Oración por las víctimas del Covid tras un año de pandemia
El Papa lanza un mensaje contra las divisiones políticas que fracturan a los católicos
Jadeando por el esfuerzo para arrodillarse y postrarse por tierra, el Papa Francisco permaneció ayer casi minuto y medio extendido sobre el pavimento de la basílica de San Pedro al comienzo de los oficios del Viernes Santo. El Santo Padre, que sufre un empeoramiento de su ciática desde hace tres meses, cojeaba muy visiblemente al caminar desde la sacristía sin la ayuda del báculo. En los oficios del Viernes Santo el Papa no pronuncia la homilía, sino que escucha la del predicador de la Casa Pontificia, un capuchino carismático seleccionado para esa tarea por san Juan Pablo II hace nada menos que 40 años, y que ahora cuenta ya 86 pero disfruta de buena salud. Le escuchaban también presencialmente unos cuarenta cardenales y casi un centenar de fieles en el ábside de la basílica de San Pedro.
Raniero Cantalamessa –filólogo, teólogo y gran intelectual– no pudo ser más claro al denunciar vigorosamente que «¡la fraternidad católica está herida!» y al señalar a la política como principal factor de división.
Sin referirse a ningún país en concreto, en los que sus líderes políticos instrumentalizan los sentimientos religiosos o antirreligiosos, Cantalamessa denunció que «la túnica de Cristo ha sido desgarrada por las divisiones entre las Iglesias; pero —lo que es peor— cada trozo de la túnica está dividido a menudo, a su vez, en otros trozos».
Ante la mirada atenta del Papa, el predicador se preguntó: «¿Cuál es la causa más común de las divisiones entre los católicos?». Y diagnosticó que «no es el dogma, no son los sacramentos o los ministerios». Sencillamente, «es la opción política, cuando toma ventaja sobre la religiosa y eclesial y defiende una ideología, olvidando del todo el sentido y el deber de la obediencia en la Iglesia». La solución, según el capuchino de la barba blanca, es «aprender del ejemplo de Jesús», quien vivió «rodeado de una fuerte polarización política», pues «había cuatro partidos: fariseos, saduceos, herodianos y zelotas». Aun así, «Jesús no se alineó con ninguno de ellos y se resistió enérgicamente al intento de arrastrarlo a un lado o al otro. La primitiva comunidad cristiana lo siguió fielmente en esta elección». No se dejaron politizar ni dividir por la política.
La misión del cristiano y de sus pastores no es dividir, sino unir, construir fraternidad como señala la encíclica ‘Fratelli tutti’ que, según Cantalamessa, «está idealmente dirigida a un público amplísimo, dentro y fuera de la Iglesia. En la práctica, a toda la humanidad. Abarca muchas áreas de la vida: desde lo privado a lo público, desde lo religioso a lo social y a lo político». Esa
encíclica es el camino para evitar nuevos desgarros a manos de populistas en estos difíciles momentos de pandemia.
Las víctimas de la pandemia
En la oración de los fieles se pidió «por todos los que sufren las consecuencias de la pandemia, para que Dios Padre conceda salud a los enfermos, fortaleza al personal sanitario, consuelo a las familias y salvación a todas las víctimas que han fallecido».
Por la mañana, el Papa se había acercado al recibidor del Aula de las Audiencias, convertido en centro de vacunación, que esta semana administrará gratuitamente la vacuna de Pfizer a otras 1.200 personas pobres o sin techo que reciben ayuda en refugios de instituciones católicas en Roma. Su visita fue una grata sorpresa para las personas acogidas en la Limosnería Apostólica y un gesto muy apreciado por los médicos y el personal sanitario.
El Sábado Santo, día del «gran silencio», el Papa presidirá la misa de la vigilia de la Pascua en la basílica de San Pedro a las siete y media de la tarde, de modo que todos los participantes puedan estar de regreso en sus casas antes del toque de queda. El domingo celebrará la misa de la Pascua a las diez de la mañana e impartirá al mediodía la bendición ‘Urbi et Orbi’.