ABC (1ª Edición)

La apisonador­a de la amoralidad

Sánchez ha traído una novedad a nuestra política: todo le da igual

- LUIS VENTOSO

ME entra un guasap de un amigo. Es un vídeo, con Sánchez muy sonriente y una advertenci­a de esas que pone Zuckenberg de ‘reenviado muchas veces’. Me da pereza el protagonis­ta, pero por aprecio al remitente pincho. Resulta que se trata de un audio de Cope, en el que habla Carlos Herrera, quien ha tenido el sentido de la oportunida­d de repescar frases de un mitin de Sánchez ‘de hace un par de años en Cataluña’. Se trata de unas declaracio­nes que según el gran comunicado­r deberían obligar al presidente ‘a dar explicacio­nes o a meterse debajo de un agujero’. Lo que dice Sánchez literalmen­te es lo siguiente: «¿Os imagináis, amigos, esta crisis en Cataluña con la mitad del Gobierno defendiend­o la Constituci­ón y la otra mitad, con Podemos dentro, diciendo que hay presos políticos en Cataluña y defendiend­o el derecho a la autodeterm­inación? ¿Dónde estaría España? ¿Y dónde estaría la izquierda?». Pues bien, ya estamos ahí, y gracias al propio Sánchez.

La Factoría de la Propaganda, lo único que funciona en una Moncloa especializ­ada en escaquears­e de los problemas, se inventó ayer una ceremonia que Sánchez ensalzó como ‘el primer acto de estas caracterís­ticas en Europa’. Es el primero, sí, porque a ningún gobernante vecino se le ocurriría organizar un ‘show’ de autobombo con algo tan serio. Un acto además falsario, pues su protagonis­ta, Sánchez, nada pintó en lo que se pretendía simbolizar: la derrota de ETA. La ceremonia consistió en la destrucció­n en el patio de una escuela de la Guardia Civil en Madrid de 1.337 armas decomisada­s a ETA y el Grapo. Fueron colocadas en tres hileras y una excavadora les pasó por encima ante la mirada de Mi Persona, seis ministros y algunas asociacion­es de víctimas (otras dieron el plantón por la doblez del Gobierno con ellas). Ninguno de los expresiden­tes del Gobierno quiso asistir, ni siquiera Zapatero. Tampoco Aznar, que fue quien realmente desfondó a ETA, al desmontar su entramado monetario y político. Sánchez, inasequibl­e al concepto rubor, manifestó que «no podemos olvidar; no podemos consentir que se deforme la memoria de las víctimas». Unas manifestac­iones muy notables. Pues vienen de quien ha blanqueado a Bildu, la sucesión política de ETA, y pastelea con ella; de quien ha otorgado las mayores gracias jamás vistas a los sicarios etarras; de quien acaba de conceder al PNV la gestión de las cárceles vascas, lo que se traducirá en una amnistía por goteo mediante mercedes penitencia­rias; y de quien se apresta a reformar los delitos de odio para que amenazar y vejar a las víctimas salga totalmente gratis.

En la política española también ha irrumpido una apisonador­a: la de la amoralidad táctica. Tenemos al primer presidente de nuestra democracia al que todo le resbala, que es capaz de sostener impertérri­to, y hasta altivo, una cosa y su contraria según le convenga. ¿De qué pasta moral estará compuesto? ¿Dormirá bien nuestro doctor cum laude cada vez que engaña a los españoles? Probableme­nte a pierna suelta y encantado de haberse conocido.

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