La fiable herencia de siete décadas
∑ Hilux y Land Cruiser son capaces de hacer frente a casi cualquier terreno y obstáculo
Toyota ha ido ampliando su gama SUV, con llegadas como el Highlander de siete plazas –un viejo conocido en EE.UU. recién aterrizado en Europa– y mejorando la eficiencia de los ya asentados, como el Rav4, gracias a la hibridación. Sus capacidades fuera del asfalto son notables, como hemos podido comprobar en una presentación de la marca japonesa, pero no tanto como las de sus hermanos ‘off road’: el Land Cruiser y la ‘pick-up’ Hilux.
El histórico Land Cruiser bebe de una herencia de más de 70 años, desde que en 1951 Toyota optara, con su desarrollo, a motorizar a la Policía Nacional japonesa. El concurso finalmente recaería en Mitsubishi, pero la marca se dio cuenta de las enormes capacidades que había logrado alcanzar en una excursión al icónico Monte Fuji, alcanzando cotas donde ningún vehículo había llegado antes. Diez millones de unidades después, de sus once generaciones, el Land Cruiser mantiene el espíritu indomable que resumía un viejo adagio publicitario: «Si tu vida depende de un coche, elige Land Cruiser». O, en su defecto, la también resistente y fiable pick-up de Toyota, la Hilux, que con su suspensión de ballesta en el eje trasero puede llegar a cargar hasta tres toneladas.
Ambos modelos mantienen la principal característica de un todoterreno auténtico: un chasis independiente, que les garantiza la integridad estructural durante medio millón de kilómetros recibiendo ramazos y escalando rocas. Cuentan, además, con tracción total –manual en el caso de la Hilux–, reductora y bloqueo de diferencial –trasero en el caso de la Hilux–, central en el Land Cruiser (a la espera de que, en breve, incorpore el central en su versión VXL 70 Aniversario), lo que les garantiza poder salir con solvencia de desniveles por los que una cabra se pensaría dos veces adentrarse.