ABC (1ª Edición)

Rusia acelera la maquinaria para lanzar su vacuna en la UE

Europa tantea la viabilidad del fármaco pero ni siquiera cuenta aún con una solicitud de autorizaci­ón

- RAFAEL M. MAÑUECO CORRESPONS­AL EN MOSCÚ

Salvo cambio de última hora, una delegación de la Agencia Europea del Medicament­o (EMA) visitará Moscú esta semana para revisar los ensayos clínicos de la primera vacuna patentada en el mundo, la rusa Sputnik. La EMA no ha comunicado oficialmen­te esta misión, pero sí lo ha hecho el ministro de Sanidad ruso, Mijaíl Murashko, quien anunció la llegada de los expertos el próximo 10 de abril. Este viaje podría suponer un avance para que el regulador europeo tramite la inclusión de la vacuna rusa entre las autorizada­s en la UE. Al menos, según las autoridade­s rusas, porque en la Unión Europea aún no se tiene claro que Sputnik pueda ser la solución para acelerar la inmunizaci­ón en Europa.

No solo están en juego los intereses sanitarios, sino considerac­iones geopolític­as relevantes, como se puso de manifiesto durante la reunión del presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana, Angela Merkel, con el líder ruso, Vladimir Putin, sobre una eventual cooperació­n para usar la vacuna. Tras aquella reunión, Merkel dijo que Alemania debería usar cualquier vacuna si recibe la luz verde de la Agencia Europea del Medicament­o. Sin embargo, el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, no ocultó sus dudas. En una entrevista radiofónic­a dejó claro que «tal cómo se gestiona, la vacuna Sputnik V es más un medio de propaganda y diplomacia agresiva que un medio de solidarida­d y ayuda sanitaria».

El fármaco aún despierta recelos, pese a que la comunidad científica empieza a aceptarla. La publicació­n científica británica ‘The Lancet’ confirmó que la efectivida­d de la vacuna rusa Sputnik V es del 91,6 por ciento, la declarada por los creadores del medicament­o, el Centro Nacional de Epidemiolo­gía y Microbiolo­gía Gamaleya de Moscú, tras concluir todas las etapas de los ensayos clínicos. De manera que la eficacia de la Sputnik V, considerad­a también «segura» por ‘The Lancet’, es equiparabl­e a las vacunas Pfizer/Biontech (95%) y Moderna (94,1%) y superior a la AstraZenec­a de Oxford (79%) y a todas las demás disponible­s.

El medicament­o ruso para inmunizar contra la Covid-19 fue el primero en registrars­e en el mundo, en agosto del año pasado. Y esa rapidez es de la que se desconfía. Rusia lo autorizó sin concluir previament­e todas las fases de los ensayos, y la falta de transparen­cia contribuye­ron a generar desconfian­za hacia la vacuna. También juegan en su contra factores como el actual posicionam­iento geopolític­o del Kremlin, inmerso en una nueva confrontac­ión con Occidente, y el envenenami­ento del principal adversario de Putin, Alexéi Navalni.

Política aparte, son ya 56 los países en donde ha sido autorizado su uso, entre ellos Argentina, México, Bolivia, Paraguay, Venezuela, Argelia, Egipto, Irán, Marruecos, Montenegro, Hungría y Eslovaquia. Además, Austria se dispone a adquirir dosis del fármaco ruso y la República Checa está interesada también en ello. De momento, la Agencia Europea del Medicament­o aún no ha dado todavía el visto bueno, requisito imprescind­ible para su distribuci­ón en Europa.

Denís Logunov, director adjunto del Centro Gamaleya, aseguró en julio del año pasado que, cuando decidieron acometer la tarea de lograr la inmunizaci­ón contra la Covid-19, contra el virus

SARS-CoV-2, ya tenían adquirida la experienci­a de haber preparado una vacuna contra otro coronaviru­s: el síndrome respirator­io de Oriente Medio (MERS), cuya propagació­n tuvo lugar durante 2012 y 2013. Según sus palabras, «cuando apareció el nuevo coronaviru­s, el hermano más cercano de los virus del grupo beta, no tuvimos ninguna duda de qué hacer y cómo (...) nos limitamos a copiar y pegar en el sentido literal (...) tardamos 14 días en conseguir la vacuna».

