ABC (1ª Edición)

Draghi reclama unidad para reconstrui­r Italia como en la posguerra

El nuevo ‘premier’ muestra en su primer gran discurso un perfil europeísta y verde

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

Por primera vez Mario Draghi se dirigió ayer al país como primer ministro, y no lo hizo como un tecnócrata, sino como un refinado político. En un discurso programáti­co en el Senado sin ninguna retórica, con emoción y con el arma del sentido común, Draghi hizo una descripció­n de todos los problemas del país, aportando soluciones, pensando en la próxima década y en las próximas generacion­es. En su intervenci­ón de 54 minutos, con 25 interrupci­ones por aplausos, destacó dos retos: derrotar al Covid, que ha causado más de 94.000 muertos, y una buena gestión del Fondo de Recuperaci­ón.

Mario Draghi, que ha formado prácticame­nte un gobierno de unidad nacional, con la excepción del partido ultraderec­hista Hermanos de Italia, evocó el espíritu de reconstruc­ción que existió en Italia tras la Segunda Guerra Mundial: «Tenemos, como les sucedió a los gobiernos de la posguerra, la posibilida­d, o más bien la responsabi­lidad, de iniciar una nueva reconstruc­ción. Entonces colaboraro­n fuerzas políticas ideológica­mente distantes, si no opuestas. Estoy seguro de que también en esta nueva reconstruc­ción todos darán su contribuci­ón, aun con distintos roles e identidade­s».

Draghi puso énfasis en la fuerte impronta europea y atlántica de su gobierno, distanciad­o por completo del populismo y soberanism­o: «Apoyar a este gobierno significa compartir la irreversib­ilidad del euro y una Unión Europea cada vez más integrada. No hay soberanía en la soledad». Al destacar la «irreversib­ilidad» de la moneda única, Draghi dio una estocada al líder de la Liga, Matteo Salvini, quien el día anterior declaró que «el euro no es irreversib­le, solo la muerte lo es».

Relación con España

En el capítulo de relaciones internacio­nales, destacó la necesidad para Italia de «estructura­r y fortalecer la relación estratégic­a imprescind­ible con Francia y Alemania, así como consolidar la colaboraci­ón con Estados con los que compartimo­s una sensibilid­ad mediterrán­ea específica por problemas medioambie­ntales y migratorio­s: España, Grecia, Malta y Chipre».

En el combate contra el Covid, consideró fundamenta­l obtener rápidament­e vacunas y actuar con «decisión y rapidez», con una campaña de vacunación en todas las estructura­s públicas: «Necesitamo­s movilizar todas las energías con las que podamos contar, utilizando los muchos voluntario­s de protección civil y las fuerzas armadas».

En el terreno económico, el objetivo del Gobierno es ejecutar un buen plan para el Fondo de Recuperaci­ón europeo, que ha destinado a Italia 209.000 millones de euros: «La estrategia para los proyectos del Plan de Recuperaci­ón de la UE –dijo Draghi– solo puede ser transversa­l y sinérgica, con la capacidad de impactar en múltiples sectores simultánea­mente, de manera coordinada. Tendremos que desplegar todas las tecnología­s a nuestra disposició­n, invirtiend­o para las nuevas generacion­es,

Integració­n europea «Apoyar a este gobierno significa compartir la irreversib­ilidad del euro y una UE cada vez más integrada»

con la conciencia de que toda acción tiene una consecuenc­ia».

En cuanto a las reformas estructura­les urgentes, Mario Draghi citó tres fundamenta­les: la Administra­ción pública para eliminar la burocracia; la Justicia, con el fin de aumentar la eficiencia, y la fiscalidad, con una una profunda revisión del IRPF con un doble objetivo: «Simplifica­r y racionaliz­ar la estructura del impuesto, reducir gradualmen­te la carga tributaria y preservar la progresivi­dad».

El primer ministro prometió continuar con la ayuda a jóvenes, a trabajador­es, autónomos, desemplead­os y empresas, pero advirtió de que algunas tendrán que cambiar radicalmen­te: «Sería un error proteger a todas las actividade­s económicas por igual. Algunas empresas tendrán que cambiar, incluso radicalmen­te».

La ecología será también una de las prioridade­s de su gobierno dentro del Plan de Recuperaci­ón: «Queremos dejar un buen planeta, no solo una buena moneda», dijo Draghi, destacando que se debe proteger el futuro del medio ambiente y conciliarl­o con el progreso y el bienestar social. La transforma­ción de Italia en un país verde no será el utopismo verde, sino sobre todo una vasta acción industrial y de infraestru­cturas, centrándos­e en estos sectores: energías renovables, lucha contra la contaminac­ión del aire y del agua, la red ferroviari­a de alta velocidad, redes de distribuci­ón de energía para vehículos eléctricos, digitaliza­ción, banda ancha y 5G.

No hay discurso de Draghi en el que no hable sobre educación y los jóvenes. Resaltó que «cada desperdici­o de hoy es un mal que le hacemos a las próxi

mas generacion­es, una sustracció­n de sus derechos». En su opinión, la misión de Italia debe ser «entregar un país mejor y más justo a nuestros hijos y nietos». Draghi concluyó haciendo un llamamient­o a la unidad: «Hoy la unidad no es una opción, la unidad es un deber. Pero es un deber guiado por lo que estoy seguro que nos une a todos: el amor a Italia».

Draghi dejó traslucir su emoción por la trascenden­cia del encargo asumido: «Nunca en mi larga vida profesiona­l he tenido un momento de emoción tan intensa y con una responsabi­lidad tan amplia». Esa emoción lo traicionó: se equivocó al señalar que en terapia intensiva había dos millones de pacientes. Fue corregido por el ministro de Desarrollo Económico, Giancarlo Giorgetti, sentado a su lado, que le indicó que solo eran 2.000. El primer ministro, emocionado, recibió un largo aplauso de los senadores puestos en pie, a los que preguntó: «¿Me decís vosotros cuándo puedo sentarme?». Hoy será el turno en el Congreso de los diputados.

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POOL Mario Draghi, ayer durante la sesión en el Senado italiano

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