ABC (1ª Edición)

«La planta de baterías, cuanto más cerca de Seat, mejor»

Matías Carnero Miembro del Consejo de Supervisió­n de VW

- ÀLEX GUBERN

Con 20 sillas, diez para la representa­ción de los accionista­s y diez para los trabajador­es, el Consejo de Supervisió­n del Grupo Volkswagen (VW) tutela, ratifica o tumba las decisiones de la dirección del consorcio. Por su mesa pasan todas las decisiones relevantes, y Matías Carnero, presidente del comité de empresa de Seat, será el primer español con silla en el mismo. —¿Qué significa el nombramien­to?

—Es un reconocimi­ento a la trayectori­a de acuerdos de los últimos años en Seat. Es un doble orgullo: por la plantilla y por la parte personal. En ese consejo se decide la estrategia global del grupo, incluidas todas las decisiones que afectan a las marcas como Seat. —El Consejo de Supervisió­n es un perfecto ejemplo del modelo de relaciones laborales alemán, y que en parte han pretendido trasladar a Seat. —Así es. Es un modelo de cogestión puro y duro, y aquí en España Seat es lo más parecido que tenemos: desde hace quince años la empresa no puede tomar decisiones importante­s si no es con el acuerdo mayoritari­o de los grandes sindicatos en la empresa, en este caso UGT y CC.OO. —El sector de la automoción en España es ejemplo de concertaci­ón.

—Sí, y lo vuelve a ser ahora con una decisión con la que VW da un ejemplo de confianza en los representa­ntes de los trabajador­es para defender la propia marca dentro del consorcio. Espero que sea la avanzadill­a y otros sectores tomen ejemplo. —El gran reto para el sector, y para Seat, es la electrific­ación. Sin esa

apuesta no hay futuro.

—No, tendríamos los días contados. Por una parte afrontamos el reto de la transforma­ción de Martorell en una fábrica para coches eléctricos y, por otro, está la construcci­ón en España de una gran planta de baterías que impulsa el consorcio público-privado en el que están el Gobierno, VW, Seat, Iberdrola, Gestamp y CaixaBank, entre otros. —¿Dónde debería ubicarse la planta de baterías? Ya se ha abierto la pugna autonómica.

—La planta de baterías, cuanto más

cerca de Seat, mejor. Zaragoza, Valencia o Teruel son buenas ubicacione­s si se compara con la previsión inicial de ponerla en Alemania, pero a 50 kilómetros de Martorell haría mucho más competitiv­a la marca.

–¿Los terrenos de Nissan en la Zona Franca están descartado­s?

–Sí. Para la fabricació­n de una fábrica de baterías de 40 MW como la prevista se necesitan un millón de metros cuadrados, y en Nissan hay 450.000. Esa opción se descartó de inicio.

–Hacer un coche eléctrico implica un 30% menos de carga de trabajo que para uno de combustión. ¿Está en peligro el empleo si en noviembre VW adjudica a Martorell un coche eléctrico?

–Nuestra prioridad es conservar el empleo, y si lo aumentamos, mejor. Eso se puede hacer con más volumen de producción.

–¿Los planes serían llegar a hacer de manera simultánea 500.000 eléctricos y 250.000 coches de combustión en Martorell?

–Ese es el horizonte.

–¿Cómo sentó en la plantilla el desplante de la Generalita­t a la visita del Rey a Seat?

–Mal. El Govern se equivocó de pleno. Más allá de los problemas políticos, ese día se venía dar una noticia muy importante para Seat. Fue un feo a Seat, a su plantilla y a la industria catalana en general.

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