Scorsese acusa a Netflix y sus algoritmos de destruir el cine
► Admite que él también se aprovecha de las plataformas, que sin embargo matan el arte
A Martin Scorsese siempre hay que escucharlo, incluso cuando le dan ataques de nostalgia y parece que incurre en contradicciones. Es uno de los pocos mitos vivos y en activo. En un artículo publicado en ‘Harper’s magazine’ en recuerdo de Federico Fellini, ‘El maestro y la magia perdida del cine’, el director de ‘Uno de los nuestros’ aprovecha para denunciar la «devaluación sistemática» del séptimo arte.
Los culpables, apunta, son las plataformas como Netflix y sus algoritmos. Es fácil recordar que gracias a esta compañía pudo rodar ‘El irlandés’, un lujo que ningún estudio le permitía. Después, firmó un acuerdo con Apple TV+ y en Netflix acaba de estrenar ‘Supongamos que Nueva York es una ciudad’, docuserie con Fran Lebowitz. Entre otros proyectos, Martin Scorsese prepara ahora para Hulu la serie ‘The Devil in the White City’, con Leonardo DiCaprio.
Todo eso no impide que su visión del cine como arte tenga el mayor valor. En su artículo, después de recordar a grandes cineastas como Chabrol, Truffaut, Cassavetes, el propio Fellini e incluso nombres aún más independientes, como Kenneth Anger y Andy Warhol, Scorsese salta al presente, donde «el arte del cine está siendo sistemáticamente devaluado, marginado, degradado y reducido a su mínimo común denominador, el ‘contenido’».
Parte de la discusión es semántica. A Scorsese le molesta que la palabra «contenido» esté tan manoseada por directivos que no saben nada de cine. Su ensayo recuerda a su anterior ‘pataleta’, publicada por ‘The New York Times’, en la que criticaba las películas de Marvel. ¿Es Scorsese un vejete de 78 años enemigo de todo lo nuevo? El cine sonoro primero y las películas en color después recibieron críticas similares de los inmovilistas. Él también es consciente del partido que ha sacado al negocio de las plataformas: «Por un lado, esto ha sido bueno para los cineastas, incluido yo mismo. Por otro, todo se presenta al espectador en igualdad de condiciones, lo que suena democrático pero no lo es. Si los algoritmos ‘sugieren’ más visualización en función de lo que ya has visto y las sugerencias se basan solo en el tema o el género, ¿qué efecto tiene eso en el arte del cine?», se pregunta.
«Los algoritmos, por definición, se basan en cálculos que tratan al espectador como un consumidor y nada más». El maestro recuerda los esfuerzos valientes de distribuidores, exhibidores y cineastas de otros tiempos. «Me siento afortunado de haber sido joven, vivo y abierto cuando eso sucedía. El cine siempre ha sido mucho más que contenido y siempre lo será. Los años en los que esas películas salían de todas partes del mundo, hablando entre sí y redefiniendo el arte semana a semana, son la prueba».
Los grandes creadores respondían en cada película al enigma de qué es el cine. «Godard y Bertolucci y Antonioni y Bergman e Imamura y Ray y Cassavetes y Kubrick y Varda y Warhol lo reinventaban con cada movimiento de cámara, y cineastas más consagrados como Welles y Bresson y Huston y Visconti recibían la energía generada por esa ola de creatividad». La clave, escribe, es que «nadie operaba en el vacío y todos parecían responder y alimentarse de los demás».
En el centro de ese escenario, asegura Scorsese, estaba Fellini, a quien compara con Callas, Olivier y Nureyev. El único cineasta a la altura era Hitchcock, pero el británico era otra cosa, «una marca, un género en sí mismo». Como despedida, Scorsese admite que es normal que los grandes se fueran apagando, pero insiste en la necesidad de cuidar el cine, que no puede depender solo del negocio. «Las grandes películas están entre los tesoros de nuestra cultura, y así deben ser tratadas». Fellini, remata, es perfecto para que podamos redefinir nuestra noción de lo que es el cine.
Falsa justicia «Todo se presenta al espectador en igualdad de condiciones. Suena democrático, pero no lo es»