ABC (1ª Edición)

Mortadelo y Filemón, la inspiració­n de Jurgen Klopp

El técnico ‘red’ creció leyendo los famosos cómics de Francisco Ibáñez, de gran fama y éxito en Alemania: «El poco tiempo de recuperaci­ón de estos personajes era brillante»

- RUBÉN CAÑIZARES

Es julio de 2017. El Liverpool inicia la pretempora­da y, como sucede en todos los equipos, lo hace con canteranos entrenándo­se junto a la primera plantilla. Uno de ellos, cuyo anonimato permanece intacto, se presenta en Welwood con un Mercedes de gran cilindrada y un Rolex dorado en su muñeca izquierda. Klopp, que comenzaba su tercera campaña al frente del Liverpool, solo necesitó tres preguntas para devolver al joven futbolista al mundo real.

«¿En qué coche has venido a entrenar?», espeta Jurgen. «En un Mercedes», contesta el canterano. «¿Qué es lo que llevas en tu muñeca?», cuestiona a continuaci­ón Klopp. «Un rolex», responde el jugador. «¿Cuántos partidos has jugado con el primer equipo?», pregunta finalmente el técnico germano. «Ninguno», asegura el chico. Al día siguiente, ni rastro de Mercedes ni de Rolex.

Jurgen Klopp aterriza hoy en la capital de España encabezand­o la expedición del Liverpool, rival del Real Madrid en los cuartos de la Champions. Lo hará con su eterna y cautivador­a sonrisa, a pesar de las notables bajas con las que se presenta en la eliminator­ia y la pobre temporada de su equipo. Comenzó el curso perdiendo la Community Shield ante el Arsenal en los penaltis. Los propios ‘gunners’ lo apearon de la Copa de la Liga en la cuarta ronda, y en esa misma frontera se quedó en la FA Cup, eliminado por el United. En la Premier, su andadura también es pobre. A falta de nueve jornadas, el Liverpool es séptimo a 25 puntos del City, virtual campeón. Ni siquiera ocupa plaza de acceso a la Europa League y tiene muy complicado jugar la Champions de la próxima temporada. La gesta de levantar la orejona el 29 de mayo en Estambul le otorgaría esa posibilida­d, pero para eso primero debe apear al Madrid de Zidane.

La comparativ­a con Moller

El galo y Klopp son dos de los mejores entrenador­es del mundo, pero si les quitamos su gigante carisma, ambos son el día y la noche. Dos ejemplos de cómo llegar al éxito por caminos totalmente opuestos. Jurgen fue un futbolista del montón mal pagado, que no pasó de la Bundesliga B. Él mismo se dio cuenta cuando a los 19 años hizo una prueba para el Eintracht de Fráncfort, examen que pasó el mismo día que Andy Moller, uno de los jugadores alemanes mas talentosos de la historia: «Si eso a lo que juega él es fútbol, yo estoy jugando a algo totalmente diferente», pensó aquel día Klopp.

Jurgen ejercía de delantero o de defensa, daba igual. Señal inequívoca de que nunca tuvo el talento que requiere la élite: «No tenía otro trabajo. Tuve que enfrentarm­e a esa batalla interna de estar constantem­ente frustrado por mi propia falta de habilidad. Era una batalla de superviven­cia», explica. Paradójica­mente sí que apuntaba muy buenas manera en el TSV Glatten, el club de su ciudad natal, un minúsculo municipio a solo cuarenta kilómetros de la Selva Negra: «En mi pueblo vivían 1.500 personas hasta que me fui yo, ahora son 1.499», recuerda con esa guasa tan habitual de sus conferenci­as de prensa. «Una cerveza, por favor», contestó el día de su despedida del Borussia, en 2015, cuando se le preguntó si ya había aprendido castellano, en alusión al posible interés del Real Madrid para sustituir a Ancelotti.

La risa unánime y contagiosa de Jurgen y de los periodista­s allí presentes tras aquella ingeniosa respuesta fue el brillante epílogo a sus siete años en el banquillo del Signal Iduna Park, donde logró ganarle dos ligas alemanas al intocable Bayern.

Era entonces el entrenador de moda, pero decidió no atender a ninguna oferta y tomarse un año sabático. Se equivocó. Para disgusto de su mujer Ulla y su hijo Marc no cumplió con su palabra. El Liverpool llamó a su puerta en octubre de 2015 y Klopp no lo dudó. Anfield era el lugar ideal para continuar su lustrosa carrera como entrenador, esa que nada tiene que ver con la de su pasado como futbolista.

Como tampoco se le parece su modo de actuar al del 99% del resto de entrenador­es. Klopp no rehúye ni un solo tema. Es de los pocos actores del fútbol que no enciende el botón del piloto automático y provoca bostezos: «Jamás pagaré un seguro privado de salud ni apoyaré a un partido que prometa bajar los impuestos a los ricos. Creo en el estado del bienestar y si hay algo que jamás haré en mi vida será votar a la derecha».

Así de rotundo se ha mostrado también con el Brexit, a sabiendas de que en las gradas de Anfield se encontraba domingo tras domingo con un buen número de aficionado­s a favor de la ya consumada escisión del Reino Unido y la Unión Europea: «Todavía estoy esperando la primera ventaja del Brexit. La Unión Europea no es perfecta, pero es la mejor idea que hemos tenido. No ha habido ni un solo episodio en la historia en el que la división conduzca al éxito. El Brexit no tiene ningún sentido».

Positivo

Motivado «Espero con muchas ganas la eliminator­ia de cuartos de Champions contra el Real Madrid»

El carisma y el éxito es lo que unen a Klopp y Zidane, tan cerca pero a la vez tan lejos. Quizás también su sentido positivo de la vida, virtud que aprendió leyendo los cómics de ‘Mortadelo y Filemón’, los dos agentes secretos más famosos del espionaje satírico español, de gran popularida­d en Alemania.

«No importaba si le aplastaban con una apisonador­a o si se caían de un acantilado de 800 metros de altura. El poco tiempo necesario para la recuperaci­ón por parte de esos personajes era brillante y las cosas, simplement­e, continuaba­n», explicó en 2001, cuando comenzó su andadura en los banquillos en el Maguncia, a quien ascendió a la Bundesliga. Veinte años y muchos títulos después, entre ellos la Champions de 2019 y la Premier del pasado curso, su ambición sigue intacta: «Espero la eliminator­ia contra el Real Madrid con muchas ganas».

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