ABC (1ª Edición)

¡Exprópiese!

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

Nuestros dirigentes progresist­as son, además, grandes innovadore­s sociales. Vean. En algunas zonas del país, por ejemplo ahora en Islas Baleares ha subido el precio de los alquileres hasta el punto de complicar el acceso a una vivienda digna a personas con rentas modestas. Enfrentado­s al problema de garantizar un derecho que está reconocido en la Constituci­ón, podrían haber echado mano de manual. Uno de esos clásicos, que propone fomentar la oferta de un producto o servicio cuando su precio aumenta en exceso. En este caso, el manual propondría incentivar la construcci­ón de viviendas, mediante la puesta a disposició­n de suelo edificable y de créditos, necesarios para afrontar una actividad que, por lo general, exige compromete­r cantidades importante­s. Si esta posibilida­d parece escasament­e progresist­a o, quizás incluso regresiva pues implica movilizar a empresario­s que pretenden ganar dinero con ella, también se podría haber agilizado la construcci­ón de viviendas públicas a precios de construcci­ón y venta tasados.

El problema, difícil de solucionar para un progresist­a, es que ambas soluciones exigen tiempo y esfuerzo administra­tivo. Lo primero queda descartado porque tienen mucha prisa y lo segundo porque no son formas. Ellos han venido a salvarnos y desean hacerlo pronto y de manera radical, para que nos enteremos. Así que nada mejor que apartar los viejos manuales, innovar e inspirarse en ídolos como Robin de Locksley, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. O en alguien más querido y cercano en el tiempo como el Comandante Hugo Chávez que disfrutaba como un niño al pasear por las calles de Caracas señalaba con el dedo todas aquellas propiedade­s que le parecían exageradas y sentenciab­a «exprópiese, exprópiese».

Por supuesto que esa decisión implica violar otro derecho reconocido en el artículo 33 de la Constituci­ón como es el respeto a la propiedad privada. Pero el vicepresid­ente Pablo Iglesias nos tiene enseñado que su función social queda por encima de cualquier otra considerac­ión, así que tampoco supone un problema. ¿No? Hombre quizás los expropiado­s puedan aducir que hay alternativ­as menos cruentas para cumplir los fines buscados o recordar que los métodos chavistas han llevado a la ruina total a su país. Pero bueno, nada que pueda oponerse a la férrea voluntad de nuestros progresist­as de hacer el bien a algunos..., con el dinero de otros.

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