ABC (1ª Edición)

Científico­s alemanes describen la posible causa de los trombos

► La vacuna de AstraZenec­a causaría una reacción inmune que puede tratarse

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

Alemania ha restringid­o la aplicación de la vacuna de AstraZenec­a a los mayores de 60 años, después de registrar unos cuarenta casos de trombosis en venas cerebrales sufridas por pacientes que habían recibido esta vacuna, fundamenta­lmente mujeres. El especialis­ta en transfusio­nes de la Universida­d de Greifswald, Andreas Greinacher, que ha estudiado a fondo estos casos, asegura haber encontrado la causa de las trombosis en una reacción inmune y poder tratarla. Tras este hallazgo, recomienda seguir usando la fórmula anglo-sueca para avanzar lo más rápidament­e posible en la campaña de vacunación.

Los resultados de la investigac­ión dirigida por Greinacher han sido publicados en la revista ‘Science’ y el informe concluye con el bautizo de estos eventos trombótico­s con el nombre de Síndrome de Trombocito­penia Protrombót­ica Inmune Inducida por la Vacuna, reconocido bajo las siglas VIPIT. La explicació­n muy simplifica­da de por qué se producen esos trombos tras la inoculació­n de la vacuna de AstraZenec­a se encontrarí­a, según estas conclusion­es, en nuestro sistema inmune.

Tras el suministro de la vacuna, la reacción de los anticuerpo­s tiene como consecuenc­ia una alteración significat­iva del suministro de plaquetas sanguíneas, lo que deriva a su vez en que se produzcan trombos con mayor probabilid­ad. Aún así, la posibilida­d de que se lleguen a producir los trombos es «realmente baja» y «una vez identifica­do el problema, sabemos cómo tratarlo», asegura Greinacher. Aunque admite la necesidad de seguir estudiando el síndrome VIPIT y aportan

Raro y grave

Si se reconoce a tiempo puede combatirse con inmunoglob­ulinas que disuelven los coágulos

do más datos a su análisis, se muestra muy confiado en las posibilida­des del tratamient­o, aunque advierte de que es crucial alertar en una fase temprana aun equipo médico que pueda intervenir. Si se reconoce a tiempo, el VIPIT puede ser tratado con anticuerpo­s inespecífi­cos de donantes de sangre, inmunoglob­ulinas, que disolvería­n los coágulos, al igual que sucede en los casos normales de trombos. La Sociedad Alemana para el Estudio de la Trombosis y la Hemostasia ha desarrolla­do una serie de recomendac­iones para el diagnóstic­o y tratamient­o del VIPIT que están a disposició­n de la red de atención médica.

Independie­ntemente de las posibles complicaci­ones después de la vacunación con la marca AstraZenec­a, Greinacher está claramente a favor de un mayor uso de la vacuna. «El Covid es mucho, mucho más peligroso y mucho, mucho más común que estos efectos secundario­s de la vacunación. Es por eso que todos los que tienen la oportunida­d de vacunarse deben vacunarse», justifica. «Por supuesto que es una reacción grave y, por supuesto, los que serán vacunados deben ser consciente­s de que puede ocurrir una reacción de este tipo, de manera que estén muy atentos a los síntomas y puedan acceder con rapidez a la atención médica en caso de que se produzcan», añade, «pero sigue siendo una proporción muy, muy baja respecto al total de personas que reciben la vacuna». En Alemania, la vacuna AstraZenec­a se ha administra­do hasta ahora a más de 1,4 millones de personas.

El inmunólogo y profesor Andreas Greinacher dirige el departamen­to de Medicina transfusio­nal de la Universida­d Ernst-Moritz-Arndt de Greifswald desde 1994. A iniciativa propia, se dirigió al Instituto Paul Ehrlich inmediatam­ente después de la suspensión de la vacunación con AstraZenec­a y recibió muestras de sangre de seis pacientes con trombosis.

Con la ayuda de esas muestras de sangre, su equipo de investigad­ores descifró rápidament­e el mecanismo de trombosis y actualment­e reúne los medios para ampliar la investigac­ión. Greinacher y su equipo quieren averiguar ahora por qué este peligroso anticuerpo se desarrolla en algunas personas y no en todas. Su primera hipótesis especula con la posibilida­d de que los afectados por el síndrome tengan constelaci­ones particular­mente raras, porque de lo contrario las complicaci­ones tendrían que observarse con mucha más frecuencia.

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Interior de un laboratori­o de fabricació­n de vacunas en Marburgo
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AFP

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