Otro negroni por Gistau: una memoria que no deja de crecer
► El periodista fue homenajeado durante la presentación del libro que reúne sus artículos
Ocurrió hace un año, en lo que entonces eran ya las postrimerías de la vieja normalidad, aunque no lo sabíamos. De repente, la noticia: muere David Gistau. Después, una despedida descomunal, insólita para un columnista de prensa. En una profesión preñada de egos, en un mundo enfrentado hasta la rabia, él logró el consenso, un lamento generalizado. Ha pasado un año ya, sí, aunque la vida ha cambiado tanto que se siente como una década. A pesar de todo, su nombre sigue vivo por obra y gracia de su talento («¿qué hubiera escrito él hoy?», se preguntan muchos), y por el empeño de los que le quisieron, que son multitud. O de los que le quieren: hay verbos que hay que conjugar en presente, y eso se demuestra a cada poco.
La Fundación Telefónica acogió ayer la presentación de ‘El penúltimo negroni’ (Debate), una recopilación de artículos del periodista, seleccionados por David Lema con la intención de trazar una suerte de biografía vital y profesional. Más que un acto fue un homenaje, en el fondo una reunión de amigos y familiares, fieles a la cita con el recuerdo: Gistau se ha convertido en una excusa para charlar y reír, como un sábado, como un negroni. No se puede aspirar a mucho más en esta vida. Qué poso. Lo dijo Antonio Lucas nada más agarrar el micrófono: «Vamos a disfrutar de la buena memoria que ha dejado y que crece». Añadió, además, algo muy importante: «Fue un gozador del oficio. Un rigurosísimo gozador del oficio». Y esto otro: «David es un estilo que pasó por tres periódicos».
Admiración
«Este libro –aseveró Lema– nace de la admiración profesional, pero sobre todo de una tragedia: la muerte de David». Él elogió la huella que dejó en el oficio, en diferentes cabeceras, su versatilidad («no dejó nada sin escribir, escribió sobre absolutamente todo»), su mirada. También destacó su audacia: «Él escribió como tantos intentan escribir hoy, pero hace veinte años. Eso es lo que lo convierte en único». No tuvo una relación de amistad con Gistau, pero tras conversar largo y tendido con sus amigos y familiares ha llegado a una conclusión impepinable: «Qué pena no haberlo conocido». A Lema y Lucas les acompañaron en el escenario Manuel Jabois y Javier Aznar, por lo que el coloquio se convirtió, llegado el momento, en un toma y daca de anécdotas. Jabois evocó su primer contacto con Gistau, que fue a través de Twitter: había escrito una columna metiéndose con él y, en lugar de un exabrupto, lo que recibió fue una mano tendida, muchos piropos y una oferta de trabajo. «Esto no lo hace casi nadie de un periódico», sentenció. Aznar, por su parte, relató la vez en la que publicó una columna titulada «Feo, fuerte y formal» y, al día siguiente, Gistau
Audacia «Él escribió como tantos intentan escribir hoy, pero hace veinte años. Eso es lo que lo convierte en único» Libertad
«Era un insubordinado, y la insubordinación es muy hermosa cuando se hace por una sola causa: la tuya»
usó el mismo título. Él estaba orgullosísimo de la coincidencia, y había llamado incluso a su padre para presumir. Al rato sonó el móvil: era Gistau, que quería disculparse por pisarle la referencia sin querer. Hubo más escenas disparatadas, por supuesto, pero todas pusieron de relieve su generosidad, el lujo de haber estado cerca de él.
No tardó en salir una de las grandes virtudes de Gistau: su rabiosa libertad. Lema explicó que una de sus obsesiones a la hora de seleccionar los textos fue retratar eso: su independencia, que llevó hasta las últimas consecuencias. Jabois incidió en que, además de situarse por encima de intereses políticos y económicos, su gran mérito fue independizarse de sus lectores: los cabreaba como nadie. «Esa es la independencia más importante», subrayó. Lucas zanjó el asunto así: «Era un gran insubordinado, y la insubordinación es muy hermosa cuando se hace por una sola causa, que es la tuya».