Marcelino, «el hombre más divertido de la Tierra»
Marcelino Orbés (Jaca, 1873) fue el payaso más grande de su época. Inspiró a Chaplin, y Buster Keaton dijo que era el número uno. Se hicieron juguetes con su nombre y dio origen (en inglés) al verbo ‘marcelinear’. Según ‘The New York Times’, era «el hombre más divertido de la Tierra». ‘Imprescindibles’ recuerda su figura trágica y semidesconocida este domingo en La 2, a las 21.30, con la emisión de ‘Marcelino, el mejor payaso del mundo’, película dirigida en 2020 por Germán Roda, con fragmentos dramatizados en los que Pepe Viyuela interpreta al protagonista.
«Descubrirlo contar el ascenso y la caída de un artista que no superó la llegada del cine sonoro ha sido el punto de giro de mi vida», explica el documentalista. «Marcelino había desaparecido, no existía. Ahora es un referente. La película reivindica su talla de artista», cuenta Viyuela.
Isidro Marcelino Orbés nació en Jaca y, víctima de los malos tratos, huyó a los siete años para enrolarse con Los Martini. Cuando triunfó, pocos sabían que era español, hasta que el periodista Mariano
García Cantarero tiró del hilo de los archivos de la Isla de Ellis, en Nueva York, donde se registrada la llegada de los inmigrantes. La docuficción se inspira en su libro ‘Marcelino, el mejor payaso del mundo’. En 1922, a Marcelino le concedieron la nacionalidad estadounidense. Llenaba dos veces al día el Hippodrome de Nueva York, un circo con 5.000 butacas. Allí firmó un contrato vitalicio (de esos que luego nunca duran toda la vida) por mil dólares a la semana. Ayudó a Clark Gable en sus inicios y compartió escenario con Houdini. En sus años en Londres, se cuenta que una princesa india iba a verlo todos los días y le enviaba joyas para seducirlo. Su fama acabó cuando el cine mató al circo como gran espectáculo de masas. El 5 de noviembre de 1927, Orbés se vistió de gala, desplegó los recuerdos de sus éxitos sobre la cama de su habitación de hotel y se pegó un tiro con una pistola pagada tras empeñar su último objeto de valor, un alfiler de corbata con diamantes. Tenía 54 años y seis dólares en el bolsillo. ’The New York Times’ y ‘The Washington Post’ llevaron su muerte a portada. Chaplin envió el ramo más grande, pero al entierro solo fueron 84 personas. Empezaba el olvido.