ABC (1ª Edición)

ASLAN KARATSEV Del 114 a semifinal

En su primera presencia en un cuadro final de Grand Slam, el ruso alcanza la penúltima ronda de Australia y amenaza a Djokovic

- LAURA MARTA

Lo reconocía el propio Novak Djokovic: «La verdad es que nunca lo había visto jugar antes de este torneo. Ahora sí. Ahora sí lo he visto, en su último partido». Habla de Aslan Karatsev, 114 del mundo y semifinali­sta en el Abierto de Australia. Djokovic, que superó a Alexander Zverev y otra crisis de molestias y rabia (6-7 (6), 6-2, 6-4 y 7-6 (6)), no había visto jugar antes a su próximo rival porque este ruso de 27 años apenas ha asomado la cabeza por el circuito profesiona­l, pendiente todavía su tenis de crecer en los torneos

challenger­s y futures. Pero en Melbourne, este tenista cuyo objetivo para 2021 era entrar en el top 100, se planta en la penúltima ronda para dar la nota de color al torneo y de esperanza para los que, como él, persiguen sueños que parecen inalcanzab­les.

«Es una sensación increíble. Primera vez en un cuadro final, primeras semifinale­s», sonreía casi sin creérselo el ruso. Porque habían sido nueve fases previas de Grand Slam sin recompensa. De hecho, su haber solo contaba con tres victorias ATP, cinco ya en Australia. Y de un calibre superior a cualquier otra lección: atropello a Diego Schwartzma­n, 9 del mundo, remontada de dos sets contra Felix AugerAlias­sime y triunfo de consolidac­ión ante, es verdad, un mermado Grigor Dimitrov. «Me habría reído si alguien me hubiera dicho que llegaría a semifinale­s», concedía el debutante, que ya se lleva en la mochila el reconocimi­ento del planeta tenis, el título de primer jugador de la era Open (1968) en lograr alcanzar esta ronda en su debut en un Grand Slam, el quinto que lo consigue desde la previa, y un buen botín para no pasar apuros económicos durante un tiempo, como sí sufrió en el pasado. Si hasta ahora había ganado unos 510.000 euros en toda su carrera, en Melbourne Park firma ya un cheque por 700.000 euros.

Nació en Vladikavka­z, aunque vivió casi toda su infancia en Israel. Con doce años regresó con su padre a Rusia y a los 18 se mudaron a Moscú. Desde allí viajó a Halle (Alemania) donde seguiría buscado su sitio, y dos años más tarde recaló en España, en la Academia Bruguera y la Escuela Master Tenis de Barcelona. «Tenía potencial y confianza, pero poco control emocional, y perdía partidos que por tenis tenía que ganar por esos desequilib­rios», comentó en Eurosport Salva Navarro, uno de sus profesores en Barcelona. «Un día –señaló el entrenador catalán– nos dijo que no podía seguir, que no le daba el dinero». De ahí que esta explosión algo tardía de Karatsev llegue tras un periplo de ciudades, escuelas y entrenador­es que no acababan de completar el puzle. Hace tres años, por fin, encontró a Yahor Yatsyk y se instaló en Minsk, Bielorrusi­a, donde todo ha empezado a funcionar. A pesar de la pandemia fue 2020 el año en el que todo encajó. Dos títulos y dos finales en el circuito challenger –previo al profesiona­l ATP– para ganar confianza y consistenc­ia. Y de la meta de entrar entre los cien primeros, hasta el top 50 en el que entrará el lunes. Un salto al infinito.

Con un cuerpo compacto (1,85 metros y 85 kilos), se ha aliado de maravilla con la rápida superficie australian­a. Suma 195 ganadores y si su compatriot­a Andrey Rublev tiene una media de golpeo con el drive de 128,6 kilómetros por hora, la de Karatsev llega a 132,8. También con el revés supera a Nadal (116,3) y a Zverev (118,4) con 122,3 kilómetros por hora de media. «Se mueve bien, es muy fuerte físicament­e, tiene un gran revés, saca bien. De la escuela rusa», resume Djokovic. De esa que brilla en estos últimos tiempos, campeona de la Copa ATP con Rublev, Daniil Medvedev y Karatsev, que ya ha dejado de ser un desconocid­o.

Serena y Osaka brillan

También persigue su propio final feliz Serena Williams, intratable de nuevo en un Grand Slam en busca de su título número 24. Atropelló a Simona Halep (6-3 y 6-3) y se enfrenta en semifinale­s contra Naomi Osaka, que venció sin problemas a Su-Wei Hsieh (6-2 y 6-2). Un duelo de alto voltaje pues todavía resuenan los ecos de aquella final del US Open 2018 en el que venció la japonesa. «Ya cerramos ese capítulo y nos hemos acercado después de aquello», zanjó Williams.

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EFE

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