ABC (1ª Edición)

«El tango es la única forma de hacer el amor vestido»

Arturo Pérez-Reverte Escritor y académico ▶ El próximo domingo 28 de febrero, ABC inicia una nueva colección de novela de intriga histórica con «El tango de la Guardia Vieja»

- MANUEL P. VILLATORO

Arturo Pérez-Reverte necesitó dos décadas de experienci­a para retomar una novela que había dejado a un lado. Le hacía falta, confiesa, más recorrido vital para elaborar aquel cóctel de amor y suspense que alumbró con el nombre de «El tango de la Guardia Vieja». La misma obra con la que

ABC inaugurará, el próximo

28 de febrero, una nueva colección de novela de intriga histórica que llegará cada domingo a los quioscos por 5,95 euros. Y lo cierto es que no puede haber mejor arranque. El escritor, al que seguirán otros reconocido­s autores como Ken Follett, dio vida a un libro con esa pátina de película en ocho milímetros; una historia en la que se demuestra que el amor puede durar décadas y sobrevivir a tres grandes guerras.

—¿Considera esta obra una novela histórica?

—Se podría decir que es una novela falsamente histórica. Transcurre en tres momentos (años 20, 30 y 60) y, en ese sentido, tiene mucho material histórico. Pero quería contar una relación de amor que dura medio siglo; cómo dos personas se conocen en la juventud, pero se pueden seguir amando en el tiempo de diferentes formas y maneras. Es una historia de melancolía que plantea algunas preguntas. ¿Qué hay de aquel que amamos en ese anciano que vemos ante nosotros? ¿Qué reconocemo­s en él? ¿Cómo afecta el tiempo al amor? ¿Cómo el amor puede hacer que recuperemo­s cosas del pasado que consideráb­amos perdidas como el valor, la dignidad, la ternura o la emoción?

—¿Qué pretendía reflejar con esta novela?

—Quería reflejar cómo, a pesar de los estragos que el tiempo causa en los seres humanos y de que la vida arranca ilusiones, belleza, juventud, lozanía y muchas cosas más, hay virtudes que permanecen intactas. Cómo el ser humano, aunque la vida lo va machacando, tiene siempre capacidad de resurgir y basta el recuerdo de un amor o una mirada para que esas virtudes que parecen olvidadas emerjan de nuevo y se adueñen de la situación.

—¿Por qué unió dos mundos en apariencia tan distantes como el tango y el ajedrez?

—A la hora de contar una historia busco elementos narrativos que la hagan eficaz, que me permitan contarla. Y en este caso el tango y el ajedrez eran muy buenos. En los libros siempre utilizo recursos que me son queridos o familiares porque voy a vivir en ese mundo durante uno o dos años.

—Es conocido que pidió ayuda para documentar­se a unos expertos en

abrir cajas fuertes…

—Sí. Como en una de las escenas Max, que es un ladrón de guante blanco, un canalla, debía abrir una, necesitaba saberlo. Fui a ver a unos especialis­tas, me llevaron una caja fuerte de la época y me enseñaron. Cuando lo conseguí me sentí extremadam­ente feliz. Al final, cuando escribes una novela, aprendes muchas cosas.

—¿Por qué dejó a un lado la escritura de esta novela durante dos largas décadas?

—Porque no conseguía contar la historia como yo quería. Veinte años después la recuperé. Me di cuenta de que cuando empecé todavía no había vivido lo suficiente para escribirla. Todavía no tenía la vejez, el cansancio y la mirada lo bastante estragada para entender a los personajes. Fui demasiado ambicioso, pero vi el peligro.

—¿Ahora, casi diez años después de publicarse, cambiaría algo de ella?

—No lo sé porque jamás he leído una de mis novelas. Las escribo, las corrijo y las entrego. Después las olvido. No he vuelto sobre ellas ni creo que un autor deba hacerlo porque cada novela correspond­e a un momento de la vida, a una mirada y a una situación concreta. Es posible que fuera diferente, pero prefiero no saberlo.

—¿Qué papel juega la mujer en la obra?

—Una mujer inteligent­e es capaz de llevar al hombre a lugares muy complejos. Y quería que Max, el protagonis­ta, llegase a esos sitios. Ese profundiza­r, ese asomarse a las zonas oscuras de la cabeza de una mujer fue una experienci­a muy interesant­e. Primero narrativam­ente, pero también porque me obligó a reflexiona­r, recordar, pensar y sacar conclusion­es sobre la forma en la que la mente de una mujer se asoma a sitios que los hombres no son capaces de imaginar. Max me gusta, pero ella es un personaje muy potente a nivel psicológic­o y sexual.

—¿Tiene algo de sexual el tango?

—El tango es la única forma de hacer el amor vestido.

—¿A qué políticos pondría a bailar un tango?

—No me envilezca la novela mezclándol­a con la basura esta.

Renacer «Basta el recuerdo de un amor para que las virtudes que parecen olvidadas emerjan de nuevo»

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ISABEL PERMUY Arturo Pérez-Reverte
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