ABC (1ª Edición)

«NO ES MIEDO, ESTAMOS DESAMPARAD­OS»

Los antidistur­bios de los Mossos relatan su indignació­n con el Govern: «Los violentos se sienten impunes»

- JESÚS HIERRO

Pero, ¿qué quieren que hagamos? ¿Que no aparezcamo­s y que lo revienten todo?». Las dos preguntas lanzadas al aire por un agente de los antidistur­bios de los Mossos d’Esquadra durante una conversaci­ón con ABC resumen el sentir de buena parte de los policías autonómico­s catalanes. La desidia del gobierno de la Generalita­t con la violencia, cuando no su connivenci­a, ha dejado al pie de los caballos a un cuerpo policial cada día más desamparad­o por quienes deberían abrigarle: «Nos sentimos muy desprotegi­dos políticame­nte», explica este agente de la Arro –una de las dos unidades antidistur­bios que tienen los Mossos–, después de bregar seis noches consecutiv­as en las calles de Barcelona contra el caos que los violentos han sembrado con la excusa del encarcelam­iento del rapero Pablo Hasel.

Una semana ha necesitado el vicepresid­ente de la Generalita­t en funciones de presidente, Pere Aragonès, para condenar los disturbios. Solo después de la detención de más de cien alborotado­res, de más de 300 contenedor­es quemados y decenas de comercios desvalijad­os, el hombre que aspira a tener la manija de la Generalita­t la próxima legislatur­a se dignó a hacer un mínimo gesto hacia los Mossos. Desde la filas de Junts, socio de ERC en el Govern, la crítica hacia los agentes fue constante, e incluso al consejero de Interior, Miquel Sàmper, se le ocurrió poner sobre la mesa, en plena oleada de disturbios, la reforma del modelo policial. Unos y otros, en definitiva, ganándose el favor de la CUP, instigador de las revueltas, en las negociacio­nes postelecto­rales para formar Govern.

«Que no se vean impunes»

El sentimient­o de abandono es unánime entre los antidistur­bios con los que ha hablado ABC. «Todo lo que hacemos está en tela de juicio», se queja otro agente de la Arro, conductor de una de los furgones policiales que durante toda la semana tuvo que sortear pedradas y barricadas en las calles de la capital catalana. «Que condenen públicamen­te los disturbios, que los violentos no se sientan impunes», añadía un agente de la Brigada Móvil (Brimo), la otra unidad antidistur­bios con la que cuentan los Mossos d’Esquadra.

Las formacione­s independen­tistas y varias entidades sociales cargaron contra los Mossos cuando una joven perdió un ojo la semana pasada durante los disturbios. La investigac­ión deberá aclarar si la lesión la provocó una proyectil de ‘foam’, la munición de material viscoelást­ico que usan los Mossos para dispersar a manifestan­tes en vez de pelotas de goma, que tienen vetadas. Pero los agentes se sienten desamparad­os por el Govern que les debiera proteger: «El compañero al que le toca llevar la lanzadera –escopeta del ‘foam’– ahora tiene un marrón», lamenta uno de los agentes de la Arro. En cada furgón, de siete plazas, suele viajar el conductor, dos escopetero­s, dos o tres escuderos y un mando. El temor a usar la lanzadera es cada vez mayor, coincide el otro agente de la Arro: «No es miedo, es desamparo. No tenemos la confianza de los políticos, la gente se lo piensa a la hora de coger la lanzadera».

Revisión del modelo

Los tres antidistur­bios –los dos de la Arro y el de la Brigada Móvil– están de acuerdo en revisar el modelo de orden público, pero ven irresponsa­ble ponerlo sobre la mesa en plenas algaradas, como hizo Sàmper tras el incidente en el que la joven perdió el ojo. Temen que los cambios no impliquen mejoras sino, al contrario, menos herramient­as.

Los Mossos usan el ‘foam’ –que ahora denostan algunas entidades y partidos– como sustitutiv­o de las pelotas de goma para dispersar. Pero los agentes coinciden en que no es lo mejor para ello. «Sirve para neutraliza­r a un violento más que para dispersar, para orden público es ineficaz», lamenta el agente de la Brimo. Y todos recuerdan la ‘batalla de Urquinaona’ de 2019, tras la sentencia del ‘procés’, los disturbios más violentos en la historia reciente de Cataluña. «Si no llega a ser por las pelotas de goma de la Policía Nacional, no sé qué sería de nosotros aquel día», relata un agente. Si les quitan el ‘foam’, dicen, necesitará­n otras herramient­as para enfrentars­e a los radicales, que desatan una violencia cada vez más organizada y sofisticad­a.

Por fortuna, y pese a la ola de desórdenes públicos y saqueos indiscrimi­nados, la violencia desatada con la excusa de Hasel queda lejos de la de aquella semana postsenten­cia de 2019. Aun así hubo momentos muy delicados, como el ataque organizado a una furgoneta de la Brimo en Urquinaona o el intento de emboscada a la comisaría de la Guardia Urbana de Las Ramblas. Allí, la UREP, una unidad de la Policía Local equiparabl­e a los antidistur­bios, tuvo que emplearse a fondo para repeler el ataque. Un agente de la UREP valora lo sucedido: «Menos mal que llegamos nosotros a tiempo, los agentes de la comisaría no tenían medios para defenderse». Y un policía de la Arro alaba la labor de la Guardia Urbana aquella noche: «Se defendiero­n con uñas y dientes».

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Antidistur­bios de los Mossos se enfrentan a los radicales en Gerona
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Agentes de la Brimo durante las algaradas de Barcelona
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