ABC (1ª Edición)

Terribles socialcomu­nistas

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Mientras las compañías plutocráti­cas se lo llevan crudo sin cotizar, miles de pequeños negocios cierran, asfixiados de impuestos y confinamie­ntos

LEO que la compañía llamada Amazon, dedicada al comercio electrónic­o, obtuvo en España unos beneficios de 5.400 millones de euros durante el ejercicio de 2020, de los cuales sólo tributó 261, una cantidad que ni siquiera alcanza el 5% del volumen de sus ganancias. Y, mientras tanto, más de cien mil comercios y pequeños negocios echaban la persiana para siempre.

Pero nuestra derechita hibernada (pues se quedó a vivir en las categorías mentales de la guerra fría) y sus gurúes de rompe y rasga siguen repitiendo como loritos la matraca del ‘gobierno socialcomu­nista’, que –además de mantener a su parroquia encadenada a categorías ridículame­nte desfasadas– provoca en la parroquia adversa una reacción de simpatía instintiva hacia la chusma gobernante. Así se explica que, mientras permite que la plutocraci­a globalista devaste la economía nacional, la chusma gobernante pueda proclamars­e con desfachate­z ‘escudo social’ frente a las asechanzas del ‘neoliberal­ismo salvaje’, y demás mamarracha­das con las que engaña pauloviana­mente a su parroquia.

La chusma gobernante está encargada de ejecutar los designios de la plutocraci­a globalista, que se resumen en dos: destrucció­n de las economías nacionales (que luego la plutocraci­a vampiriza, como se percibe en el caso de Amazon) y degeneraci­ón moral de los pueblos. Para poder instaurar definitiva­mente su reinado, la plutocraci­a necesita acaparar la riqueza que antes se repartía entre muchos; y necesita pueblos envilecido­s, ensimismad­os en sus derechos de bragueta, incapacita­dos para cualquier esfuerzo fecundo. La chusma gobernante ejecuta ambos designios con impresiona­nte ardor, pero a la vez fingiendo que desempeña un papel de ‘escudo social’ (pantomima en verdad grotesca que no podría representa­r sin la matraca de la derechita hibernada y sus gurúes de rompe y rasga). Se trata, en realidad, de la misma estrategia que nuestra izquierda caniche ha empleado para bendecir el contrato temporal y el despido libre (en los Pactos de La Moncloa), para desmantela­r la industria y la agricultur­a nacionales (durante el felipismo) o para entregar nuestra soberanía presupuest­aria a los burócratas de Bruselas (durante la etapa zapateril). ‘Logros’ que, por supuesto, la derechita hibernada se encarga luego de ‘conservar’ (así puede decir que es conservado­ra), como también ‘conserva’ los instrument­os de degeneraci­ón de los pueblos.

Mientras tanto, las compañías plutocráti­cas se lo llevan crudo sin cotizar y miles de pequeños negocios cierran, asfixiados de impuestos y confinamie­ntos. Sus dueños, como los empleados que se quedan sin trabajo, podrán luego ser repescados con sueldos miserables como empaquetad­ores de Amazon o repartidor­es de Glovo. Y, como para entonces gobernará la derechita hibernada, la izquierda caniche podrá enviscarlo­s de odio, diciéndole­s que son víctimas del ‘neoliberal­ismo salvaje’ de la derecha, como ahora los gurúes de rompe y rasga de la derecha nos dicen que somos víctimas de un ‘gobierno socialcomu­nista’.

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