«Si los lobos matan nuestras crías, la ganadería brava desaparecerá»

«Esto es lo que hace el lobo...», enseña con una fotografía de un becerro muerto Pedro Gutiérrez Moya, El Niño de la Capea en los carteles. Y lo que hace «no es otra cosa que matar; come un poco y mata por placer». «Si esta iniciativa de prohibir la caza del lobo sigue para delante, sería gravísimo para todos los ganaderos de extensivo de nuestro país, que a este paso están llamados a desaparecer», señala el maestro salmantino. Ganadero de reses bravas y torero, Capea añade: «La ganadería de lidia tiene un manejo mucho más difícil, esto no son ovejas o vacas de leche que se puedan meter en un establo. ¿Quién va a evitar que el lobo no se coma a las crías y a los añojos? A mí me han matado varios. Si hay sobrepoblación de lobos y no hay descendencia en las ganaderías, desaparecerán».

Romántico de la Fiesta, va más allá: «Esto es una cuestión de amor al toro bravo y una verdadera pasión por su crianza. Aunque nos vamos a matar de hambre y económicamente no salen las cuentas tras esta crisis del Covid, el temporal y ahora esto, como soy un enamorado del toro, yo no quiero dejarlo. Los que abandonan al toro y a todo el mundo rural son los que dictan esas leyes tan absurdas de meter al lobo en el listado de especies de protección especial. Además, no nos engañemos, el lobo está por todas partes, en Castilla y León y Extremadura, en Cantabria y Andalucía. El lobo no para de moverse. Y va a llegar un momento en el que el ibérico esté en toda la península, incluida Portugal. Eso es un desastre tremendo». Desde su finca charra lamenta «el profundo desconocimiento de los políticos y los supuestos ecologistas». «Esta nueva hornada no ha pisado el campo ni para coger amapolas –espeta–. Mientras, al mundo rural no paran de crecerle los problemas. ¿Acaso no se dan cuenta de que las batidas de lobo estaban controladas y eran lo mejor para un equilibrio? El toro es guardián de la ecología, y ahora la ecología va a ser únicamente de los depredadores. El campo y su paisaje cambiarán. Al tiempo...»

CAPEA