MINIESPÍAS
ROSA BELMONTE Ahora que somos mayores, a los menores les permiten hacer de todo
Sobre la idoneidad o pertinencia de las cosas que puedan o no hacer los menores sin contar con sus padres depende que seas el menor o los padres. Y eso vale para la ley trans, para la del aborto o para ser espía. No es que no quiera meterme en los dos primeros charcos, pero lo de ser miniespía es bicho nuevo. Poder hacer lo que una quisiera, como Pipi Calzaslargas, sin permisos ni explicaciones, con una bolsa de monedas de oro, un caballo y un mono, ha sido siempre mi ideal de libertad. Ahora conozco padres que no dejan ver Pipi a sus hijos porque les parece perjudicial para su educación. Me comen los tontos.
En Gran Bretaña, una ley refrendada por los tribunales autoriza al Estado a reclutar niños y adolescentes «para obtener información que ayude a detectar o prevenir un delito, o procesar a sus responsables, para proteger la salud pública, recaudar impuestos y defender la seguridad nacional». Mola. Es verdad que aunque estés a disposición de MI5 o el MI6 no vas a ser Bond ni la china de «Killing Eve». Lo normal es que te toque chivarte de algún superior narco. También te puedes chivar a Hacienda o a la Agencia del Medicamento. O si tienes 17 años, hasta puedes hacer de testigo en un juicio contra tus propios padres. Me imagino a niños como Veronica Cartwright en «La calumnia» (1961), de William Wyler, chivando maldades, ciertas o no. Audrey Hepburn y Shirley McLaine no estaban liadas, aunque esta estuviera enamorada de la otra. Quién no. Algunos grupos de derechos humanos y protección infantil han pedido a la Cámara de los Lores que devuelvan semejante ley a los diputados para que le den una vuelta. El Gobierno contesta con la excepcionalidad del uso de los niños cuando no haya otra manera de obtener la información.
Muchas cosas de la ley trans también son para darles una vuelta porque van contra las leyes de igualdad, las leyes internacionales deportivas o la propia Constitución. Dicen en Podemos que en el PSOE piensan que no saben hacer leyes feministas. Pero ¿y lo bien que os sale la propaganda?