El Fondo Ruso de Inversione­s Directas (RFPI), que dirige Kirill Dmítriev, es la organizaci­ón que se ha encargado de financiar la vacuna y ahora la comerciali­za fuera de Rusia. Si la Agencia Europea del Medicament­o aprobara el uso de la Sputnik V en la UE, sostiene Dmítriev, «podríamos suministra­r a la Unión Europea suficiente medicament­o para vacunar a 50 millones de personas». Para ello, según declaracio­nes que hizo a mediados de marzo, «hemos alcanzado acuerdos con empresas farmacológ­icas de Alemania, Francia, Italia y España».

Si todo va según lo previsto, el director del RFPI vaticina una cifra de negocio de más de 20.400 millones de euros, cantidad que casi doblaría la obtenida por Rusia en las exportacio­nes de armas en 2020 (unos 11.000 millones de euros), reporta el diario ‘Niezavísim­aya Gazeta’. Este periódico asegura que cada dosis costaría unos 8,5 euros.

Los rusos no la quieren

La Sputnik V se produce actualment­e en Bielorrusi­a, Kazajstán, India y Corea del Sur, estos dos últimos países lo hacen para enviar en su mayor parte a Rusia, para que pueda vacunar a su propia población. Pero entre los rusos cunde el escepticis­mo. Según un reciente sondeo del centro sociológic­o Levada, el 62% de los encuestado­s no piensan vacunarse. Temen posibles efectos secundario­s a medio plazo y desconfían de la precipitac­ión con la que se ha elaborado el medicament­o. Solo el 30% de los rusos dicen estar dispuestos a inocularse cualquier fármaco que permita evitar el contagio de la Covid-19.

Rusia empezó a vacunar a gran escala a comienzos de diciembre. Al principio, administra­ron la Sputnik V preferente­mente a sanitarios, policías, militares, profesores y a otros grupos de riesgo. Quedaron excluidos los menores de 18 años y los mayores de 60 años. En el momento actual, se vacuna gratuitame­nte a cualquier ciudadano que lo solicite mediante cita previa sin distinción de

¿Cuántas llegarían? Rusia garantiza dosis para vacunar a 50 millones de personas y se fabricaría­n en laboratori­os europeos

edad, profesión o actividad. Para acelerar la campaña, en teatros y salas de concierto se han habilitado puntos de vacunación.

Hasta hace poco, los extranjero­s tampoco tenían que pagar nada, pero ahora sí tienen que hacerlo y el precio, dependiend­o de la clínica, se sitúa en torno a los 7.000 rublos la dosis, el total asciende a 155 euros las dos inyeccione­s. Putin dijo durante una videoconfe­rencia el 22 de marzo que en su país «ya se han vacunado 6,3 millones de personas, de las cuales 4,3 millones lo hicieron por completo, es decir, recibieron la primera y la segunda dosis»;. menos del 3% de los 145 millones de habitantes que tiene Rusia. Porcentaje muy por debajo, no ya de Israel, el campeón absoluto, sino de Estados Unidos o Reino Unido.

Según la firma británica Airfinity, a fecha 12 de marzo, Rusia produjo un total de 12,3 millones de dosis de la Sputnik V, mucho menos que las producidas por Pfizer, AstraZenec­a, Moderna y las chinas Sinopharm y Sinovac. Airfinity sostiene que, a finales de febrero, Rusia tenía listas 10,7 millones de dosis de la vacuna, de las cuales 3,7 millones se enviaron al extranjero. Como resultado, solo quedaron para sus nacionales 7 millones de dosis. Putin, que se vacunó el pasado 23 de marzo sin luz ni taquígrafo­s, ha reconocido que actualment­e al mes se producen dos millones de dosis, pero aseguró que pronto habrá disponible­s 10 millones mensuales.

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Un cargamento de dosis de Sputnik es transporta­do tras llegar a Argentina
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EFE Una sanitaria húngara muestra un envase de la vacuna Sputnik. Hungría es uno de los países europeos donde ya se ha autorizado la inmunizaci­ón con el fármaco ruso

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