Españolita que llegas
Te encuentras en una España del «frentismo» ideológico y territorial, pero naces en una de las ciudades más acogedoras del planeta
Acercamiento Las generaciones que habían sufrido enfrentamiento desdeñan las dos Españas
«Españolita que vienes/ al mundo te guarde Dios/ una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón». Qué pena, penita, pena, que la premonición de Antonio Machado –enunciada en un atormentado poema, publicado hace 90 años– sea, de nuevo, una cruel realidad. Ese texto, de denuncia social con tintes intimistas, simboliza el desgarro de su corazón. Y eso que la España del estrenado siglo XX era el «jardín de las delicias» en contraste con lo que iba a venir.
Así, dos décadas más tarde, arriba la tragedia fratricida de la Guerra Civil. Y se despedazan las relaciones humanas en familias, amigos, compañeros y vecinos, situados en frentes irreconciliables. Sin embargo, contra pronóstico, tres décadas después de finalizar la contienda, comienza la reconciliación.
Las generaciones que habían sufrido el enfrentamiento desdeñan de sus recuerdos y esas dos Españas se acercan, sabedoras de que su convivencia es indeclinable. El pueblo agradece que en el «setenta y ocho», sus representantes parlamentarios plasmen el firme deseo de avenencia. Y nos damos un marco constitucional que sería «puerto seguro» frente a las turbulencias de toda travesía política. La «transición» logra una España plural y en concordia.
Y así, hasta que llegan algunos políticos emponzoñando la vida pública; resucitando cadáveres, que estaban bien muertos; y envenenando a la sociedad con odios cainitas. Y hoy, «españolita que llegas» te has encontrado con una España de «frentismo», ideológico y territorial, que estaba superado; con un mundo temeroso por una pandemia que no cesa; y con una crisis que causa pobreza y desesperanza.
Para protegerte, te deseo unos padres que se quieran, algunos hermanitos que te esperen o les esperes; y unos abuelos a los que harás felices. Confío, también, que en cuanto aprendas a andar, puedas jugar –sin mascarilla–, con tu pandilla de amigos. Y como has nacido «madrileñita», tendrás la fortuna de hacerlo con hijos de convecinos, provenientes de todos los puntos de nuestra España y del mundo. Y es que, «preciosa nietecita», has tenido la suerte de arribar a una de las ciudades más acogedoras del planeta.