Letargo en la tierra de Macià
Las Garrigas (Lérida) resume el estancamiento económico rural y el bucle de victorias electorales del nacionalismo
La comarca de Las Garrigas (Lérida) es una de tantas zonas de la Cataluña interior que vive esperando un milagro que frene una parálisis económica y demográfica que parece casi irremediable. Aquí, los jóvenes que se van a Barcelona a estudiar ya no vuelven una vez acaban la carrera y los que se quedan apenas tienen opciones más allá del campo. Mientras tanto, la población envejece –aunque la inmigración sostiene una cierta natalidad– y la actividad se va aletargando por la burocracia y la falta de inversión.
Este tipo de comarcas al borde de la depresión, sin embargo, son a la vez el gran caladero de votos del independentismo que compensa con su perenne preeminencia en las áreas rurales los resultados más magros de la zona metropolitana y el antiguo cinturón rojo de Barcelona.
Les Borges Blanques, capital de Las Garrigas, ejemplifica a la perfección este esquema. Aquí las formaciones catalanistas, primero nacionalistas y luego independentistas, han sumado la mayoría de votos en casi todas las elecciones desde la restauración de la democracia. Ya en 1977 se impuso el Pacto Democrático por Cataluña de Jordi Pujol y únicamente en los comicios de 1979 y de 1982 el PSOE logró ganar con un poco de margen. Desde entonces, CiU y Esquerra se han ido repartiendo las victorias en esta población de 6.000 habitantes que en las últimas elecciones municipales solo eligió concejales independentistas: siete de Junts y seis de Esquerra. Así, la sensación de estancamiento del que se quejan de forma casi unánime los vecinos no parece perjudicar las perspectivas de ambas formaciones para el 14-F, casi las únicas que lucen carteles en este pueblo en el que abundan las «esteladas», los lazos amarillos y las pancartas reclamando la libertad de los condenados por el 1-O.
Gala y María José, dos vecinas de la localidad, compartían este sábado un café en un banco de la plaza porticada del pueblo (ahora plaza 1-O). «Aquí hay mucha tranquilidad, demasiada», confesaba la primera, nacida en Siberia (Rusia) pero que vive en Les Borges desde hace dos décadas. Su amiga constataba la falta de oportunidades en el pueblo y en general en toda la comarca. «Esta es zona de payeses, fruta, campo y cuatro tiendas», añadía. Ambas estaban desempleadas y viven ahora de sus pensiones. «Dicen que este es el pueblo más independentista de todos», coincidían. No van erradas, de hecho, Les Borges Blanques se reivindica como lugar de origen de Francesc Macià, presidente de la Generalitat antes de la Guerra Civil y fundador de Esquerra en 1931.
Sergi y Estefanía, una pareja joven del pueblo, lamentan también la falta de opciones. «Por muy bien que se viva aquí hay poco movimiento. Muy pocas empresas buscan trabajadores especializados, así que sí, los que estudian se van y los que se quedan es porque tienen enchufe en alguna empresa o familiares con tierras», relata él. «Yo soy un afortunado, encontré trabajo en una empresa de renovables», explica sin perder de vista a su hijo de un año y medio. En el campo, agrega, se vive principalmente de almendros y olivos, hay poco trabajo y es tan duro y mal pagado que pocos locales lo quieren hacer.
Trabas a la inversión
Los empresarios de la zona confirman el diagnóstico de los vecinos. «Aquí la actividad industrial es residual. Ahora, casi toda la población está concentrada en cuatro municipios. Generar actividad es complicado, es un tema que me preocupa», apunta Mónica Giménez, gerente de GAP, una importante cooperativa porcina de la zona. Para ella, uno de los grandes problemas es el exceso de burocracia, que paraliza los pocos proyectos que se emprenden. «Nosotros, por ejemplo, tenemos una inversión que lleva cinco años parada por los trámites, es una barbaridad la lentitud de la administración y hace que la gente se canse y pierda las ganas. En nuestro caso el problema viene de la Generalitat, que nos hace acudir a varios departamentos y agencias. Pasa también en muchas otras comarcas, pero contribuye a este estancamiento», certifica.
Enric Vall, empresario jubilado y delegado local de la Cámara de Comercio, es algo más optimista, pero reclama más el suelo industrial. «Solo hay vida donde hay oportunidades. Esta zona arrastra un problema de despoblación y envejecimiento desde hace mucho, 40 o 50 años. Pero si se trabaja duro, se podrán hacer cosas, nos toca insistirle a la administración, pero no nos cansaremos», promete.
«Agravio campo-ciudad»
Quienes gobiernan esta comarca reconocen los problemas, pero los encuadran en el eterno conflicto campociudad más que en un tema político. «Las administraciones grandes hacen poco y siempre nos acabamos quejando del agravio comparativo entre zonas rurales y urbanas, a veces parece que no tengamos los mismos derechos», reconocía a ABC Elena Llauradó, alcaldesa de La Granadella, otra pequeña población de la comarca. Según la edil, de Junts, los problemas principales son parecidos a los del resto de la «España vaciada». «Hace por lo menos veinte años que estamos en este bucle», agrega.
La mala cobertura, otro de los grandes temas aquí, dificulta además que estas comarcas se beneficien del éxodo urbano causado por la pandemia y el teletrabajo. Desde el consejo comarcal, su presidente, Jaume Setó (también de la formación que lidera Carles Puigdemont), resalta que la zona tiene grandes posibilidades de desarrollo en sectores como la viña, el turismo o las energías renovables, pero critica el olvido de las administraciones y la falta de recursos. «Estamos mal cuando podríamos estar bien, somos una comarca encantadora, pero si seguimos así y no se hace nada, al final no quedará gente», vaticina.
Victorias electorales
Todos los concejales de Les Borges Blanques son independentistas y los nacionalistas (CiU y ERC) han ganado casi todas las elecciones desde 1977 Problemas comunes
Comarcas como Las Garrigas sufren los mismos problemas que el resto de la «España vaciada»: poco empleo, envejecimiento y falta de inversión