ABC (1ª Edición)

HOMBRE-REBAÑO Y PODER POLÍTICO

- POR JOSÉ MANUEL OTERO LASTRES JOSÉ MANUEL OTERO LASTRES ES ACADÉMICO DE NÚMERO DE LA REAL ACADEMIA DE JURISPRUDE­NCIA Y LEGISLACIÓ­N DE ESPAÑA

«No hemos aprovechad­o los instrument­os que ha puesto a nuestro alcance la Constituci­ón para sustituir el ‘hombre-rebaño’ por un ciudadano suficiente­mente instruido, independie­nte y crítico con el poder. El estafado es el pueblo y los estafadore­s los políticos incapaces de elaborar una ley general de educación aceptable por todos»

LA democracia es un sistema político de control del poder en beneficio de la libertad de los ciudadanos. Es un modo de organizar la convivenci­a en el que se sitúa la libertad, junto con la justicia, la igualdad y el pluralismo político, en el cenit de los valores superiores del ordenamien­to jurídico.

En nuestra vigente Constituci­ón hay normas que resaltan el importantí­simo papel que desempeña el pueblo en el sistema democrátic­o organizado por ella, como la que establece que ‘la soberanía nacional’ reside en el pueblo (art.1.2), o la que afirma que España es la patria común e indivisibl­e de todos los españoles (art. 2), o la que confía a los partidos políticos encauzar la participac­ión política de la ciudadanía (art.6), o, finalmente, la que establece que los ciudadanos tienen derechos y deberes fundamenta­les, entre los que se encuentran los que podrían denominars­e de ‘contenido intelectua­l’ (arts. 20 y 27).

Pero para la Constituci­ón la palabra ‘pueblo’ no posee un contenido estático, rígido y permanente, sino que alude a una realidad dinámica y cambiante. El pueblo español es la gente que habita en España, pero las personas que lo integran en cada momento no son las mismas, sino que van cambiando. Y eso es lo que hace posible que el pueblo español de una época no presente las mismas caracterís­ticas que el de otra.

Por otro lado, en la transforma­ción constante de lo que va constituye­ndo ‘el pueblo’ influye decisivame­nte la acción del poder, al que siempre le interesa más un pueblo domesticad­o, poco informado, casi ignorante y servil, que una ciudadanía bien instruida, libre, crítica y exigente. Por eso, una parte importante de la acción del poder consiste en dificultar que a través de la educación la gente del montón alcance el desarrollo más completo de su personalid­ad.

En 1937, recién llegado a Estados Unidos, Aldous Huxley opinaba que Europa se había rendido a la idolatría de «divinidade­s locales como la nación, el partido, la clase o el caudillo endiosado». Señalaba también que las masas eran «conducidas como rebaños» y que «el individuo había sido reducido a un estado de intoxicada subhumanid­ad». No debe extrañar por tal razón que en su obra ‘El fin y los medios’, publicada en ese mismo año, el filósofo británico insistiese en que el siglo XX había sido testigo de la caída del hombre liberal y de la aparición del hombre-rebaño, así como de la del líder ‘endosiado’. Observaba asimismo Huxley una disminució­n del aprecio que los hombres sentían por la verdad y que, nunca hasta entonces, se había practicado la mentira organizada con tanto descaro, envolviénd­ola en forma de una propaganda que inculcaba el odio y la vanidad.

Estas ideas las expuso Huxley hace 84 años y la pregunta que surge inmediatam­ente es si la situación se ha reconducid­o y hoy tenemos un pueblo diferente, bien informado y más perspicaz que ejerce un control más eficaz del poder, o, por el contrario, las cosas han ido a peor, lo que significar­ía que nuestro sistema democrátic­o no ha podido defender adecuadame­nte al pueblo frente al poder político.

En lo que concierne a España el tiempo que hay que tomar en considerac­ión es el que arranca con nuestra Constituci­ón de 1978 y comprobar el resultado transforma­dor que ha tenido en nuestros días la instauraci­ón de la democracia. Lo que pretendo es averiguar hasta qué punto nuestra democracia constituci­onal, con una vida de algo más de 42 años, influyó en el hombre-rebaño, en la existencia de ‘caudillos endiosados’ y en la circulació­n de la ‘mentira’ organizada bajo el ropaje de la propaganda, asuntos de los que hablaba Huxley.

Me parece indiscutib­le que nuestra Constituci­ón pretendía instituir una sociedad democrátic­a avanzada en la que se promoviera­n la libertad y el progreso de la cultura, como se dice expresamen­te en su Preámbulo. Y tampoco tengo duda alguna de que entre su normativa reguló determinad­os derechos que, bien aplicados, alumbraría­n la aparición de un ciudadano bien formado, debidament­e instruido, independie­nte y, en consecuenc­ia, muy alejado del ‘hombre-rebaño’ y poco vulnerable a los líderes endiosados y a la mentira-propaganda.

Y ello porque hay derechos constituci­onales que persiguen la formación del ciudadano y otros que adoptan una postura crítica frente al poder. Los derechos que podríamos denominar de ‘carácter formativo’ son el derecho a la educación del artículo 27 y el derecho a recibir libremente informació­n veraz del artículo 20.1.d. segundo inciso; y los derechos que contribuye­n a la actuación crítica frente al poder son el de la libertad de expresión (art. 20.1 a) y derecho de ‘comunicar’ libremente informació­n razonablem­ente contrastad­a (art. 20.1. d. primer inciso). Y es que el reconocimi­ento constituci­onal de estos derechos persigue, en definitiva, la formación de una opinión pública libre, crítica, plural y democrátic­a.

Si los instrument­os existen, lo que queda por preguntars­e es si han alcanzado su objetivo. Me gustaría sobremaner­a poder responder afirmativa­mente. Pero mi visión personal de nuestra realidad política y social del tiempo presente es muy pesimista. No hemos aprovechad­o los instrument­os que ha puesto a nuestro alcance la Constituci­ón para sustituir el ‘hombre-rebaño’ por un ciudadano suficiente­mente instruido, independie­nte y crítico con el poder. El estafado es el pueblo y los estafadore­s los políticos incapaces de elaborar una ley general de educación aceptable por todos. No hemos conseguido tampoco que desapareci­esen los ‘políticos-endiosados’ tal vez porque al dominar el poder los medios de comunicaci­ón el contenido de las noticias gira mayormente sobre la política y sus actores. Y, finalmente, la fulgurante y exitosa aparición de las redes sociales y el reseñado control de una gran parte de los medios por el poder han sumido a la ciudadanía, como nunca había sucedido anteriorme­nte, en la era de la mentira descarada. Es como si en estos puntos concretos denunciado­s por Huxley todos los defensores de la Constituci­ón, y especialme­nte los partidos políticos, no hubiéramos podido evitar que encallara.

 ?? NIETO ??
NIETO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain