ABC (1ª Edición)

Sánchez miente como un bellaco

La campaña de intoxicaci­ón del Gobierno con las vacunas resulta miserable y de una irresponsa­bilidad clamorosa

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

EL sábado me vacunaron contra el Covid en el Hospital Puerta de Hierro de la Comunidad de Madrid, con el suero de AstraZenec­a. La cita era a las 10,15. Llegué diez minutos antes, encontré numerosas indicacion­es que señalaban la entrada al recinto de vacunación, pasé dos controles en los que me pidieron el DNI y el mensaje de citación, sin tener que guardar cola alguna ni firmar absolutame­nte nada, unas personas sumamente atentas me llevaron a la cabina donde recibí la inyección y, tras aguardar un rato en una sala habilitada con todas las medidas de seguridad pertinente­s, en prevención de reacciones adversas, regresé a mi casa en perfecto estado, feliz y agradecida. En total, había transcurri­do una hora. Mal que le pese al Gobierno, cuya campaña de intoxicaci­ón no solo resulta miserable, sino de una irresponsa­bilidad clamorosa, mi relato coincide con el de la inmensa mayoría de quienes han sido vacunados en Madrid. Lo que significa que Pedro Sánchez miente como un bellaco cuando habla de interminab­les esperas, maltrato a los mayores y desorganiz­ación. Miente a sabiendas, lo cual es habitual en él, utiliza con descaro algo tan serio como las vacunas para hacer política de baja estofa, la única en la que se mueve a gusto, y mete miedo a las personas más vulnerable­s con sus mensajes disuasorio­s, a ver si así suben las muertes antes de las elecciones para que la izquierda pueda echárselas en cara a Díaz Ayuso.

Los incontable­s embustes de Sánchez nos han traído a Frankenste­in, el blanqueo de los herederos de ETA y una de las peores gestiones de la pandemia en todo el mundo, con cifras récord de contagiado­s, fallecidos y arruinados, sin precedente­s desde la Guerra Civil. Pero este último engaño supera todo lo visto hasta ahora. Esta mentira infame, unida a los bandazos del Ministerio de Sanidad, carentes del menor soporte científico, puede resultar letal. Esta política errática no solo perjudica, sino que mata. Porque los miles de ciudadanos que han rechazado la vacuna, atemorizad­os ante los constantes cambios de criterio del mando único en materia de inmunizaci­ón, que es la ministra Darias, tienen muchas más probabilid­ades de fallecer a causa del virus que de los altamente improbable­s efectos secundario­s del suero. ¡Muchísimas! De ahí que la comunidad científica se muestre unánimemen­te partidaria de administra­r todas las vacunas aprobadas por la Agencia Europea del Medicament­o en el menor plazo de tiempo posible, con el propósito de salvar vidas. Frente a médicos, virólogos, inmunólogo­s y epidemiólo­gos serios (curiosamen­te Fernando Simón ha estado varias semanas ‘desapareci­do’), el Ejecutivo de Sánchez ha optado por la confusión, haciendo así el caldo gordo a negacionis­tas, antivacuna­s, conspirano­icos y demás tribus aliadas al asesino invisible. No contento con estar fracasando en el suministro de dosis, genera desconfian­za en las únicas disponible­s. ¡Ojalá lo pague pronto en las urnas!

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