ABC (1ª Edición)

«En Irán, por mi forma de vivir primero me torturan y luego me matan»

El régimen de los ayatolás pide a España la extradició­n del hijo de un exdiplomát­ico iraní amante de la ostentació­n

- ANA MELLADO

««Yo confío en la Justicia española, aquí hay democracia y tienen en cuenta los derechos humanos»

Nos recibe recostado sobre una mesa de billar, con el taco entre sus manos, y medio brazo tatuado asomando por una chaqueta estampada estilo Versace. Entre su tez morena y varios mechones platinos, destaca su sonrisa nívea a base de carillas y una gruesa esclava de oro. De fondo suena uno de sus temas: «Brindo por ella» y en el porche relucen un Lamborghin­i mostaza y otro verde fosforito. Sasha

Sobhani nos abre las puertas de su mansión en una exclusiva zona de Madrid que prefiere no desvelar por seguridad. «Yo tengo que llevar protección». Sasha es el hijo de un exdiplomát­ico iraní, afincado en España hace dos años y sobre el que pesa una orden de extradició­n de Interpol. «Me detuvieron mientras estaba en el gimnasio y llegó la Policía con una orden de detención internacio­nal. Me llevaron a la comisaría, donde estuve una noche y al día siguiente quedé en libertad», declara.

Irán pide su extradició­n y le acusa de blanqueo de capitales, tráfico de personas y gestión de web ilegales. Él lo niega rotundamen­te y se muestra tranquilo: «Es todo mentira, me acusan de cosas que ni sé lo que significan. En mi vida había oído hablar de trata de seres humanos, le pregunté a mi abogado qué era eso».

2, 6 millones de seguidores

Sasha Sobhani nació en Irán hace 33 años, pero habla español con acento latino. Su padre ejerció como embajador en Venezuela y allí descubrió un mundo disoluto de fiestas infinitas, mujeres voluptuosa­s y champán caro. Un paraíso prohibido en el régimen de los ayatolás y del que él se enamoró. Interioriz­ó este modo de vida del que hace gala en Instagram ante sus 2, 6 millones de seguidores. Su perfil es una sucesión de fotos ostentosas, a bordo de coches de lujo y rodeado de un ejército de mujeres con poca ropa con las que baila al son de alguno de sus temas de reguetón.

«Sé que me reclama un país donde no hay ley, no hay reglas, no hay derechos humanos. Allá, con mi forma de vivir me torturan primero y luego me matan. Para ellos estoy dañando la mentalidad de los jóvenes iraníes. Muestro que la gente puede ser libre, salir de fiesta, beber alcohol, estar con mujeres... Si un hombre quiere estar con un hombre puede y eso le enfada al Gobierno iraní.

Yo les critico mucho y como mi papá fue diplomátic­o para ellos es muy duro que yo hable mal de ellos. Hace cinco años que no tengo relación con mi papá», añade.

Sasha conoce muy de cerca cómo funciona el régimen iraní y cómo son sus cárceles. Ya pernoctó alguna noche en el calabozo. Asegura que le pidieron dos años de condena tras difundirse un vídeo en el que aparecía con una mujer en traje de baño. «Al final tuve que huir a Turquía, luego pasé once meses en Alemania y luego ya vine para España». Cree que si vuelve a pisar Irán su destino está escrito. «Prefiero una tumba en España, que una cárcel en Irán», afirma con rotundidad. Pero espera no llegar a ese extremo. «Yo confío mucho en la Justicia española, aquí hay democracia y tienen en cuenta los derechos humanos. Estoy tranquilo».

Respecto a la fuente de ingresos para sustentar su dolce vita, Sasha confiesa que procede de una familia pudiente aunque recalca que su padre no le ha regalado nada. «Mi negocio principal son las criptomone­das, el bitcoin. Llevo toda la vida invirtiend­o en eso. En Turquía tengo negocios inmobiliar­ios de compravent­a de casas y en España iba a registrar otra compañía inmobiliar­ia, pero con el Covid se paró. Ahora voy a montar una empresa de alquiler de coches de lujo. También hago publicidad de casinos a través de Instagram. En Irán los casinos están prohibidos y también me persiguen por ello».

Sentada ante a él, su día a día parece más mundano de lo que exhibe en las redes. «La vida que muestro en Instagram no es real, es más un show». Sasha está casado, pero prefiere no entrar en pormenores de su vida privada.

A la espera de conocer la resolución de la justicia española, encuentra en la música su vía de escape. De pequeño cantaba en persa y ahora quiere abrirse paso en el mundo del reguetón. El 19 de febrero publica su primer álbum con cinco temas, entre ellos una colaboraci­ón con Omar Montes. «Es un buen amigo, muy humilde y muy buen tipo». Nos despide con unos bailes en su estudio de grabación y entona su tema «Salam Alaikum». «Yo soy Sasha el sultán».

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Sasha, con una de las joyas de su flota de coches
FOTOS: BELÉN DÍAZ Sasha Sobhani posa para ABC, ayer en su casa de Madrid Sasha, con una de las joyas de su flota de coches
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