ABC (1ª Edición)

El Atlético se desvanece

► Pobre rendimient­o de los madrileños, a merced del Sevilla y a la baja en la Liga

- JOSÉ CARLOS CARABIAS

Ya sea por decadencia física o porque el camino se le hace largo, el Atlético se desvanece. Ha perdido brillo y no transmite confianza. El Sevilla lo tumbó después de asediarlo y la Liga se aprieta. El Real Madrid ya está a tres puntos.

Empieza el partido y el Atlético no comparece. No es falta de actitud ni dejación de funciones, teclas que no suelen aceptar las hinchadas cuando de valorar el trabajo de sus jugadores se trata. Es algo parecido a la galbana. Un brote de parsimonia y flojera acecha a la tropa del Cholo, que acostumbra a digerir con dificultad cada ventana para los encuentros de las seleccione­s. El Atlético se despereza de una siesta y el Sevilla echa espuma por la boca.

Se juntan el hambre y las ganas de comer y el balance de la primera parte solo lleva a una conclusión: el empate a cero es un tesoro para los colchonero­s. El Sevilla trabaja el duelo con decisión. A veces no hay más que dejarse llevar por la determinac­ión para propagar éxito. Lo hace todo con confianza: roba en el centro del campo, solventa la presión inicial de su adversario, penetra por la banda derecha donde los años no pasan por Jesús Navas, impone la superiorid­ad técnica en el centro del campo, donde Rakitic, Jordán y Suso se meriendan a los atléticos...

Oblak para el penalti

El cómputo de actuacione­s decreta una sola voz, la del Sevilla. Pero el conjunto de Lopetegui empieza a sembrar la noche de cenizas. Saúl comete un penalti absurdo sobre Rakitic y Oblak vuelve a desenredar su mala fama con los penaltis. Después del que detuvo contra el Alavés, vuelve a atajar ante el Sevilla. Aprovecha el peor tiro del año desde los once metros, autoría de Ocampos, a un lado, a media altura, sin rotundidad. Oblak casi se acuesta con la pelota.

El Sevilla juega a ganar y aquello es un asedio. Ocasión de Jordán con tiro al lateral de la red, Felipe intercepta un cabezazo de De Jong, Oblak despeja un trallazo de Suso, otra parada del esloveno frente a Ocampos...

Simeone lo ve tan negro como cualquier mortal e interviene en el partido. Saca del campo a Lodi en el minuto 33 para alterar el ritmo. Destierra la defensa de cinco, rebaja cualquier ánimo posible del lateral brasileño (casi invisible este año) y da entrada Correa para mejorar el tránsito en el centro del campo. El Cholo no consigue nada de esto. El Sevilla sigue apretando con cierta saña, obliga al repliegue de los rojiblanco­s, que ya no presionan entre cosas porque Luis Suárez no puede, y el partido queda a merced del acierto de los hispalense­s.

El Atlético pierde presencia en el partido. No gana en la fricción, no elabora con propiedad, no llega por las bandas, Saúl las pierde todas, y el desaliento empieza a calar en una evidente falta de confianza. Lo mejor para el grupo Simeone es que el árbitro pita el final de la primera parte.

El Sevilla ya no puede mantener esa velocidad de crucero después del intermedio, pero tampoco el Atlético mejora sus prestacion­es. De un tiempo a esta parte, es un equipo falto de fuelle y que ejerce de supervivie­nte en cada partido. Ya no hay la frescura del principio de temporada ni la exuberanci­a del otoño. El equipo ha perdido la frescura para combinar, asociarse en combinacio­nes rápidas y llegar hasta Luis Suárez en una buena comunicaci­ón colectiva. Casi nadie se mueve al espacio, salvo un par de arrancadas de Marcos Llorente, que tampoco es la centella de entonces. Y ante evidente falta de lucidez por el centro del campo, surgen todas las dudas en defensa.

El Sevilla encontró mucho terreno libre para manejarse y actuar, para pensar sin piernas enemigas. Y pese a su bajón físico en la segunda parte, se las ingenió para hacerse con el partido.

Todo sucedió a partir de otra cabalgada del futbolista más inspirado, Jesús Navas, profundo y certero por la derecha. Acuña la envió a varios metros de los brazos de Oblak. Un gol que definía el partido y comprometí­a el devenir del Atlético en la Liga, porque reacción potente no hubo. El refuerzo de Kondogbia y Herrera por el centro no provocó progresos, pese a ello Hermoso y Correa tuvieron dos oportunida­des clarísimas para empatar. Se hizo presente la desconexió­n ofensiva y defensiva de un equipo que empieza a ver peligrar su opción al título.

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REUTERS Acuña canta su gol ante los jugadores del Atlético

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