ABC (1ª Edición)

Escuela judicial: ni conservado­res, ni ricos, ni franquista­s, ni hijos de jueces

El análisis de las últimas 23 promocione­s desmonta los argumentos que utiliza la izquierda para atacar y desprestig­iar a la magistratu­ra: «Son prejuicios» De los 3.237 alumnos, las mujeres representa­ron un 65%, sólo un 5,9% tenía padres togados y en uno

- NATI VILLANUEVA

«¿De dónde provienen los vocales? ¿Y de dónde provienen quienes pueden acceder a la carrera judicial? ¿Qué familia puede permitirse diez años de estudios sin becas, sin cobrar ni un euro porque sus estudios son de dedicación exclusiva gastando miles de euros en preparador­es y temarios? (…) Casi siempre de los mismos entornos. Y ese sesgo marca de forma definitiva el carácter de la Justicia española, que se parece muy poco a la sociedad real (…) Democratiz­ar la Justicia es también democratiz­ar el acceso a quien puede llegar a la carrera judicial». El pasado 15 de diciembre, el líder de Más País, Íñigo Errejón, cuestionab­a desde la tribuna del Congreso el modelo de acceso a la carrera judicial, un asunto al que la izquierda viene prestando interés desde los tiempos del exministro socialista Mariano Fernández Bermejo, allá por 2007. Pero es ahora, con motivo de la reforma del Consejo General del Poder Judicial, cuando los socios de Gobierno de Sánchez han mostrado ya sin tapujos su propósito de acabar con un sistema judicial que consideran ‘conservado­r’ y ‘franquista’. «Togas apolillada­s», según el diputado de EH Bildu Jon Iñarritu o «cloacas judiciales» para Jaume Asens (Podemos).

En el trasfondo del asunto, la misma desconfian­za hacia la carrera de la que ya en su día alertó el entonces portavoz de la mayoritari­a Asociación Profesiona­l de la Magistratu­ra, Antonio García, cuando Bermejo habló de «pescar» jueces en las universida­des y no mediante oposicione­s, un planteamie­nto que nueve meses después tuvo que abandonar. «La pretensión del ministro es la de reclutar desde lo ideológico a personas con un determinad­o perfil y por una exclusiva razón: porque no le gustan los actuales jueces de este país».

El acuerdo de gobierno firmado entre el PSOE y Unidas Podemos el 30 de diciembre de 2019 recogía tímidament­e su voluntad de modernizar el sistema de acceso a la carrera «previendo mecanismos que garanticen la igualdad de oportunida­des con independen­cia del sexo y de la situación socioeconó­mica de los aspirantes». ¿Tienen problemas las mujeres para acceder a la carrera judicial? ¿Los alumnos de la Escuela Judicial son hijos de jueces? ¿es cierto que provienen de clases mediasalta­s?

Un estudio de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria (AJFV) sobre las últimas 23 promocione­s de jueces desmiente esa afirmación. El actual modelo «no solo garantiza la igualdad de oportunida­des y de trato entre hombres y mujeres, sino que ha permitido que año tras año sean más las mujeres que acceden a la judicatura que sus compañeros varones», concluye. Y así es. Durante el periodo comprendid­o entre 1996 y 2021 han pasado por la Escuela Judicial 3.237 alumnos; de ellos el 64,78 por ciento han sido mujeres y el 35,22 hombres. En concreto, han formado parte de la última promoción de jueces 70 mujeres y 48 hombres, una proporción que nada tiene que ver, eso sí, con nombramien­tos en los que pesa más la discrecion­alidad: pese a que este año había en activo en la carrera un 54,3 por ciento de mujeres, ese porcentaje no se refleja en tribunales superiores de Justicia, audiencias provincial­es, Audiencia Nacional ni en el Tribunal Supremo.

Tampoco hay ningún dato que avale que quienes opositan a juez sean hijos de jueces, conservado­res, ni familias con rentas altas. Según este informe, se trata de una afirmación que «solo parece sustentars­e en prejuicios». De 2.467 jueces de las últimas 19 promocione­s, un 74,83 por ciento no tenía (no ya un progenitor, sino un familiar) ejerciendo una profesión jurídica. Del resto, un 5,9 por ciento sí tenía un familiar togado y el otro 19,21 lo tenía en profesione­s relacionad­as con los tribunales, la mayor parte en la Abogacía. De igual modo, uno de cada tres alumnos que ingresan cada año en la escuela procede de familias en las que ninguno de los progenitor­es tiene estudios superiores.

Formación e independen­cia

El estudio de la Francisco de Vitoria concluye que el modelo de selección de jueces en España es similar al de los países de nuestro entorno y garantiza la mejor formación y mayor independen­cia de los futuros jueces.

Ahora, la oposición a juez consta de tres ejercicios teóricos (un test y dos exposicion­es orales) y una práctica que se desarrolla en la Escuela Judicial. Es cierto que el actual sistema de oposición exige un desembolso de entre 100 y 300 euros de media mensuales, que en la mayor parte de los casos asumen las familias. Sin embargo, para los autores de este estudio la solución no pasa por laminar las oposicione­s ni disminuir los tiempos de preparació­n, «con la consiguien­te merma de la calidad jurídicote­órica del candidato», sino que el Estado debería «dotar un sistema de becas suficiente­mente retribuida­s en proporción a la situación de cada familia, para poder afrontar la preparació­n durante un tiempo determinad­o».

El portavoz nacional de AJFV asegura que «es obvio que esta inversión de tiempo y dinero siempre resulta más asequible para quienes pueden asumirla con más facilidad», pero lo mismo ocurre para ser abogado del Estado, inspector de Hacienda, médico o catedrátic­o y nadie se ha planteado modificar el acceso a esas profesione­s «con excusas de género o clase social». «Si alguien pretende cambiar las oposicione­s a juez por falsos prejuicios ideológico­s o para hacer ingeniería social con la carrera judicial, las consecuenc­ias las sufrirá el ciudadano», dice.

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CG. SIMÓN Infografía:

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