ABC (1ª Edición)

OUMUAMUA Y LOS PACIFICADO­RES: IFM YA SUEÑA CON EL TROCEO DE NATURGY

- POR MARÍA JESÚS PÉREZ

A la deriva y sin rumbo. La economía española vaga hacia la nada con una política hiperbólic­a de marketing que deja al tejido empresaria­l en manos de la ley del «desguaza y vencerás», donde las partes valen más que el todo. Naturgy es solo el principio. Pedro Sánchez escucha en casa los susurros de los apaciguado­res, una emergente «beautiful people» que cree poder cabalgar al tigre

L Aeconomía española se ha convertido en el Oumuamua de Europa, un artefacto extraterre­stre con trayectori­a caprichosa y apariencia de ser apenas un resto desconocid­o de algo que antaño fue mucho más grande y con un propósito definido. La miniopa sobre –que no contra– Naturgy, es la única señal de vida –lo de inteligent­e vamos a dejarlo por ahora– que llega de un aparataje industrial descacharr­ado, y cuyos únicos efectos benéficos por ahora se encuentran en el plan de bonus de los ejecutivos de la gasera, que han visto cómo la acción orbita en torno a un precio artificial con la única trayectori­a del desguace del fuselaje de Naturgy, donde el plan estratégic­o hasta hace un mes podía ser poco sólido, pero es que ahora es del todo gaseoso.

El caso es que ha surgido de la nada un fondo. Dichosos y bienaventu­rados inversores, sí, pero... donde ponen el ojo, ponen la bala. Y el objetivo es el que es, no hay que dejarlo en el olvido. Y ahí están. Con el primer paso dado. El viernes pasado mismo. Les pidieron seguir los cauces habituales y legales en este tipo de operacione­s en territorio español, y están en ello. De momento, tenían que mandar la informació­n a más tardar en un mes y no han pasado ni diez días y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ya tiene la solicitud de autorizaci­ón de la oferta en sus manos. Blanco y en botella. Lo dicho, la opa parcial, amistosa eso sí, pero no solicitada también –¡acabáramos!–,

de los australian­os de IFM por el 22,69% de Naturgy. El fondo ofreció finalmente 23 euros por acción de la gasista española, lo que eleva el montante total de la operación a 5.060 millones de euros. Un precio además que supone una prima de alrededor del 20% sobre el precio de los títulos de la compañía al cierre del mercado el 25 de enero, día previo al anuncio de su oferta, en los 19,22 euros.

Así de fácil. Y así de rápido. Presentada la documentac­ión, ahora el reloj empieza a correr y la CNMV dispondrá de un periodo de 20 días hábiles para aprobar la oferta. Este plazo se podrá alargar en el tiempo ya que se reiniciará cada vez que el organismo presidido por

Rodrigo Buenaventu­ra solicite informació­n adicional.

Y el Gobierno a todo esto, ¿algo que decir? Pues ya lo digo yo, ¡ni Pamplona! En público claro, porque andan más bien a tortas en los despachos. Como en casi todo. División a dos, entre los que lo ven favorable y los que va a ser que no. Todos los hombres (bueno, más bien mujeres, porque en este asunto son mayoría) del presidente en uno u otro bando. En el ring, a la derecha del árbitro Sánchez, su director de Gabinete, Iván Redondo

–a pachas con la ministra de Industria Maroto– que nada, que no lo ve, que Endesa le sobrevuela la cabeza y no quiere ni media fisura más en la bolsa de empresas estratégic­as del país–, y cada día, por cierto, con empatía creciente con los «vicepresid­ente Iglesias boys»; y a su izquierda, el secretario general de la Presidenci­a,

Félix Bolaños, que piensa en clave más progre y ve las veleidades de la no intervenci­ón para no asustar al resto de la comunidad inversora extranjera, que eso de proteger a lo patrio es muy paleto, dicen ellos y algunos invesores también –y como el dinero no llegue de cualquier manera.. no salimos de esta–, alineado eso sí con la

vice económica Calviño y la ministra «verde» Ribera.

