HORMONAS DE PROGRESO
Desde el departamento que le tocó en suerte en la rifa ministerial, Irene Montero ha hecho todo lo posible por dinamitar el feminismo como fenómeno homogéneo, hasta entonces patrimonializado por la izquierda que representa Carmen Calvo. «No bonita, el feminismo nos lo hemos currado los socialistas», dijo hace año y medio la vicepresidenta para marcar territorio. Lo hizo entonces frente a la derecha, pero donde se lo está currando de verdad es justo a la izquierda, allí donde Montero ha montado su laboratorio hormonal para adolescentes a través de una «ley trans» cuyo borrador estremece a la ortodoxia de progreso. Montero aboga por una sexualidad reversible y mutante –modelo «jo, tía» o «jo, tío»; lo que pida el cuerpo– y Calvo rechaza de plano «la idea de elegir género por mera voluntad o deseo, poniendo en riesgo los criterios de identidad del resto de los 47 millones de españoles». Encargado de responder a la vicepresidenta, Echenique asegura que el debate con el PSOE está en marcha y que llegará a «buen puerto», lo habitual en un Ejecutivo que ni siquiera se pone de acuerdo para aplicar unas fórmulas de ingeniería social tan delirantes que incluso impiden saber dónde empieza el género femenino que tanto se había currado la liberadora generación de Calvo. LUIS CRIADO