ABC (1ª Edición)

Nadal vuela en su regreso a la tierra

Después de dos meses de parón, convence en su debut y hoy juega ante Dimitrov

- E. YUNTA

Sin que tampoco el triunfo merezca más espacio, uno de tantos en uno de sus rincones fetiches del planeta, Rafael Nadal tuvo un plácido reencuentr­o con la tierra batida, la superficie más previsible del circuito porque, por norma, siempre regala la misma foto en el día de autos. En Montecarlo, plaza conquistad­a ya en once ocasiones, el tenista español volvió a manchar sus zapatillas y los calcetines, que es una sensación magnífica para alguien que adora la arcilla, y arrolló a Federico Delbonis, primera víctima de este viaje que debe llevar a Nadal al cielo de París. Eso, que es el principal objetivo del curso sin discusión alguna, llegará en junio, así que de momento toca estrenar la primavera y la primera estación siempre es la Costa Azul. En una hora y 20 minutos, y cediendo únicamente tres juegos, el número tres del mundo mandó un mensaje a navegantes justo después de que Novak Djokovic, en el mismo escenario, frenase el ímpetu del prometedor Jannik Sinner (6-4 y 6-2).

«Fue un partido sólido. Por supuesto, se trató de un resultado muy positivo porque él es un buen jugador de tierra batida. Es un comienzo positivo, tampoco increíble, pero sí bueno», resumió Nadal sin alardes, contento porque hubo noticias buenas.

La principal, más allá del resultado, es que se movió sin complicaci­ones, y no es poca cosa si se tiene en cuenta que de Australia, donde jugó por última vez hace casi ya dos meses (56 días), regresó con problemas lumbares. «Los parones largos de competició­n los he tenido, pero desde que volví de Australia no me he detenido casi ningún día. Tuve que frenar por la espalda algunas semanas, pero seguí yendo al gimnasio. A estas alturas de mi carrera, si paras el cuerpo luego cuesta un trabajo tremendo ponerlo en forma. Es por eso que tengo que buscar un equilibrio adecuado y debo hacer las rutinas diarias para que el cuerpo siga estando listo cuando salga a la pista».

Hoy volverá a salir a la central del Montecarlo Country Club para enfrentars­e a Grigor Dimitrov, con más nombre que presente, pero una raqueta talentosa y que conoce a la perfección (13-1 en el cara a cara). «Es un buen amigo, una muy buena persona y un gran jugador. Va ser una prueba difícil para mi segundo partido en arcilla y necesito estar preparado para ello», recuerda, siempre precavido. A tenor de lo visto en el debut, que únicamente tuvo la mancha de perder un saque en el segundo set cuando ya mandaba ahí 6-1 y 3-0, el español pinta bien.

Se juega en silencio en el Principado, cosas de la pandemia, y Nadal, que compartió entrenamie­nto con Medvedev el día antes de que se confirmara el positivo del ruso, reflexionó sobre las vacunas ahora que todo el mundo habla de ello: «Si me dan la opción de vacunarme, cuando me toque la voy a aceptar de buen gusto. Puede haber un pequeño número de personas que tenga efectos secundario­s, pero el beneficio es mayor, los efectos del virus son peores».

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EFE Rafael Nadal se desliza en la tierra batida de Montecarlo

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