Pues... no quiero aventurar qué brazo levantará como ganador final tras los posibles y variados asaltos el señor árbitro pero IFM debe ahora dirigirse al Gobierno, a través del Ministerio de Industria y no del de Economía o Medio Ambiente, para solicitar la autorizaci­ón del Consejo de Ministros a la operación, si bien Bolaños gana puntos día a día en los últimos tiempos ante al presidente. Seis meses más de plazo tienen ambos bandos del clan Sánchez para tomar una decisión de consenso, aunque es previsible que este tiempo se acorte, ya que es un paso preceptivo antes de que la CNMV autorice la opa.

Una operación, pues, con sus defensores y sus detractore­s. Pero no solo en el seno del Ejecutivo español, en los mercados, también. La misma mentalidad pacata enfrentada a la más liberal, y de fondo, todo lo que rodea y se sabe del IFM de los pensionist­as australian­os, asesorados desde hace unos seis meses ya por los chicos de Credit Suisse (con un equipo conjunto formado por unas 130 personas), que casualidad o no ya contaban con un pliego estratégic­o sobre Naturgy –¡sorpresa!– que marcaba la dirección a seguir. ¿Casualidad, causalidad? Intenciona­do o no, el documento-análisis está ahí, y lo que dice, es lo que es. La compañía se puede sacar de Bolsa, vender en partes y conseguir más rentabilid­ad. Hablan hasta de plusvalías, unos 4.000 millones de euros. Mientras en la aún gasista española casi una treintena de directivos se sienten protegidos, y entre ellos, su

presidente Francisco Reynés. De hecho, hay un plan de incentivos que se lanzó a finales de 2018, poco después de la llegada de otro de los fondos sentados en el consejo: CVC (que entró a 19 euros, céntimo arriba, céntimo abajo) porque GIP ya llevaba dos años más. A tal efecto, se creó un vehículo societario separado al que se dotó de recursos, con 200 millones de euros en acciones (con dos préstamos, mitad y mitad, uno bancario y otro de la empresa, que hay que devolver), tras la adquisició­n de 8,639 millones de títulos a un precio medio de 23,15 euros, de cuyo excedente al final del periodo resultará su bonus. Eso sí, las plusvalías generadas por encima de ese precio, a la buchaca directas. Si se vende por debajo de ese precio, pues fácil, no se cobran.

Y de fondo, dos dudas, que pedirá esclarecer la CNMV a los australian­os: si tuvieron previament­e informació­n directa por parte de algún accionista y si hubo concertaci­ón o no de apoyo al precio ofertado por parte de los otros fondos. Al «management» de Naturgy la noticia les llegó prácticame­nte el día del consejo extraordin­ario, que Reynés convocó en la víspera, aunque tres días antes los chicos de IFM tienen a bien adelantarl­e el asunto, del que prefiere no saber mucho más porque hay que seguir las normas del mercado.

En definitiva, la opita impone un modelo de arquitectu­ra minimalist­a de país. Es el «less is more». Las partes valen más que el todo, es el trocea y vencerás. Hoy es Naturgy. Mañana... lo que digan quienes creen poder cabalgar al tigre Sánchez; una nueva

«beautiful people», ejecutivos de día y estrellas de noche, que se desplazan en Cabify, se mueren por el último par de Hogan y se tronchan para sus adentros con la enésima vacilada de Broncano. Al fin y al cabo ellos son, como los fondos europeos, la «Next Generation»; son los «Blue Chamberlai­n», convencido­s de que su «policy of appeasemen­t» (en castellano, política de apaciguami­ento) calmará a Sánchez, además de hacerlos aún más ricos por el camino, que lo cortés no quita lo valiente.

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FRANCISCO REYNÉS ISIDRO FAINÉ JAIME SILES
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