ABC (1ª Edición)

LA RESACA

Las cosas se han complicado para todos, empezando por Sánchez, que se ha comprometi­do a negociar con unos nacionalis­tas crecidos y reforzados

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

ESA acidez pútrida que desde el estómago inunda todo el cuerpo al despertar la mañana siguiente, tras una noche de copas celebrando, debieron sentirla cuantos comprobaro­n que no había mucho que celebrar en las elecciones catalanas. La realidad no se deja manipular como la mente intoxicada por mentiras y fantasías. Salvador Illa ha llevado al PSC a la victoria, pero no al gobierno de la Generalita­t, al alcance de los independen­tistas. Que a su vez dependen de Pedro Sánchez para lograr sus objetivos. Pero Sánchez, en vez de tener un tripartito en Cataluña como en Madrid, PSOE-ERC-Podemos, se encuentra con un bloque independen­tista, ERC-Junts-CUP, mucho más duro y exigente.

Total, que el tan jaleado Iván Redondo ha hecho un pan como unas tortas, y no de comer, sino de bofetadas. Incluso no pueden celebrar que la derecha haya sido descabezad­a, pues ha renacido en un nuevo partido que será todo lo extremista que quieran, pero que consigue atraer a los hartos de mentiras, zancadilla­s, falsas promesas y desinterés por los problemas de los más necesitado­s. Aparte de que a Vox lo creó la agresivida­d separatist­a más que la pasividad del PP. Mientras el ‘voto invisible’ de quienes no votaron, ¡25 puntos menos que en 2017!, cuestiona el triunfo de Illa y el de los secesionis­tas. Lo atribuyen al miedo a la pandemia. Pero podían haber votado por correo, como tantos, y no lo hicieron. Eran descontent­os.

«El cambio ha llegado a Cataluña», proclamó Illa al conocerse los resultados. Ha llegado, pero no es el que esperaba. Las cosas se han complicado para todos, empezando por Pedro Sánchez, que se ha comprometi­do a negociar con unos nacionalis­tas crecidos y reforzados, cuando pensaba que iban a comerle en la mano. La CUP, ese pequeño partido que cierra la bóveda secesionis­ta, ya ha puesto sus condicione­s para llegar a acuerdos: amnistía de los presos (no simple indulto), referéndum de autodeterm­inación, rescate social y economía ecológica. O sea, todo. Sánchez, con la osadía y falta de respeto a la realidad que le caracteriz­a, ha dicho que el triunfo de los independen­tistas le autoriza a negociarlo. Lo dudo, aunque no soy experto constituci­onalista. Pero estoy seguro de que no le autoriza a ceder todo eso, especialme­nte lo que afecta a la soberanía nacional. Y más seguro aún estoy de que intentará engañarles, como al resto de los españoles, incluidos los de su partido, hasta que se le presente la oportunida­d de salirse con la suya.

¿Recibiremo­s los fondos de reconstruc­ción europeos con una España que une nuevos problemas a los viejos? Se admiten apuestas.

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