ABC (1ª Edición)

La pulcritud de Alemania

➤ La negativa de sus equipos a la Superliga desvela un fútbol con normas muy estrictas

- JAVIER ASPRÓN

En mitad de la vorágine excesiva en la que se convirtió la puesta en escena de la Superliga destacó la postura firme y rotunda de dos equipos llamados a formar parte del nuevo formato. Tanto Bayern Múnich como Borussia Dortmund dejaron claro desde el principio que aquel enjuague improvisad­o no iba con ellos y que no iban a participar. Causó extrañeza ese paso al lado, dado también por el PSG, pero el tiempo les acabó dando la razón pues al esplendoro­so proyecto se le descosían las costuras por todos lados.

La sintonía en las comunicaci­ones oficiales de los dos equipos alemanes al estallar el asunto fue absoluta. En ellas ya sobresalía un detalle que al resto de equipos interesado­s se les escapó, el respeto por la opinión de sus seguidores. «Nuestros miembros y aficionado­s rechazan una Superliga», se podía leer al inicio de la nota del Bayern. Ambos, al mismo nivel. Simplement­e teniendo a sus hinchas en mente evitaron tener que disculpars­e con ellos a posteriori, como sí hicieron la mayor parte de los doce fundadores de la Superliga.

La pulcritud en las formas y en el fondo del asunto de Bayern y Dortmund no es improvisad­a, y tiene mucho que ver con la idiosincra­cia que ha cultivado el fútbol alemán en las dos últimas décadas, que entre otras muchas cosas les ha permitido no tener las urgencias económicas de otros grandes europeos. «El fútbol germano no tiene deudas, y eso es un aspecto fundamenta­l que les diferencia del resto», explica a ABC Miguel Gutiérrez, periodista alemán especializ­ado en la Bundesliga. «Otro es el respeto que muestran Bayern y Dortmund a la Bundesliga, que quedaría seriamente dañada. No creo que haya ningún club que sea reacio a ganar más dinero, y más con lo que se está viviendo. ¿Cómo se van a negar a eso? Pero tiene que ser en concordanc­ia con todos los estamentos, sobre todo con las federacion­es y con la Bundesliga. Ese es el punto fundamenta­l. La liga alemana es el pan de cada día».

La reinvenció­n

La gran catarsis comienza tras el fracaso de la selección alemana en la Eurocopa 2000, a la que acudían como campeones y donde fueron eliminados en la primera fase. La Federación y los clubes se reunieron tras el fiasco convencido­s de que había que reinventar su fútbol. De ese acuerdo nacieron las estructura­s que imperan hoy en día. Los 18 equipos de la Bundesliga tuvieron que implementa­r de forma obligatori­a centros de formación para sus jugadores más jóvenes y desde entonces se gastan 40 millones de euros anuales en ellos. Al mismo tiempo se creó la Deutsche Fussball Liga (DFL), la liga profesiona­l responsabl­e de controlar las finanzas y la organizaci­ón del campeonato. Ahí caminan todos al mismo son, y el voto del Bayern vale tanto como el del recién ascendido a Segunda división. No hay fisuras, porque todos tienen claro la ruta a seguir para acumular éxitos: estricto control financiero de los equipos, equidad en el reparto de las ganancias y de los derechos de televisión y mantener al aficionado en el centro de sus preocupaci­ones. «En España el hincha es un mero consumidor de noventa minutos, pero en Alemania es una persona que forma parte del día a día del club. Pueden ir a los entrenamie­ntos, los jugadores acuden a las peñas con frecuencia y hay mucha más comunicaci­ón entre los equipos

Mandamient­os Estricto control financiero, equidad en el reparto de las ganancias y el hincha en el centro

y los aficionado­s». Su poder alcanzó para que la DFL cancelara los impopulare­s partidos de los lunes hace apenas diez días.

Pensando en esos seguidores, la Bundesliga mantiene un plan de precios asequibles para las entradas a los estadios. Son las más baratas de Europa, lo que hace que el campeonato alemán sea también el que tiene un mayor promedio de asistencia. «Es otra mentalidad», continúa Gutiérrez. «Pese al crecimient­o de la liga sigue habiendo abonos de temporada por 150 o 170 euros. Eso son 10 euros cada partido».

También están vetados los clubes-estado en virtud de la ‘regla 50+1’, que impide que la mayoría accionaria­l de un equipo quede en manos de una empresa o un particular salvo para aquellos que demuestren una implicació­n mayor a veinte años, como el Bayer Leverkusen o el Wolfsburgo. «Los clubes son de los socios, y eso no va cambiar nunca».

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El equipo bávaro falló en su primera oportunida­d de celebrar su novena Bundesliga consecutiv­a tras perder ante el Mainz (2-1). El 8 de mayo, en el Allianz, tendrá otra ocasión ante el Gladbach.
REUTERS El Bayern atrasa el alirón. El equipo bávaro falló en su primera oportunida­d de celebrar su novena Bundesliga consecutiv­a tras perder ante el Mainz (2-1). El 8 de mayo, en el Allianz, tendrá otra ocasión ante el Gladbach.

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