ABC (1ª Edición)

Abocados a otro verano de nueva normalidad

Trabajador­es con empleos estacional­es se ven por segundo año consecutiv­o «con el agua al cuello»

- MARÍA LOZANO

Nos espera otro verano a medio gas. Las vacunas llegaron como un rayo de esperanza, «el principio del fin», como defendía Salvador Illa, el anterior ministro de Sanidad, pero con los problemas de distribuci­ón de las farmacéuti­cas, los retrasos y los déficit en la estrategia de vacunación, el esprint final de la carrera contra el virus parece estar más lejos. Al menos así lo vaticinan los expertos consultado­s por ABC. «Si seguimos vacunando al ritmo actual, a principios de verano no llegaríamo­s ni a un 20% o 30% de la población. Esto no supone nada en la pandemia. Si no se llega a más no se va a poder volver a una situación un poco mejor de la que tenemos», explica Jaime Jesús Pérez, médico especialis­ta en Salud Pública y vocal de la Asociación Española de Vacunologí­a (AEG).

En un escenario un poco más alentador, si se cumplen las previsione­s de Sanidad, en el segundo trimestre de este año se incrementa­rá el número de dosis y, por tanto, mejorará el ritmo de vacunación. Aun así, decir que a principios de verano tendremos inmunidad de grupo «es demasiado optimista, pero a lo largo del verano sí es posible que las dosis lleguen y que tengamos a cerca del 70% de la población vacunada», señala el experto.

Expertos piden cautela

En este sentido, Carolina Hurtado, responsabl­e de la unidad docente de Inmunologí­a de la Universida­d CEU San Pablo, indica que «levantar medidas antes de tener inmunidad de grupo sería desastroso y más si lo hacemos con la incidencia alta, como ya ocurrió el año pasado». Por tanto, lo que nos espera es un verano con cierta relajación de medidas respecto a las actuales, pero sin grandes eventos ni aglomeraci­ones y manteniend­o en todo momento las medidas sanitarias contra el Covid-19. Una vuelta a la nueva normalidad de 2020. «Se podrán relajar las medidas, pero tendremos que saber hasta qué punto. Habrá un verano parecido al del año pasado, no una vuelta a la normalidad de 2019», coincide Pablo Sarobe, investigad­or del Programa de Inmunologí­a e Inmunotera­pia del Cima de la Universida­d de Navarra. Y eso si las nuevas cepas no empeoran todavía más la evolución de la pandemia.

Fiestas patronales, grandes eventos, aglomeraci­ones, ferias, orquestas... Nada de esto será posible todavía a ojos de los expertos. En estas circunstan­cias, muchas familias que se dedican exclusivam­ente a los trabajos estacional­es propios del verano se ven abocados a otro año sin ingresos.

«Que nos den un respiro»

Virginia Ramírez nació y se crió de feria en feria con su familia y ahora define su situación como «dramática». Lleva sin ingresos prácticame­nte desde principios de 2020 y no espera volver a trabajar al menos hasta 2022. Con dos hijos y un piso por pagar ha tenido que irse a vivir a la caravana que tienen guardada en una nave junto a la atracción que regentan para poder alquilar su piso y pagar la hipoteca. «Comemos porque pedimos ayuda a comedores sociales, recogemos comida en Cruz Roja y he conseguido que mis hijos puedan ir al comedor escolar para asegurarme de que comen bien y les den la merienda», relata.

Y es que, además de no tener ingresos ni ayudas, tienen que hacer frente a deudas y pagos. «Tampoco puedo recurrir a la familia porque está en las mismas condicione­s que yo. Y como nosotros hay mucha gente. Esto va a acabar en una exclusión social tremenda y nos vamos a ver en asentamien­tos como hace años. Estamos con el agua al cuello», lamenta desesperad­a.

Ramírez asegura que otro año más así no podrá aguantar. «No sé a qué puerta voy a llamar y tampoco tengo

Verbenas y orquestas Desde el sector defienden que «pueden ser seguras si realmente hay intención de que sea así» Thais Simón

CANTANTE «La única esperanza que tenemos es que nos permitan trabajar en nuestras orquestas adaptadas»

opciones de reinsertar­me en el mercado laboral porque no me he formado académicam­ente. Los hijos de la feria no hemos tenido opción», declara. Consciente de que hay que mantener las medidas sanitarias, el sector ha propuesto protocolos «más estrictos que los del transporte como la desinfecci­ón entre cada viaje y contamos con la ventaja de que nuestra actividad es

al aire libre. Que nos den un respiro», clama.

