ha advertido que esas fórmulas no son admisibles y ha vuelto a recordar el uso genérico del masculino. Es inconcebible que la ignorancia se fomente desde los centros educativos. ¿Enseñarán las normas de la Academia dentro del aula mientras las boicotean en los pasillos? ¿Cómo van a explicar a los niños el uso genérico del masculino?, ¿diciendo que en este caso se puede hacer caso omiso al libro de lengua o que esa lección no hace falta aprenderla? Y sobre el «tod@s» ¿será correcto si un alumno lo pone en el examen harto de verlo en los pasillos de la escuela?
Pensarán que es una cuestión de niños pero no es así. La semana pasada, sin ir más lejos, dos señorías se enzarzaron en el Congreso a cuenta de si debe decirse «la presidenta» o «la presidente». Un diputado de Vox utilizó ésta última opción para referirse a la máxima responsable de la Comisión de Sanidad, Rosa Romero (PP), y rápidamente fue embestido por una diputada del PSOE que le acusó de faltar al respeto a la popular, recibiendo, por supuesto, la ovación de su bancada. A la siempre moderada y paciente Romero le tocó hacer de profesora de lengua y recordar lo que a estas alturas todas sus señorías deberían conocer: que ambas acepciones están admitidas, pero la RAE recomienda el uso de «la presidenta». Seguramente veremos más escenas como ésta mientras tengamos en el Parlamento a quienes insistan en que se les defina como ignorantes e ignorantas.