Contra el racismo, pero de verdad
Conviene sospechar del furor de ciertos virtuosos. El criterio no es homogéneo
Afinales de los 90, cuando le llamaban ‘mono’ en el Camp Nou, un diario de progreso tituló: «Con Roberto Carlos llegó la controversia». Es que encima se quejaba y Guardiola tuvo que ponerle en su sitio: «Habla mucho ese señor». Años después, el que ‘revictimizaba’ a Roberto Carlos se convertiría al Black Lives Matter. Como diría Carlota Corredera, era otra España, pero conviene sospechar del furor de ciertos virtuosos.
Para ejemplo, el Cádiz-Valencia. Impresiona la reacción de Diakhaby, algo le tuvo que herir en lo más profundo de su dignidad. Sin embargo, a partir de aquí, llega la teatralización de políticos y periodistas que, todo apunta, quieren hacerse un BLM a costa de Cala: el Valencia debió irse, el partido cesar, el jugador merece el ostracismo... Todo es poco. Pero se idolatra a Luis Suárez, por ejemplo, al que Evra acusó de llamarle negro varias veces (luego, además, le negó el saludo); y hay quien duda de que fuera «morro» y no «mono» lo que Busquets llamó a
Marcelo, sin que cesaran por ello elogios ni convocatorias. Tampoco Koke dio mucha explicaciones cuando la Cope informó de que había llamado «maricón» a Cristiano Ronaldo.
Los periodistas deportivos suelen ser de izquierda ambiental. Es más fácil trepar. Cuanto más ‘científicos’, peor. Pero sus criterios son, digamos, poco homogéneos. He denunciado varias veces (¡siempre en soledad!) el desconcertante racismo de la prensa deportiva. A los jugadores negros les suelen aplicar términos como ‘bestia’, o ‘animal’. Se olvida su técnica y se les despacha como ‘muy físicos’. Recuerden, si no, el trato que recibieron Emerson, Diarra, Flavio y Makelele… El fútbol de otros continentes ha venido siendo despreciado por los santones que dominan los medios. La Francia campeona (Kanté, Pogba, Matuidi…) hacía «peor fútbol» que Croacia y a Neymar se le critica moralmente por jugar como jugaron siempre en Brasil. El fútbol bueno es blanco y, a ser posible, calvinista.
Por eso, todos contra el racismo, pero de verdad. Revisemos biografías, el lenguaje de privilegio (y estolidez) y evitemos que bajo el «no mezclar política y fútbol» se sigan amparando algunos supremacismos.
Tolerancia 0’5 Evitemos que la frase ‘no mezclar política y fútbol’ siga amparando algún que otro supremacismo