Una postura similar mantiene el sector de los espectácul­os y verbenas, bajo el paraguas de «Alerta roja» y asociacion­es como MUTE (Movilizaci­ón Unida de Trabajador­es del Espectácul­o). «Se pueden organizar unos festejos seguros, pero la salida fácil es no celebrarlo­s por tres factores: el ayuntamien­to puede gastar la partida presupuest­aria en otra cosa, lo que provoca el aplauso de la población y además se evita un riesgo político por si algo saliera mal», afirma Chema Cantón, presidente de Coordinado­ra Estatal de Verbenas y Espectácul­os (CEVE). El responsabl­e admite que «es de cajón que no se puede hacer una verbena como antes», pero defiende que se puede adaptar a las medidas sanitarias y que la cultura, tal como se ha demostrado hasta ahora, es segura. «No queremos una paga, queremos trabajar», afirma.

En la misma línea se pronuncia Vitor, cente Herrera, gerente de la empresa Culthisme, vicepresid­ente de AGE (Asociación General de Espectácul­os) y uno de los colaborado­res de MUTE y CEVE. «Somos el único sector no que ha podido recuperar su actividad. Desde marzo, a nivel europeo, las artes escénicas han perdido el 90% de la actividad. Queremos que se nos entienda y de la misma forma que se han establecid­o protocolos para abrir la hostelería, que se haga lo mismo con el sector de los espectácul­os», reclama.

Thais Simón lleva una década en el mundo de la música, pero casi un año sin poder trabajar de lo suyo. Tiene 26 años y vive con su novio, también músico de orquesta. «Para nosotros la realidad de la vacuna fue como un rayo de luz entre tanta oscuridad, pero ese rayito se nos va cerrando. Es complicado mantener la esperanza», señala. Al ser un trabajo con contrataci­ones temporales, cotizaba solo en la época estival, por lo que solo ha contado con un subsidio de 400 euros durante seis meses que ya se ha agotado. Ahora su situación es «horrible» y se sustentan gracias a los pocos ahorros que les quedan y a la ayuda de la familia de su pareja. «La única esperanza que tenemos es que nos permitan trabajar en nuestras orquestas adaptadas. Pueden ser seguras si hay intención de que sea así. Tenemos la obligación de ayudar y cuidar al secy si nosotros podemos reinventar­nos, estoy segura de que los pueblos y ayuntamien­tos pueden hacerlo también para disfrutar de las fiestas de una forma distinta».

«Mucha gente vive de esto»

Y es que no solo los cantantes, actores y especialis­tas se ven afectados. Hay mucha gente detrás: ingenieros, técnicos de sonido... «Mucha gente vive de los espectácul­os en la calle y no hay que olvidar a los artesanos que participan en mercados medievales, cuya actividad no dista de la que puede haber en un mercado habitual, pero no se les deja trabajar», señala Herrera. Pese a que «la cultura en tiempos de pandemia es posible, a este paso vemos el verano muy crudo. El 2021 va a ser un hermano gemelo de 2020», concluye.

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 ?? FOTOS: RAÚL SANCHIDRIA­N Y JOSÉ M. GARCÍA ?? Thais Simón (arriba, junto a su grupo musical) lleva casi un año sin poder trabajar, subsistien­do con el apoyo de su familia y un subsidio que ya ha agotado. «La realidad de la vacuna fue como un rayo de luz entre tanta oscuridad, pero se nos va cerrando».
La feriante Virginia Ramírez (arriba) define su situación y la del sector de «dramática». Llevan desde principios de 2020 en blanco, y cree que no podrán volver a trabajar al menos hasta 2022. «Nos vamos a ver en asentamien­tos como hace años», augura. Un oscuro horizonte Sin orquestas ni festejos
FOTOS: RAÚL SANCHIDRIA­N Y JOSÉ M. GARCÍA Thais Simón (arriba, junto a su grupo musical) lleva casi un año sin poder trabajar, subsistien­do con el apoyo de su familia y un subsidio que ya ha agotado. «La realidad de la vacuna fue como un rayo de luz entre tanta oscuridad, pero se nos va cerrando». La feriante Virginia Ramírez (arriba) define su situación y la del sector de «dramática». Llevan desde principios de 2020 en blanco, y cree que no podrán volver a trabajar al menos hasta 2022. «Nos vamos a ver en asentamien­tos como hace años», augura. Un oscuro horizonte Sin orquestas ni festejos

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