La paradoja de Baleares Cuando ser la comunidad que más denuncia no es negativo
► El archipiélago encabeza las denuncias machistas desde hace años por la densidad geográfica y la alta tasa laboral femenina
Desde hace cinco años, Baleares lidera la lista negra de violencia de género con una ratio de 93,8 víctimas por cada 10.000 mujeres en 2020. El archipiélago acapara el interés de los titulares en negativo. «Tristemente». «La peor de España». «La región con más violencia». Pero, ¿qué hay detrás de esta terrible cifra? La disposición geográfica, la alta tasa laboral femenina, la población flotante extranjera y una mejor identificación de la agresión son algunas claves que apuntan los expertos y que plantean que Baleares no debería ser el farolillo rojo. Quizás lo contrario.
«Que haya más denuncias es un reflejo de que la mujer está dispuesta a denunciar y eso implica un primer paso hacia la recuperación de su vida y su autonomía», argumenta Victoria Ferrer, dándole la vuelta a los hechos en clave positiva. La catedrática de Psicología Social de Género de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) cree que uno de los factores que influyen es la configuración geográfica del archipiélago balear. «Con una población concentrada y sin dispersión de población, sin pueblos pequeños y aislados, es más fácil denunciar, ya que los lugares para ello [juzgados o comisarías] son más accesibles».
También influye que Baleares tenga una de las tasas de empleo femenino más altas de España y que, «aunque sea dentro de la precariedad, proporcione una independencia económica para desligarse del agresor». Aun así, falta un análisis más en profundidad, reconoce la experta, que recalca que este problema es multicomponente y que tener «más número de denuncias no significa necesariamente tener más víctimas».
Efecto barrera
El año pasado se registraron 5.838 denuncias por violencia de género en Baleares, un 10,1% menos que en el año anterior cuando se presentaron 6.493 denuncias, según el informe anual del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Los expertos explican este descenso generalizado en todo el país como consecuencia directa del confinamiento obligado por la pandemia sanitaria y están seguros de que se han quedado muchos casos en silencio.
Se calcula que más de 17.000 mujeres en todo el país no se atrevieron a poner una denuncia por miedo. El confinamiento y la crisis sanitaria y económica actuaron como barrera. «Muchas no lo hicieron porque tenían que convivir con el agresor bajo el mismo techo», señala María Durán, directora del Institut Balear de la Dona (Mujer) que en 2020 realizó 6.559 actuaciones para ayudar a víctimas de violencia sexista.
Aun así, Baleares está a la cabeza. Según Durán, los datos del Observatorio se calculan en función de los residentes –el número de empadronados– y deja fuera la población flotante, que es mucha en el archipiélago. «Por eso, si se limitaran solo a las españolas y extranjeras residentes registraríamos un porcentaje mucho menor», asegura la abogada especializada en la defensa de los derechos de las mujeres y los derechos humanos, que recuerda que solo en 2019 llegaron a Baleares 15.650.000 turistas, lo que supone «a ojo» más de cuatro millones de mujeres. Sin embargo, las tesis de que la población extranjera no residente sea uno de los principales causantes del alto nivel de denuncias en las Islas cojea para el año 2020, cuando el turismo se paró en seco y la población flotante cayó en picado.
Violencia psicológica «A una mujer que no le han dado una hostia es casi imposible que se la identifique»
Población «Con una población concentrada, sin pueblos pequeños y aislados, es más fácil denunciar»
Un año de trabajo
Otro dato que pasa desapercibido, «pero es importante», según la directora del Instituto, es que Baleares garantiza un año de trabajo a todas las víctimas de violencia machista que no tengan autonomía. Se les ofrece un puesto en la administración pública, en una ONG o en el tercer sector siempre acorde con su profesión
para elevar la autoestima y no depender del agresor.
En 2004 la violencia de género se empezó a llamar por su nombre y eso ha permitido identificarla. «De ahí que se denuncie más», apunta Eduardo Ramón, vicedecano de la Facultad de Derecho de la Universidad balear (UIB), que coincide en que liderar las denuncias de maltrato no implica que en Baleares haya más, sino que «la gente sabe que esto está tipificado como delito» y que cada vez «la conocemos más». El especialista en Criminología, Derecho Penal y doctor en Derecho Público advierte que es más fácil visualizar la violencia física, mientras que la psíquica «no existe». «A una mujer que no le han dado una hostia o no recibe amenazas es casi imposible que se la identifique como víctima penal de violencia de género», expone el profesor Ramón, que considera que los fiscales y jueces todavía no ven claro aquel tipo de maltrato «que no deja rastro físico». Por eso, ve necesario que el maltrato psicológico «vaya colando en el imaginario jurídico colectivo».
Las mujeres víctimas de violencia machista en Baleares fueron 5.506, con un descenso del 2,8% sobre el año anterior, según el Observatorio. De estas denunciantes, 2.468 víctimas eran de nacionalidad extranjera, el grupo que más preocupa al Instituto de la Dona. ¿Por qué? Porque dentro de este 44% se encuentran las que están en situación administrativa irregular y las que tienen residencia por reunificación familiar, es decir, «son mujeres más vulnerables que no denuncian porque temen que las expulsen del país o porque su situación en el país depende del hombre violento».
Confianza
Al Instituto balear no le alarma el alto número de denuncias en las Islas, todo lo contrario, cree que las mujeres confían en el sistema judicial y en que las administraciones dan respuesta. «El problema sería que no denunciaran», subraya su directora, a quien le inquieta, en cambio, el miedo de las víctimas a declarar contra el agresor.
Las renuncias aumentaron a pesar de que ha habido menos denuncias porque las víctimas tienen que seguir conviviendo con su agresor o por temor a lo que pasará con los hijos, y «eso aumenta la impunidad del violento». El Instituto de la Dona ha empezado a poner publicidad en castellano en algunos diarios locales gratuitos para informar a estas mujeres de que tienen una salida.