Chéjov en un desierto exiliado
‘PALOMA NEGRA’
Dramaturgia y dirección: Alberto Conejero. Espacio escénico, atrezo y vestuario: Alessio Meloni. Diseño de iluminación: David Picazo. Música original: Mariano Marín. Intérpretes: José Bustos, Yaiza Marcos, Zaira Montes, José Troncoso, Consuelo Trujillo y Juan Vinuesa. Teatros del Canal, Madrid
El exilio intelectual español es un desierto poblado de recuerdos, de ausencias y de nostalgias. Y hacia ese desierto –y concretamente el mexicano– viaja Alberto Conejero en su nuevo trabajo –definido por el propio dramaturgo como «tragicomedia»–, ‘Paloma negra’. No hay, ha dicho el autor, intención política en su texto, sino simplemente acercarse a la humanidad de figuras como Margarita Xirgu o Max Aub, que se vislumbran a través de los personajes de la función.
Para contar su historia, Conejero ha utilizado la falsilla de ‘La gaviota’; la tensión entre los viejos y los nuevos tiempos que Chéjov mostraba a través de sus personajes se convierte en Conejero en una tensión entre la nostalgia y el desapego por la España que los personajes mayores añoran y los jóvenes desprecian. El objetivo de enlazar esos dos mundos, el chejoviano y el del exilio, aparece sin embargo desleído, desencadenado a menudo de la historia.
‘Paloma negra’ es una obra brillantemente escrita, con esa poética profundidad a que nos tiene acostumbrados Alberto Conejero, un alquimista de las palabras. El propio autor ha dirigido la función, y lo ha hecho con simplicidad –incluso podría decirse que demasiada por lo que respecta al esquemático espacio escénico–; cuenta, sin embargo, con seis magníficos intérpretes, encabezados por la siempre señorial Consuelo Trujillo, una moderna Arkadina de acento español.