«La capilla ahora es una UCI»
Al padre Diego Molina le pareció una noticia «muy triste», pero no dudó ni un minuto cuando la gerencia del hospital Virgen de la Nieves en Granada le comunicó en noviembre del año pasado que había que convertir la capilla del centro en una UCI ante el creciente número de personas hospitalizadas por Covid-19. «La capilla al final es cada una de las habitaciones en las que están los pacientes y lo más importante es la salud de los enfermos», asegura a este periódico el capellán de este centro hospitalario. Hasta la irrupción del virus, la sala donde funcionaba la parroquia había sido siempre uno de los lugares más concurridos del hospital, pero con la pandemia el trasiego de gente se redujo totalmente al quedar prohibidas las visitas a los enfermos.
Desde noviembre, en la antigua capilla se han podido salvar muchas vidas gracias a la instalación de catorce puestos para enfermos críticos. «La simple imagen de la iglesia llena de enfermos con sus respiradores, sedados y atendidos con todo el cariño y profesionalidad de los sanitarios me hacía imaginar que estábamos en un hospital de campaña», afirma. Durante los doce largos meses de pandemia, el padre Molina reconoce que los servicios sanitarios han aprendido mucho sobre cómo funciona este virus, lo que ha permitido humanizar la atención hospitalaria. «Al principio la soledad de los enfermos era absoluta. Ahora cuando una persona va a ser intubada puede entrar su familia para acompañarle y despedirse», explica el párroco, quien espera poder pasar página pronto para volver a rezar misa a los enfermos en su capilla.
ESENCIAL «La capilla, al final, es cada una de las habitaciones en la que están los enfermos»