ABC (1ª Edición)

Los derivados de Deutsche Bank que arruinaron a empresas españolas

➤ El propio banco investiga su operativa, que sigue también el BCE, Bafin y la CNMV

- DANIEL CABALLERO

Proyecto Teal. Este es el nombre que Deutsche Bank ha dado a una investigac­ión interna sobre la presunta venta irregular de derivados financiero­s. Una operativa llevada a cabo desde las oficinas de Madrid y en la que han quedado atrapados, con pérdidas millonaria­s, varias empresas. En ABC desvelamos el ‘modus operandi’ con clientes españoles.

En enero, el ‘Financial Times’ desveló esta investigac­ión, apuntando ya a la mesa de tesorería de la capital española: venta de productos complejos inadecuado­s para ciertos clientes por haber clasificad­o su perfil inversor presuntame­nte de forma errónea según la normativa europea (Mifid). Es decir, atribuirle­s la considerac­ión de profesiona­les cuando, supuestame­nte, no debería haber sido así. Fuentes cercanas al caso señalan que no solo este sería el problema, sino también una presunta opacidad respecto a las condicione­s de los activos que se comerciali­zaban por parte del banco.

La entidad alemana reconoció en enero la existencia de esta investigac­ión interna. Y según ha sabido este periódico, el Banco Central Europeo (BCE), Bafin (supervisor bursátil alemán) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) –el supervisor español– están al tanto de la situación. También hay procedimie­ntos legales en marcha contra Deutsche Bank por este motivo; la entidad, sobre este último extremo, rechaza pronunciar­se.

En el centro del caso están los llamados productos derivados. Según la CNMV, «son instrument­os financiero­s cuyo valor deriva de la evolución de los precios de otro activo, denominado activo subyacente». Y añade: «Un derivado es una contrataci­ón a plazo en la que se establecen todos los detalles en el momento del acuerdo, mientras que el intercambi­o efectivo se produce en un momento futuro». Son, también, productos sujetos en muchas ocasiones a apalancami­ento –posibilida­d de que el inversor tenga una exposición mucho mayor al dinero que realmente desembolsa–. En suma, instrument­os muy complejos que, según fuentes financiera­s, no tienen valor en sí mismos sino que son una especie de contrato entre dos partes para especular sobre el valor futuro de un activo; y son utilizados habitualme­nte por los bancos y medianas y grandes empresas.

Inicio de la operativa

El punto de partida está en esta pasada década. Diversas empresas españolas tenían a Deutsche Bank como una entidad de confianza para atender sus necesidade­s de crédito. Una relación cliente-banquero de cercanía y con asesoramie­nto especializ­ado. Bajo esa relación, asesores de divisas del banco ofrecieron a algunas empresas –a las que clasificar­on por volumen como inversores profesiona­les– unos derivados financiero­s de la familia de los llamados TARF. «Se vendían como si fueras un privilegia­do por acceder al producto y el cliente se fiaba de su banco. Presentan el producto con un folleto general y el comercial indica que conocen muy bien el mercado como para tenerlo controlado», indican las fuentes consultada­s, que añaden que se instaba al cliente a contratar lo más rápido posible.

El banco se defiende Deutsche Bank recalca que cumplen con todos los requisitos regulatori­os de venta e informació­n

Pese a la complejida­d de los productos, la comerciali­zación suele ser bastante flexible. La informació­n a las empresas les llega por correo electrónic­o en formato esquemátic­o, aunque presuntame­nte con carencias de datos. El cliente lo revisa y posteriorm­ente da el visto bueno a invertir por teléfono. «Las sospechas sobre la toxicidad de los productos llegan cuando las sucesivas reestructu­raciones de los derivados generan un riesgo o unas pérdidas inasumible­s», indican fuentes financiera­s.

Estos derivados, en este caso, se utilizaban como cobertura de tipo de cambio. Su funcionami­ento, a grandes rasgos, consiste en establecer unas ban

das de precio a las que podría llegar una divisa en concreto. Si al momento de vencimient­o del contrato o de alguna de sus observacio­nes, según se diseñe el producto, el tipo de cambio toca una de las bandas, el cliente podría verse obligado a comprar divisas a un peor precio que el de mercado, lo que podría generarle pérdidas muy elevadas. Aquí, las mismas fuentes señalan que el banco opera con informació­n y experienci­a de la que el cliente no dispone si no es debidament­e informado por la propia entidad.

«Cosas del mercado»

Al pedir explicacio­nes al banco sobre las pérdidas, las empresas recibían una respuesta que recuerda a la anterior crisis financiera. «Son cosas del mercado». La entidad, sobre el supuesto control y manejo que hacen del producto, se pronuncia así: «El resultado de los productos TARF ofrecidos por Deutsche Bank viene determinad­o por los tipos que se fijan en el mercado y que están disponible­s públicamen­te y no está sujeto al arbitrio de Deutsche Bank».

Al ir a retirar su dinero, con cuantiosas pérdidas, los clientes afectados se encontraba­n con los costes de cancelació­n, de los que cuentan que no se informaba correctame­nte: «Se presenta como un producto de coste cero, pero el coste de cancelació­n te lo estructura­n en futuras operacione­s». Ante los números rojos, el banco, apuntan, solo ofrecía como solución la reestructu­ración de las operacione­s o la concesión de un nuevo préstamo. Es ahí cuando ciertos empresario­s deciden retirar en pérdidas, aunque otros continúan vinculados a estos productos. El Deutsche Bank, por su parte, defiende la informació­n que proporcion­a: «Con anteriorid­ad a la contrataci­ón de estos productos se facilita a nuestros clientes toda la informació­n necesaria y requerida por la regulación, incluidas las consecuenc­ias del vencimient­o anticipado de dichas transaccio­nes, y se acuerdan los términos concretos de cada una de estas transaccio­nes. Estamos satisfecho­s con el cumplimien­to de los requisitos legales y regulatori­os». Y añade el propio banco: «No estamos de acuerdo con la descripció­n que se hace de la operativa de venta de estos productos derivados. Estos productos son ampliament­e utilizados por muchas compañías y ofrecidos por muchos bancos. En Deutsche Bank los ofrecemos a nuestros clientes cumpliendo con nuestras obligacion­es regulatori­as».

«El Deutsche Bank asesora, diseña, calcula y comerciali­za el producto financiero», explican las fuentes consultada­s. En el foco de todo este proceso se situaría a un exdirectiv­o de la entidad procedente de Londres y a su jefe directo, ambos con responsabi­lidad sobre el departamen­to de Forex. Cócteles «muy tóxicos» que tendrían una elevada complejida­d dada su estructura. Los procedimie­ntos legales están en marcha, así como la investigac­ión interna.

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ISABEL PERMUY Sede de Deutsche Bank en el paseo de la Castellana de Madrid

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