ABC (1ª Edición)

Sergio Ramos deja cojo al Real Madrid

► Se la jugó sin renovar y el menisco no aguantó más el jueves. Operado ayer, estará listo en marzo para negociar su futuro y llegar bien a la Eurocopa

- TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

Se ha operado sin red, sin haber renovado, sin protección contractua­l a partir del mes de julio. Las dos partes, el Real Madrid y Sergio Ramos, sabían desde la Supercopa de España que tendría que ser operado tarde o temprano. No aguantaría hasta mayo. Había que decidir cuando, si antes de medirse al Atalanta o después. Su estado físico variaba la situación de su negociació­n con el club en busca de concretar su futuro. Las conversaci­ones se habían parado, estaban estancadas. Un portavoz del club dejó entrever hace una semana que su edad hacía peligrosa una lesión, era un mensaje en clave. Ya se sabía en la empresa que el futbolista estaría un mínimo de cincuenta días de baja cuando se ejecutara la artroscopi­a.

Ayer, tal y como desveló la Cope por la mañana, fue intervenid­o. Intentará reaparecer a finales de marzo. Es el reto que le pidió al doctor Manu Leyes, el especialis­ta que también operó con éxito la triada de Asensio. Ramos, ahora, tiene una triada distinta: volver a jugar pronto, ayudar al equipo en el tramo decisivo de la temporada y decidir su futuro en el fútbol.

El capitán aguantó durante tres semanas, a la espera de sentir una nueva recuperaci­ón de un problema viejo, ese menisco izquierdo que le recordaba cada diez días que había jugado muchos partidos durante varios años tocado, con molestias, hasta que la rodilla ha dicho basta.

No le importa el riesgo

Jugó infiltrado el 14 de enero ante el Athletic y desde entonces no pudo más. Algunos piensan que se equivocó al aceptar la infiltraci­ón, pero es que el sevillano deseaba reeditar ese torneo. Los blancos perdieron y los doctores le aconsejaro­n ser intervenid­o sin esperar demasiado, pues la rodilla no daba para más y rogaba paz, descanso. Le dolía cada vez más en los saltos y en los giros. Había que limpiar ese menisco, dejarlo nuevo para competir otros cuatro años.

El hispalense tomó la decisión de pasar por el bisturí el jueves, cuando tuvo que marcharse del entrenamie­nto porque su articulaci­ón pedía árnica. «Había que hacerlo, porque estaba al límite», subrayaba ayer Zidane. Manuel Leyes preparó el quirófano en la clínica Cemtro y cortó por lo sano. Ramos se marchó por su propio pie a casa tres horas más tarde y mañana comenzará su trabajo de recuperaci­ón.

Su estado físico permite entender ahora esos silencios que decían mucho y el parón de las conversaci­ones respecto a su continuida­d o su adiós del Real Madrid. Y nadie ha cedido ni con un quirófano de por medio.

Hay dos posturas en esta diatriba. Unos piensan que Ramos se ha operado para estar bien en marzo y llegar perfecto a negociar con cualquier equipo e intacto para disputar la Eurocopa. Otras fuentes señalan que el capitán ya no podía seguir así y debía someterse a la artroscopi­a, porque no llegaría a jugar siquiera el partido de ida frente al Atalanta el 24 de febrero. El objetivo del club es ver si el Real Madrid supera a la escuadra italiana para tener a Ramos en cuartos de final.

Todos los límites, en marzo

Sabedor de esa intervenci­ón quirúrgica inevitable, bastantes personas no comprenden, entre ellas muchas del club blanco, su negativa a firmar ese contrato que le ofrece la casa por dos años con el diez por ciento menos de sueldo, una norma que la entidad quiere hacer general. Pero Ramos no es un jugador cualquiera. Se siente distinto, fundamenta­l.

Con la rodilla maltrecha, el jefe del vestuario ha mantenido el pulso a la empresa que hoy le paga doce millones netos anuales porque piensa que se merece ganar más o, como mínimo, mantener su salario ante la crisis pandémica. El capitán opina que ha sido decisivo en la consecució­n de los grandes títulos de esta década, con goles fundamenta­les en las Champions de 2014 y 2016 y en las dos últimas Ligas celebradas, además del Mundial de Clubes 2014. Pide que el Real Madrid le haga ese reconocimi­ento con un contrato mejorado, porque considera que sería lo justo, y que después la reducción del diez por ciento de los emolumento­s le deje con las mismas ganancias que tiene ahora. Quiere ese gesto empresaria­l. Son las formas las que no gustan al central.

El Real Madrid analiza que los futbolista­s son egoístas y no quieren ser consciente­s de la gravedad de la crisis, como si la pandemia del Covid no fuera con ellos. El club dejará de ingresar 300 millones en un año, pero los jugadores regatean esta verdad. Este es el origen y el final de un enfrentami­ento duro, sin concesione­s.

Este antagonism­o visceral de puntos de partida ha llevado a Ramos a no firmar su renovación aunque su rodilla no soporte estas guerras. Se la ha jugado hasta hoy. El Real Madrid ha puesto el límite del mes de marzo, cuando el capitán espera reaparecer, para saber si continúa o se marcha.

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AFP

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