Exhibición de Haaland en Sevilla
► Un gol de De Jong al final mantiene vivos a los andaluces ante el Borussia Dortmund
Gran partido europeo entre Sevilla y Dortmund, con una primera parte vibrante, en la que Haaland posó para los focos con una actuación brava. El Sevilla se recompuso en la segunda. De Jong, a falta de cinco minutos, anotó el gol de la esperanza andaluza.
Se plantaron ambos equipos con cierta prudencia, conscientes de la envergadura de la cita. Sin tiempo para escenificar las semanas de planes, unos a los que el fútbol tiende a desactivar sin piedad, Suso se apresuró. El andaluz recibió en la frontal, amagó con disparar con su pierna buena, recortó y chutó con dureza. El balón quería a la red y fue Hummels, un veterano parsimonioso, quien desvió y propició el gol (min. 5). El Sevilla quería un papel serio en la Champions y la primera piedra estaba puesta, pero el guión cambió.
El Dortmund empezó a crecer desde Sancho, un joven talento migrado, de Inglaterra a Alemania, que se movía con fluidez anoche por el Sánchez Pizjuán. Pero es Haaland quien, pese a su corpachón, tiene algo realmente especial. Solo necesitó dos arrancadas para cambiarle la cara al partido. Una en el 19, en la que imantó a varios sevillistas y cedió a Dahoud, que empató con un gran disparo. Ocho minutos después, repitió pillaje el escandinavo, al que solo la edad le impide tener un aspecto más aterrorizador, porque su fútbol es de los que devuelve el alma a un deporte que ha perdido la suya. Irrupción del noruego
El niño no era él, era la defensa local, pasiva pero algo intimidada por el delantero, que tras una pared con Sancho puso el 1-2, desde el suelo y con la izquierda. No hay remate demasiado difícil. El Sevilla, tras el shock, intentó utilizar la posesión para recomponerse y acelerar su pulso. Nada de eso. Una pérdida en defensa hizo implosionar al Pizjuán y Reus, solo tuvo ojos para un compañero. Haaland acelera al espacio, no hacia la portería. Luego define con la maestría de los mejores. El tercero y un demonio con el que bailar el resto de la eliminatoria.
Fue Rakitic, un hombre con demasiados fantasmas en la Champions, quien abandonó el campo en el descanso para no volver. Fernando retrasó su posición y Gudelj salió hacia el medio para endurecer el coto de caza del delantero rival. Bajaban las pulsaciones y el Sevilla conseguía recomponerse mientras Lopetegui tiraba de intervencionismo. El escenario era duro, más si se tiene en cuenta que el Dortmund está en crisis, con un entrenador interino de 37 años y sextos en la Bundesliga, y el Sevilla llegaba en racha liguera y tras desmantelar al Barcelona en Copa. Torres, de Jong y Munir, revulsivos habituales del técnico vasco, saltaban al campo. Sin el ajetreo de la primera parte, el Sevilla se asentaba en campo rival y sus mecanismos comenzaban a activarse, como los centros de Navas desde la derecha la altura de Koundé, como un interior más.
De Jong, que se siente desde el año pasado especial en las eliminatorias europeas, consiguió un gol, a cinco minutos del final, canjeable por esperanza. El delantero neerlandés remató un centro de Oscar a balón parado y al segundo palo. Tras el tanto, el partido se enzarzó entre ocasiones (una de Sancho muy clara) disputas, faltas y en un ‘nos veremos en Alemania’.