El ingeniero español que va a enviar su experimento al espacio
► Aprovechará las ‘rarezas’ de los líquidos en el espacio para probar su prototipo en la nave de Jeff Bezos
En el espacio ocurren cosas que en la Tierra parecen extrañas. Para empezar, todo parece estar flotando, sin el ancla de la gravedad. «En realidad, la gravedad no desaparece. Lo que ocurre es que estamos en caída libre, igual que todo a nuestro alrededor; y, como todo está cayendo simultáneamente, las aceleraciones relativas entre los objetos se hacen casi cero y todo esto provoca que no percibamos la gravedad», explica Álvaro Romero. Este ingeniero aeroespacial que atiende a ABC por videollamada desde Boulder (Colorado, EE.UU.) sabe bien de qué habla y las ‘rarezas’ que a nuestro ‘juicio terrestre’ ocurren a solo cientos de kilómetros sobre nuestras cabezas. No en vano su experimento, que podría ser básico para los futuros viajes espaciales y el asentamiento humano en otros mundos, se probará pronto en una misión no tripulada dentro del cohete New Shepard, la nave espacial con la que Blue Origin planea enviar sus primeros turistas al espacio.
Romero, graduado en Ingeniería Aeroespacial y máster en Ingeniería Aeronáutica por la Universidad de Sevilla, además de máster en Ingeniería Espacial por el Politécnico de Milán, lleva dos años realizando un doctorado en Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Colorado Boulder con una beca de la Fundación La Caixa. Fue junto a su director de tesis, Hanspeter Schaub, quien diseñó el prototipo ganador del premio Ken Souza de la American Society for Gravitational and Space Research (ASGSR), que le otorga la posibilidad de experimentar en condiciones de microgravedad en la nave de Jeff Bezos. El objetivo: aprovechar las condiciones ‘únicas’ del espacio para poder separar del agua el hidrógeno (que, por ejemplo, podría servir de combustible a la nave) y el oxígeno y extraer estos gases a través de sistema que casi no requiere energía, pesa poco y con un diseño fiable.
La electrólisis
«En microgravedad, los líquidos se empiezan a comportar de una manera extraña. Porque al ‘desaparecer’ el efecto de la gravedad, la fuerza que se hace dominante es la de tensión superficial y se conviertan esa especie de esferas que vemos en los vídeos de la Estación Espacial Internacional –explica Romero–. El problema es que en el espacio, cuando tienes un sistema combinado de líquidos y gases y estás interesado en extraer de ahí los gases, no resulta tan inmediato como en la Tierra».
La electrólisis del agua se hace a través de unos electrodos sumergidos sobre los que se generan las burbujas de hidrógeno y oxígeno. Para extraerlas, se necesita un conjunto de bombas y mecanismos de separación de fases. Es por ello que se le ocurrió que la magnetohidrodinámica en microgravedad podría ayudar. «El agua es un material diamagnético, repelida por los imanes. Una vez más, aquí en la Tierra casi no notamos esa ‘repulsión’ que siente el agua. Pero en el espacio se convierte en una fuerza relevante que se puede utilizar para separar las burbujas», diserta. «Básicamente, el imán expulsa el agua y atrae las burbujas de gas, y así puedes recogerlas en un punto, al que llamamos colector, y extraerlas sin ningún sistema mecánico».