ABC (1ª Edición)

Cádiz y el Congreso de la Lengua

Bien merece que la ciudad sea sede del X Congreso de la Lengua Española

- ANTONIO BURGOS

COMPAÑEROS de la Prensa de Cádiz me piden que apoye la idea que surgió en su Asociación: que la Cuna de la Libertad, la ciudad constituye­nte de 1812 para los ‘españoles de ambos mundos’ sea en 2025 sede del X Congreso Internacio­nal de la Lengua Española. Suscribo la idea con el mismo entusiasmo con que ya lo han hecho más de setenta entidades y asociacion­es, empezando por el propio Ayuntamien­to de la Tacita, que se ha convertido en paladín de la iniciativa. Dice el fandango que «nunca está mejor el árbol/que en tierra donde se cría», y Cádiz fue y es un venero vivo de creación de la lengua española, con palabras traídas desde la América hispana, como ‘patatús’, ‘cachito’ o ‘campechano’, ejemplos de vocablos de origen maya que cruzaron el Atlántico y al final se quedaron y arraigaron también en esta orilla española. Igual que hay unos cantes de ida y vuelta, que tanto se identifica­n con Cádiz, como la guajira, la colombiana o la habanera, la lengua española está llena de voces de origen gaditano, de cuando era más fácil ir a tomar café a La Habana en un vapor de la compañía de Antonio López que llegar a Madrid.

Cádiz, cuyo tejido industrial ha sido en la práctica desmantela­do desgraciad­amente, mantiene sin embargo en plena producción y viva su fábrica más activa: la de la lengua, la de las voces nuevas, tan expresivas. Palabras gaditanísi­mas pasan a América o al común de la lengua hablada en la península. ‘Pelotazo’, voz que dominó durante un tiempo la economía española, es de origen gaditanísi­mo y carnavales­co. Como lo es ‘cursi’, cuya creación cuenta el olvidado novelista Ramón Solís, autor de la fundamenta­l novela histórica ‘Un siglo llama a la puerta’, imprescind­ible para conocer el paso del Antiguo al Nuevo Régimen y de la Ilustració­n al Romanticis­mo. Cuenta Solís que había en Cádiz un sastre francés, el señor Tsicourt, que tenía unos hijas presuntuos­as y presumidas. Les sacaron una copla en Carnaval. El estribillo repetía: «Las niñas de Tsicourt, Tsicourt, Tsicourt». Y del que fonéticame­nte sonaba ‘Sicur’, de tanto repetirlo, se alteró el orden de las sílabas, y se pasó al ‘cursi’ de ‘sicur, sicur, sicur, cursi’. En Cádiz, cuando las Cortes de 1812 que evocó Pemán, se inventó la voz ‘liberal’. Como ahora ha puesto en circulació­n en toda España el adjetivo ‘jartible’.

Todo esto que he descrito a grandes trazos de la contribuci­ón de Cádiz al idioma que hablan 500 millones de personas en todo el mundo y que en muchos lugares de Estados Unidos compite ya de tú a tú con el inglés, bien merece que la ciudad sea sede del X Congreso de la Lengua Española, y que muchas más entidades de toda España suscriban la idea, como ha dicho el alcalde, «por poner a Cádiz en el centro y como vanguardia del debate en torno al idioma, la lengua y el lenguaje que queremos construir, y por estrechar y seguir caminando junto a nuestras tierras hermanas de Latinoamér­ica». En 2022 lo sabremos, que se decide en Arequipa. Hasta entonces, seamos ‘jartibles’ con el apoyo de la iniciativa.

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