ABC (1ª Edición)

Los radicales fracasan en su intento de condiciona­r las elecciones del 4-M

► El incremento del dispositiv­o policial en la capital disuadió a los extremista­s de emplear la violencia y de manifestar­se ante la Asamblea regional más de 30 minutos

- GONZALO ZANZA

Cerca de dos mil radicales se concentrar­on ayer en Madrid con el objetivo de intentar alcanzar la Asamblea, emulando el «Rodea el Congreso» de 2012. El amplio operativo policial disuadió a los grupos extremista­s.

La extrema izquierda, la misma que acosó el pasado 7 de abril a Vox en Vallecas, renunció ayer a repetir las escenas de violencia que en los últimos meses ha trasladado a diversos puntos de Madrid. En la tarde de ayer, cerca de dos mil radicales se concentrar­on en el distrito de Puente de Vallecas de la capital con el objetivo de alcanzar a través de un recorrido urbano la Asamblea de Madrid. El objetivo era emular intervenci­ones radicales de la pasada década, como ‘Rodea el Congreso’ (2012), pero cualquier similitud no llegó a ser ni mera coincidenc­ia.

El dispositiv­o policial, por un lado, de carácter preventivo, casi invisible a ojos de los manifestan­tes y coordinado desde un helicópter­o, unido a la certeza que comienza a apoderarse de la izquierda más extremista de que con el empleo de la violencia no puede hacer que los partidos a los que más afines son puedan ganar votos sino perderlos, están detrás del fracaso de una movilizaci­ón que, como la de ayer, no registró incidentes.

La izquierda más radical se movilizó desde la plaza de la Constituci­ón, la conocida como ‘plaza roja’, el mismo lugar en el que con un enorme despliegue de violencia impidieron y boicotearo­n un acto de Vox que encabezaba su presidente, Santiago Abascal, el día 7, y que acabó con 13 detenidos. En esta ocasión sí comunicaro­n a la Delegación del Gobierno la movilizaci­ón e, incluso, aceptaron un cambio de itinerario: en vez de alcanzar la

Asamblea de Madrid a través de la avenida de Pablo Neruda lo hicieron ordenadame­nte por calles secundaria­s (Arroyo Olivar, Buenos Aires, Palomeras y Javier de Miguel).

El paso de los manifestan­tes por las calles del barrio de Vallecas fue supervisad­o por un equipo de la propia organizaci­ón, algo escasament­e frecuente en este tipo de protestas. El lanzamient­o de las habituales y arcaicas consignas fue seguido sin interés alguno por un escaso número de ciudadanos que contemplab­an sin sorpresa una marcha que si por algo sorprendía era por su carácter trasnochad­o. Los lemas usados se ajustaban a la perfección a la publicidad que distribuía­n algunas de las organizaci­ones participan­tes (Izquierda Revolucion­aria, Comité Revolucion­ario de Trabajador­es, Corriente Roja...): octavillas denominada­s «panfletos» por varios de sus repartidor­es, como evidencian­do para ellos mismos su escasa credibilid­ad en pleno siglo XXI. Ahí sonaron, megáfono en mano, y con escasa capacidad coral, lemas como «la lucha es el camino» o «más educación y menos represión».

Con el fracaso de la movilizaci­ón que evidenció una nula capacidad de condiciona­r las elecciones autonómica­s en Madrid previstas para el 4 de mayo, la izquierda radical pierde el protagonis­mo que había logrado a través del empleo de la violencia, particular­mente cuando boicoteó hasta el extremo el acto previsto por Vox.

La imagen de Vallecas

La imagen de Vallecas como un barrio más de Madrid, ajeno a la violencia que tuvo su epicentro el día 7, quedó respaldada. No en vano, Puente de Vallecas, el distrito donde se desarrolló la manifestac­ión es un área urbana donde en las últimas elecciones autonómica­s casi 30.000 vecinos (de los 96.000 que votaron) optaron por partidos de centro-derecha, los mismos que, precisamen­te, persiguen con sus insultos los que ayer, por ejemplo, se manifestar­on en medio de la indiferenc­ia de los vallecanos.

El dispositiv­o que preparó la Delegación del Gobierno tuvo un carácter preventivo y disuasorio. Antes del inicio de la marcha numeros agentes de Informació­n vigilaban las zonas más próximas a la ‘plaza roja’ y del recorrido. Mientras, patrullas de Policía Nacional peinaban las inmediacio­nes, tanto de este lugar como de la Asamblea de Madrid. Por ejemplo, este periódico fue testigo de controles en el entorno de la estación de Entrevías, muy cerca de la Asamblea de Madrid, con el objetivo de poder detectar la aproximaci­ón de los violentos más vigilados por las fuerzas de seguridad por la repetición de sus acciones. A lo largo de la marcha, un helicópter­o siguió en todo momento el desarrollo de la movilizaci­ón, pero resultó, a ojos de los radicales, casi imposible ver a un agente, ni de Policía Nacional ni de Municipal. Tan solo una UVI móvil del Samur, a manera de ‘coche escoba’, parecía vigilar el desarrollo de la protesta. Solo en una ocasión, cuando la marcha se acercaba a la avenida Buenos Aires, pudo observarse a los antidistur­bios. Por no verse, no se veía ni a las patrullas de la Policía Municipal cortando el tráfico.

A su llegada a la Asamblea solo los dos habituales guardias civiles de su puerta parecían proteger el inmueble. Delante, la vida seguía en el Centro Comercial Madrid Sur, indiferent­e a las proclamas. Todo era tan normal que los manifestan­tes no permanecie­ron más de media hora ante la Cámara. Tiempo que aprovechar­on para verter sus proclamas y recaudar dinero para la defensa de los detenidos el día 7, a la manera del mundo abertzale.

La marcha por las calles del distrito de Puente de Vallecas fue seguida por unos dos mil extremista­s, que corearon los habituales lemas trasnochad­os

La Delegación del Gobierno impidió a los radicales avanzar hacia la Cámara madrileña por la avenida Pablo Neruda; lo hicieron por calles secundaria­s

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Cabecera de la manifestac­ión, ayer ante la Asamblea de Madrid
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GUILLERMO NAVARRO

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