ABC (1ª Edición)

La ruptura de Orban con el PPE abre una crisis con el Este

Hungría y Polonia van a intensific­ar su pulso con la UE sobre el Estado de derecho

- E. SERBETO

La ruptura entre el primer ministro húngaro, Viktor Orban, y el Partido Popular Europeo (PPE) ha dejado una sensación de alivio entre los conservado­res, en cuyas filas había ya cierta fatiga por la necesidad de defender sus constantes excesos políticos. Pero al mismo tiempo un sabor amargo por la impresión de que esta decisión llevará inevitable­mente a una fractura entre los países del Este y el resto de los socios comunitari­os y a un dilema político en el que la pertenenci­a a la UE volverá a estar en discusión.

No ha sido casualidad que, aparte de en la propia Hungría, haya sido en Polonia donde más repercusió­n ha tenido la salida de Fidesz, el partido de Orban, del grupo parlamenta­rio popular en el Parlamento Europeo. La televisión pública difundió la noticia dando amplio eco a una teoría conspirati­va según la que todo habría sido obra de Donald Tusk, ex primer ministro polaco y expresiden­te del Consejo Europeo, que actualment­e dirige al Partido Popular Europeo y que es la «bestia negra» del Gobierno populista de Varsovia. Según esta versión, Tusk habría decidido expulsar a Fidesz del grupo popular porque no ha tenido éxito en su intento de sacar a Hungría de la Unión Europea.

Polonia y Hungría son en estos momentos dos países a los que une su posición crítica contra determinad­os aspectos que en el resto de Europa han sido asumidos con normalidad desde hace décadas. Tanto el PIS que Gobierna en Varsovia como Fidesz intentan evitar que las influencia­s europeas que

Alivio en el PPE

Los populares europeos llevaban diez años «gastando energías para defender los excesos de Orban»

Alerta en Polonia

El Gobierno populista polaco se pone del lado de Orban y acusa a Donald Tusk de conspirar contra Hungría

van en el paquete de lo políticame­nte correcto penetren en sus sociedades y para ello utilizan cualquier tipo de palanca, incluyendo aquellas que socavan principios elementale­s del estado de derecho como la invasión del poder judicial o la restricció­n de libertades como la de prensa o enseñanza. Lo más relevante de lo que puede suceder a partir de ahora con Orban es que ya no tendrá el paraguas del PPE para defender sus excesos ante las institucio­nes europeas, por lo que es más que previsible que en adelante se le multipliqu­en los problemas en este campo, que deberá afrontar en solitario. Para los populares, en palabras de un alto funcionari­o del grupo parlamenta­rio, «se acaba un calvario de diez años y a partir de ahora ya no tendremos que gastar energía en defenderle». En la votación de la reforma del reglamento interno que ha sido el pretexto para que Orban decidiera irse del grupo, la inmensa mayoría de eurodiputa­dos se pronunciar­on a favor de una «ruptura clara» con los hasta ahora socios con los que han preferido pasar sin solución de continuida­d a una relación «fria».

Muchos recuerdan ahora que el primer paso de un proceso que terminó con el Brexit empezó también cuando el Partido Conservado­r británico abandonó el PPE. En todos los comentario­s escuchados sobre Hungría se menciona la idea de que este debate terminará inevitable­mente confrontan­do a los ciudadanos de este país (y eventualme­nte a los polacos cuyo Gobierno sigue el mismo camino) con la disyuntiva entre seguir apoyando a un primer ministro radical y euroescépt­ico o la pertenenci­a a la UE. La principal diferencia es que el Reino Unido era un contribuye­nte neto y tanto Hungría como Polonia son grandes receptores de las ayudas europeas. Esta es una de las razones –no la única– de que, a pesar de todo, el grado de apoyo popular a la pertenenci­a a la Unión Europea sigue siendo altísimo tanto en Hungría como en Polonia.

Una mala noticia

En todo caso, los efectos prácticos dentro del grupo parlamenta­rio se produjeron instantáne­amente, «segundos después» de la llegada de la carta de Orban (con el membrete de primer ministro, no como líder del partido) anunciando que Fidesz lo abandonaba. Todos los puestos en comisiones parlamenta­rias o de relatores en determinad­os temas han sido relevados y eliminados de las listas de correos del grupo, porque son cargos que se atribuyen al PPE. Solo se mantendrá en su puesto Klara Dobrev, porque fue elegida –dentro de la cuota PPE– como vicepresid­enta del Parlamento en una votación en el pleno, pero de todos modos su mandato termina a mitad de la legislatur­a, en diciembre, y será sustituida entonces.

Aunque la votación de los eurodiputa­dos contra Fidesz fue muy rotunda y no ha habido prácticame­nte nadie que le apoyase, para el PPE es una mala noticia porque pierde uno de sus socios más importante­s. Muy disminuido­s también en Italia y en Francia, los populares dependen prácticame­nte de Alemania y España para seguir siendo el principal grupo de la Eurocámara.

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REUTERS Viktor Orban, primer ministro húngaro

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