La Vuelta de las catedrales
Empieza y termina en los templos de Burgos y Santiago con dos contrarrelojes
Desde Tenerife saluda tímido y en modo virtual Tadej Pogacar, el último vencedor del Tour, y se declara «entusiasmado con el regreso a la Vuelta», donde se presentó al mundo ciclista con una actuación descollante en 2019. Desde Murcia habla también Alejandro Valverde, el emblema del pelotón español a sus 40 años y su inoxidable veteranía. «La Vuelta me gusta siempre», dice. Se presenta la ronda 2021 en Burgos y recibe el bautizo instantáneo. La Vuelta de las catedrales. Empieza y termina en los templos de Burgos y Santiago de Compostela. Y lo hace en modo simétrico, con dos contrarrelojes de una carrera con sello propio, pero diferente esta vez.
En el auditorio Fórum Evolución de Burgos alza el telón la Vuelta. No hay ciclistas profesionales, protegidos en los domicilios de cualquier efecto del Covid. En vez de los nombres actuales, intervienen en la gala antiguas estrellas, nombres rotundos en la memoria colectiva. Delgado, Induráin,
Freire, Pereiro… El coronavirus impone la ley. Distancia de seguridad en la sala, burbujas por gremios, contacto esporádico, dos tercios menos de aforo en el acto que suele reunir a todas las voces del ciclismo y un pasillo con un par de metros para evitar contagios. La Vuelta se adapta a la pesadilla, pero se percibe en el ambiente que quiere pasar página. Quiere volver a ser un certamen festivo y multitudinario de calor popular.
Una mano a los velocistas
De catedral a catedral en busca de la antigua normalidad de una carrera que en 2020 se dedicó a la supervivencia por el dichoso coronavirus. Será una Vuelta con ligero cambio de estilo, sin tanto final corto y en cuesta, sin rampas imposibles. Aplica un modelo más refinado y tradicional: puertos más largos, estilo Tour, de desgaste y kilómetros. Y que ofrece posibilidades a los velocistas, seis jornadas al menos. Baja de Burgos hacia el sur por La Mancha, la costa mediterránea y Andalucía y retoma hacia el norte por Extremadura, Castilla y León, Asturias y cierre en Galicia.
«Es una Vuelta un poquito diferente –explica Javier Guillén, el organizador–. No usamos tantos recursos de los finales en el alto, no hay tanto picante, pero expone más variantes y flexibilidad».
En contra de su costumbre de los últimos años, ofrecerá argumentos para los velocistas con seis etapas propensas para el esprint. Hasta ahora, los equipos con llegadores huían de la Vuelta. La edición de este verano los anima a concursar.
El plato estrella vuelve a ser un puerto inédito, uno que estaba en la memoria colectiva de los aficionados al ciclismo desde 1996, cuando la revista ‘Ciclismo a Fondo’ publicó un posible recorrido hacia el Gamoniteiro. Una montaña asturiana que sale de Pola de Lena cubriendo parte del trayecto de La Cobertoria y cierra en la sierra del Aramo a 1.465 metros. Es el primo hermano del Angliru, que se encuentra en la siguiente cresta asturiana. Se trata de un puerto sin descanso, 15 kilómetros y una pendiente media que se acerca al diez por ciento. Una lengua de asfalto con inclinación de pared. Típico escenario que fascina a los aficionados, carretera sinuosa y estrecha, asfalto rugoso, una cima vacía que las autoridades locales han ensanchado para poder acoger la infraestructura que desplaza a diario la ronda. Será, junto a los Lagos de Covadonga, un juez de la carrera. «El Gamoniteiro es un puerto que enamora», comenta Pedro
Novedad
El Gamoniteiro, primo hermano del Angliru, se presume el puerto más duro y atractivo
Delgado, que lo inspeccionó junto al ciclista del Burgos BH Ángel Madrazo.
Igualmente novedoso será el techo de Extremadura, el puerto de Villuercas, que también se estrena siguiendo el empeño de la organización por descubrir nuevos paisajes a los aficionados. Enclavado en la serranía del Monasterio de Guadalupe, en un paraje de belleza espectacular, figuraba en la agenda de Javier Guillén desde hace años.
El Alto de Velefique, en Almería, y el Balcón de Alicante, puerto éste desconocido hasta la fecha, darán nuevos alicientes a una carrera que también visita la serranía de Gredos en Ávila con final de etapa en el Barraco, el pueblo de Chava Jiménez, Ángel Arroyo y Carlos Sastre. Más montaña de siempre, puertos largos, tendidos, que no acaban y que seleccionan por agotamiento.
La Vuelta acabará en Galicia con una penúltima etapa diseñada por Óscar Pereiro de orografìa gallega por cotas sinuosas antes de aterrizar en Mos. El cierre en Santiago de Compostela con una contrarreloj de 33 kilómetros, en vez de la tradicional cita de paseo intrascendente por Madrid, recuerda al desenlace del pasado Tour entre el destronado Roglic y el triunfador Pogacar.