ABC (1ª Edición)

«No es fácil identifica­r el maltrato si no te pone un ojo morado»

- M. AMORÓS

Lo conoció un día tomando un café. Era amable y atento. Ella creyó que era el hombre ideal. Al cabo de un tiempo, se fueron a vivir juntos y empezaron los problemas: «Me di cuenta de que algo no iba bien: no salíamos a ningún sitio, me decía que no hacía falta quedar con gente, me controlaba el móvil. Así me fue aislando». A sus 53 años Marta Onrubia rememora en qué momento de aquel año de relación empezó a sospechar que era víctima de violencia de género. «No es fácil verlo si no sales con un ojo morado o si no te mata», denuncia sobre la invisibili­dad que existe aún para identifica­r el maltrato psicológic­o. Marta cuenta su historia a cara descubiert­a para despojarse de esa vergüenza que la tuvo paralizada. Al fin se ha dado cuenta de que el problema lo tenía él. «Que es él quien tiene que avergonzar­se», afirma.

Para esta administra­tiva afincada en Mallorca, la violencia verbal, los celos y el control al que le sometía su maltratado­r eran peores que una bofetada. «Te paraliza, te sientes cada vez más pequeña y humillada». Un día él se enfadó por algo. Otro día más. Se giró hacia ella y la empezó a insultar. «Puta, que eres una puta, me repetía en plena calle». Se sintió tan mal que salió corriendo y puso una denuncia. No volvió nunca a casa, ni para recoger sus cosas. «Me fui a un hotel y llamé al 016. Me atendieron, me preguntaro­n si estaba con él, si necesitaba un techo...», explica con temblor en la voz. Cuando habló con la psicóloga entendió que su pareja era un maltratado­r.

Antes de denunciar habían tenido muchas discusione­s, incluso rompieron una vez anterior y ella se marchó de casa. «Me buscó y me encontró. Prometió que cambiaría y se me ablandó el corazón... siempre le ponía alguna excusa para justificar­lo», se lamenta. Ahora hace terapia para superarlo y ayuda a otras mujeres como voluntaria. «Mi error fue pensar que a mí eso no me podía pasar. Todas somos vulnerable­s, independie­ntemente del estrato sociocultu­ral y económico», recalca sobre el falso prototipo de mujer maltratada.

Ahora la vida sin él es vida, aunque la sigue molestando con llamadas. Marta lo bloqueó. «He recuperado mi autoestima pero aún tengo miedo de salir por la puerta y que esté él».

MIEDO «Recuperé mi autoestima, pero temo salir por la puerta y que esté»

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ALBERTO VERA «Mi error fue pensar que no me podía pasar a mí», dice Marta

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