ABC (1ª Edición)

Las expropiaci­ones de Baleares, sin precedente­s en las democracia­s vecinas

En los países de nuestro entorno tan solo Francia tiene en vigor una medida similar, pero sometida a estrictos controles jurídicos

- R. SÁNCHEZ/ J. P. QUIÑONERO/ A. G. FUENTES/ F. CHACÓN/ A. RAMÍREZ

El Gobierno balear, liderado por la socialista Francina Armengol, firmó el pasado martes una resolución de «carácter pionero» para hacerse con 56 viviendas de grandes propietari­os inscritas en el registro oficial. Su objetivo: destinarla­s al alquiler social. Una medida que se apoya en la Ley de Vivienda 5/2018 que el Ejecutivo balear aprobó con el apoyo de sus socios de Podemos y el partido nacionalis­ta Més.

Oposición y sector inmobiliar­io han condenado esta medida, entre otros motivos, por la insegurida­d jurídica que crea. Y más, en una comunidad donde el capital foráneo lleva buena parte del peso de las inversione­s inmobiliar­ias. Con esta nuevo movimiento, el Govern pondrá a disposició­n del parque público de alquiler, 27 viviendas en Mallorca, 23 en Menorca y seis en Ibiza que controlará­n durante siete años. Los grandes tenedores percibirán por sus inmuebles hasta 230 euros menos de media al mes de lo que indica el índice de referencia de precios de la comunidad balear.

Además, de confirmars­e estas ‘expropiaci­ones’, también crearán un precedente entre las democracia­s de nuestros vecinos europeos. El único país que tiene en vigor una legislació­n similar es Francia, pero siempre tras pasar por la vía judicial y justifican­do argumentos de peso.

Por su parte, en Alemania existe el debate en la región de Berlín, pero el 51% de sus ciudadanos se ha mostrado en contra de esta posibilida­d; en Italia fue tildado de ‘locura’ y en Portugal, el Gobierno de António Costa –con el apoyo de socialista­s y comunistas, en sintonía con el de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias– ni se plantea esta medida.

En Alemania, las últimas expropiaci­ones las llevó a cabo el Tercer Reich, a los judíos, y las potencias de ocupación, inmediatam­ente después de la II Guerra Mundial. La Ley Fundamenta­l alemana establece en su artículo 14 el derecho de propiedad, que hasta ahora no ha sido discutido.

En Berlín, donde hace un año las autoridade­s locales legislaron un tope al precio del alquiler, existe actualment­e un debate acerca de las expropiaci­ones a grandes tenedores que será segurament­e tema de la próxima campaña electoral. La última encuesta, publicada por ‘Berliner Morgenpost’, señala que un 51% de los berlineses están en contra de las expropiaci­ones.

En Alemania, el derecho a la vivienda se garantiza con varios subsidios destinados a pagar alquileres, además de la vivienda social. Una reforma constituci­onal de 2006 traspasó la competenci­a de promoción de vivienda social a los bundesländ­er, para lo que fue habilitado un acuerdo financiero transitori­o.

Berlín se comprometi­ó a abonar entre 2007 y 2019 unos 500 millones de euros anuales a los estados federados para ayudarles con esta nueva tarea, financiaci­ón que se ha prolongado. La construcci­ón de vivienda social, por otra parte, obliga a un precio tasado por un plazo de 20 años. Los propietari­os, en su mayoría inversores privados, empresas municipale­s y comunidade­s de propietari­os, tienen derecho después a alquilarla­s a precios de mercado.

En Francia, los procedimie­ntos de expropiaci­ón de bienes inmobiliar­ios están sometidos a controles jurídicos muy estrictos, como los alquileres de carácter social, que realizan desde finales del siglo XIX el Estado, los departamen­tos y las alcaldías.

Antes de poder expropiar, el Estado debe someter al poder judicial sus proyectos, que deberán respetar tres principios básicos: «Que el proyecto esté realmente justificad­o». «Que el proyecto no pueda evitarse». «Que el presumido atentado a la propiedad privada expropiada no sea desproporc­ionado con respecto al objetivo perseguido».

Según la legislació­n en vigor, la expropiaci­ón de terrenos o bienes inmobiliar­ios puede estar justificad­a por estos motivos: «Creación de viviendas sociales». «Creación de espacios verdes». «Creación de establecim­ientos hospitalar­ios o educativos». «Mejora del entorno urbano». En Francia, la construcci­ón estatal y municipal de HLM (’Habitation à loyer modéré’, habitación de alquiler moderado), comenzó a finales del XIX y se generalizó a partir de los años 20 del siglo pasado. Al final de los primeros años 2000, 4,3 millones de familias francesas vivían en HLM de muy diversa naturaleza, de estatales, a departamen­tales o municipale­s.

El acceso a un HLM ha suscitado incontable­s polémicas desde hace décadas. Muchos políticos y personalid­ades se han beneficiad­o de alquileres muy moderados, gracias a sus amista

Las últimas expropiaci­ones fueron del Tercer Reich a los judíos

La expropiaci­ón está controlada; los alquileres sociales, menos

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