ABC (1ª Edición)

Feminista en el mundo árabe

Nawal El Saadawi (1931-2021) Desde la cárcel creó la Asociación de Solidarida­d de las Mujeres Árabes

- JOSÉ MARÍA BALLESTER

TENÍA tan solo seis años Nawal El Saadawi cuando una noche fue bruscament­e despertada, sacada de la cama y llevada a un lugar situado al norte de El Cairo para que le fuese mutilado el clítoris. Mientras lloraba de dolor, su madre a modo de aprobación del acto, exhibió una sonrisa. Este triste episodio supuso para El Saadawi la toma de conciencia acerca de la dura situación de la mujer en el mundo árabe.

Su percepción inicial se fue consolidan­do, sobre todo cuando empezó a desempeñar­se como médico en el ámbito rural, función en la que alcanzó el suficiente prestigio como para incorporar­se, en calidad de alto cargo, al Ministerio de Sanidad. Hasta que en 1972 llegó el escándalo al volver a publicar –tras largos años de censura– ‘Mujeres y sexo’, libro que contribuyó a sentar las bases del feminismo árabe contemporá­neo.

Su esperado e inevitable cese en la Administra­ción pública –y también en su puesto de redactora jefe de una revista de temática sanitaria– significó el inicio de cuarenta años de una cruenta represión política que alcanzó su punto álgido en 1981, cuando fue incluida en el grupo de opositores que Anuar El Sadat decidió encarcelar pocas semanas antes de ser asesinado.

El Saadawi no solo no se amedrentó entre barrotes, sino que se las ingenió para crear la Asociación de Solidarida­d de las Mujeres Árabes, primera organizaci­ón feminista de Egipto. Asimismo, no dudó en enriquecer su anecdotari­o al conseguir plasmar sus pensamient­os en un rollo de papel higiénico con la ayuda de un bolígrafo introducid­o en su celda de forma subreptici­a, pues los carceleros tenían ordenes estrictas de impedir que escribiera.

Su salida de prisión no se tradujo en una mayor libertad intelectua­l: el acoso por parte del régimen continuaba siendo constante.

De ahí que a principios de los noventa optase por un exilio de tres años en Estados Unidos, donde el honor de acogerla como docente correspond­ió a la Universida­d de Duke. De vuelta a Egipto, a El Saadwi le tocaba esa vez enfrentars­e a un nuevo adversario, un islamismo en plena expansión, y cuyas autoridade­s no dudaban en acusarla de apostasía. Sin embargo, fue también una época de satisfacci­ones, pues en 2008 se prohibió la mutilación genital y tres años después, estallaron los vítores en cuanto llegó a la Plaza Tahrir durante las manifestac­iones que acabaron con el régimen de Hosni Mubarak.

Aunque fiel a sí misma, nunca perdió el espíritu crítico, tal y como se desprende de sus críticas de los últimos tiempos tanto al velo islámico, por ser símbolo de la opresión de la mujer, como a los atuendos femeninos demasiado despejados, por cosificarl­a.

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