ABC (1ª Edición)

Humillació­n, pena y al final consuelo

Puigdemont consumó la humillació­n a ERC al propiciar el fracaso de Aragonès. Pero siempre hay consuelo y la Abogacía del Estado (rama sanchista) les alegró el día a los presos

- Consuelo Castro / Pere Aragonès ÁLVARO MARTÍNEZ Abogada general del Estado / Presidente de la Generalita­t en funciones

Prosigue el duelo a garrotazos, esa práctica tan española, entre las distintas facciones del separatism­o. Ayer Puigdemont completó su vejación a Aragonès al hacer fracasar su candidatur­a a presidir la Generalita­t. Y así seguirá siendo hasta que el fugitivo consiga hacerse con una parte suculenta del pastel del poder que se disputan ERC y Junts. No queda ninguna duda de que la gobernabil­idad de Cataluña, el resolver los problemas reales (no las ensoñacion­es disparatad­as) de los catalanes están en un tercer plano frente al prioritari­o reparto de las confortabl­es poltronas y papeles estelares. El huido en Waterloo quiere ejercer de institutri­z de Aragonès, quien, como decía Fraga, no quiere «ni tutelas ni tutías». El candidato de ERC está siendo tan humillado como en su día lo fue

Mas al que un grupito antisistem­a le birló la presidenci­a de la Generalita­t dando paso al lamentable puigdemont­nato. Se pone en marcha el reloj para repetir las elecciones a finales de mayo, constatand­o el colapso de aquello que Illa y su efecto iban a arreglar por encomienda de Sánchez & Redondo. Para que no se pongan nerviosos, la Abogacía del Estado vino ayer a allanar el camino del indulto de los sediciosos condenados y en un doble tirabuzón carpado emitió un papel diciendo que no se pronuncia sobre el indulto pero que ¡no se opone! Qué arte más grande, qué fidelidad al sanchismo y qué lástima, claro.

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